Desde el colegio se nos enseña a hacer la elección entre ciencias duras y ciencias blandas. Se nos exige ocupar un casillero dentro del mundo de los hippies humanistas o los nerds científico-matemáticos.

Esa quizás sea la gran gracia de la ciencia cognitiva: ha logrado la unión, el punto medio, la instancia de diálogo entre ambas dimensiones. Probablemente esta sea la mejor explicación para dar cuenta del fenómeno que ha gobernado los estudios y publicaciones de las últimas tres décadas,  y que atraviesa de principio a cabo el trabajo que brevemente comentaremos.

Por estos días nos acompaña el profesor Philip Robbins, profesor del departamento de filosofía de la Universidad de Missouri-Columbia, que al igual que grandes autores como Damasio, Searle, Dennet o Varela (entre muchos otros) han logrado poner el diáologo disciplinas aparentemente distantes entre si. El profesor Robbins, desde el estudio de la conciencia genera víncluos entre la neurociencia, lo cognitivo, y lo social. En su paper “Consciousnees and the social mind” (2008), plantea lo que denomina la “conciencia socialmente corporalizada” – socially embodied consciousness. A través del analisis del fenómeno conocido como ‘dolor social’  (e.g. pena que sentimos al terminar una relación, la muerte de un familiar)  y ‘el contagio afectivo’ (e.g. sentir pena cuando otro siente pena) utilizando herramientas de la neurociencia establece  que la conciencia se ve inlfuenciada tanto  por la percepción del mundo social asi como la percepción de nuestro cuerpo, y que ambas concepciones se encuentran directamente conectadas con nuestra capacidad de comunicarnos y navegar el mundo de las relaciones interpersonales.

“¿Por qué estamos tan dispuestos a diferenciar el dolor en el cuerpo del dolor producido en la sociedad? ” Esa pareciera ser la siguiente pregunta del profesor, para finalmente concluir que existe un nexo circular mecánico-causal entre la consciencia y lo social, dadas las similitudes a nivel cerebral cuando una o la otra cosa ocurren.

Una vez más se tiende un puente entre disciplinas aparentemente distantes. Todo muy parecido a Da Vinci y la universalidad del conocimiento. Pero de Da Vinci hablaremos en otro momento.