ADVERTENCIA: El siguiente post contiene nerdismo extremo (que puede ser ofensivo para los tontos graves), spoilers menores y comentario crítico inespecializado sobre ciertos vacíos en la trama (que pueden ser ofensivos para los cinéfilos integristas), filosofía de la ciencia (que puede ser ofensiva para los Heideggerianos) y filosofía de la mente anglosajona (que puede ser ofensiva para los postmodernos en general)

Acabo de llegar a mi casa después de ver la nueva película de James Cameron, Avatar. No pude verla el día del estreno, ni en 3D -lamentablemente no pertenezco al Nerd-Set ni soy Ñoñalité, LOL- pero mientras venía en la micro tuve una pequeña tormenta cerebral que se transformó en este post. Si desea un review propiamente tal, le recomiendo que escuche este episodio del Podcast Analízame, en el que -valga la redundancia- analizan la película. O puede leer este pésimo review (si tiene tiempo, haga el ejercicio de comparar los estilos de ambos reviews, da para hacer un estudio etnográfico, LOL). Mi idea es: esta es una de las películas mas terceristas que he visto en lo que va del año. Este post es sobre eso.

Debo decir que superó mis espectativas en varios niveles. Visualmente, es una de las películas de Sci-Fi mejor logradas que he visto en el último tiempo. Ahí donde George Lucas no pudo ir, Cameron fué, vió y venció: el mundo de Pandora debe tener los paisajes mas bellos, meticulosamente detallados e imaginativos que se hayan visto en mucho tiempo. Bueno, ni tanto: como Francisco Ortega y otros han señalado ya, la estética de la película está fuertemente influida por los mundos imaginarios de Roger Dean, conocido por sus ilustraciones para el grupo Yes. De muestra, un par de botones:

Estéticamente, debo agregar que no pude evitar pensar en Pandora como un híbrido entre Nagrand, Ashenvale y Zangarmarsh, y en los Na’vi como un refrito de los Kal’dorei, con una espiritualidad y una filosofía de vida similar a la de los Shu’halo (+10 nerd points a quienes sepan de lo que hablo sin mirar los links ni buscar en Google). De los efectos especiales, ni hablar. Baste decir que la gente de Weta y el mismísimo Stan Winston colaboraron…

Pero el cuento es éste: Haciendo a un lado los personajes estereotipados, la trama un poco obvia, los malos-muy-malos y los buenos-muy-buenos, es una gran película. Pero si bien la película está majestuosamente lograda, generando una casi perfecta suspensión del juicio en el espectador… para mi no fué suficiente. Soy de los que le buscan las faltas de ortografía a las cartas de amor, le corrigen la gramática a los niños y encuentran agujas, alfileres, clips y corchetes en los pajares… de hecho, casi me parto de la risa cuando caché que el McGuffin de la película era un mineral llamado Unobtamium. Deformación profesional? Obsesivo-Compulsivo? Es mi Sheldon interno forcejeando para arruinarme el entretenimiento? En fin… vamos por partes. Si no ha visto la película aún, mejor no siga. Está advertido.


Los llamados experimentos mentales son pan de cada día en la filosofía de la mente. Si bien el concepto de controlar mentalmente un avatar, o encarnarse en un alter ego, no es para nada nuevo (Ghost in the Shell, The Matrix, por mencionar algunos ejemplos) solo en la escena en la que Jake Sully entra en la máquina para traspasar su mente a su azuloso avatar caí en cuenta en que el argumento expresa sumamente bien un problema filosófico que Daniel Dennett abordó en un ensayo de 1978 llamado Where Am I?, incluido en su libro Brainstorms (1981), y que procederé a parafrasear. Para efectos de la exposición, dejenme rebautizar a los involucrados:

al fondo: Yeik - al frente: Jake

Jake Sully (interpretado por Sam Worthington) es un ex-marine que es reclutado para encarnarse, o transferir su mente a, o telecontrolar temporalmente a un avatar, creado a partir del ADN de su hermano gemelo y el ADN de los Na’vi. Llamemos Yeik’Suli (actor digital en la película) a su encarnación azul, a este híbrido genético de casi tres metros. Llamemos, respectivamente, Jake a la mente de Jake Sully, Lleic al cuerpo original (parapléjico) de Jake, y Yeik a su avatar.

La premisa es que cuando Jake entra a la máquina y se “conecta”, o bien:

  1. Asumimos un dualismo, y decimos que Jake es trasladado a Yeik (como si su “alma” saltara de una “glándula pineal” cartesiana a otra)
  2. Asumimos un funcionalismo y decimos que Jake es replicado o instanciado en el sistema nervioso de Yeik (es decir, que al iniciar el proceso se saca un snapshot del estado funcional de Jake y este se inplanta en el cerebro de Yeik)
  3. Asumimos que Yeik no tiene sistema nervioso (o este está inutilizado) y se trata de un dispositivo que sirve de control remoto, y Jake nunca “sale” de Lleic, sino que sólo controla el cuerpo, y recibe de vuelta los estímulos sensoriales, en un loop sensomotor no explicado
  4. Asumimos que Yeik tiene un sistema nervioso estructuralmente idéntico y compatible, y que lo que sale de Lleic es una configuración (valores de activación, conectividad neural, etc.) hacia Yeik, y que cuando Jake vuelve a su cuerpo original, esta configuración se “actualiza” en el cerebro de Lleic.

El caso 1 me parece el menos plausible de todos… si es su alma, ¿como es posible que se transfiera a través del uso de aparataje tecnológico? Una de las pocas obras de ficción en las que se reconcilian estos aspectos es en Ygdrasil, una delirante fantasía tecnomágica (?) altamente recomendable. Pero en Avatar, no parece ser una opción.

En el caso 2, la idea de que Lleic deba perder su conciencia (o a Jake) para que esta (o este) emerja en Yeik no tiene ningún sentido. ¿Porque mejor hacer una copia de Jake, ponersela permanentemente a Yeik, y que de ahí en más cada uno siga su camino? (como en el caso de los dos Dennetts en el artículo)

En el caso 3 (que aparentemente es el mas plausible), ¿entonces como diablos es posible que se pueda hacer un traspaso definitivo? En este escenario, la mente de Jake nunca sale (ni puede salir) de Lleic. Lo unico que entra y sale son sus inputs sensoriales y sus outputs motores. Hemos de asumir entonces que la única forma de hacer un traspaso definitivo es con un transplante de cerebro… aunque esta frase es engañosa: en un transplante de cerebro, ¿quien es el receptor, y quien el donante? “Transplante de cuerpo” sería una frase mucho mñás apropiada, si asumimos que es el cerebro donde esta el  Yo, donde está Jake.

Y el caso 4 en realidad es el mismo que el caso dos, con la diferencia que en el 2 se concibe a Jake (la mente) como siendo idéntica con los estados funcionales del cerebro de Lleic, y en el 4 como los estados neuronales físicos. Lo que tenemos en ambos casos es una confusión ontológica, quizás derivada de una aplicación inpropia de la metáfora “mente/cerebro como software/hardware”.

Por ende, la primera pregunta del millón, es: ¿Dónde está realmente Jake cuando controla a Yeik? ¿Está en donde Lleic, en el laboratorio,encerrado en un sarcófago similar a una máquina de fMRI? ¿o realmente está donde Yeik, en el verdor la selva pandoriana?

La segunda pregunta del millón, que solo se responde tenuemente en la película, es: ¿la mente de Jake es el funcionamiento del sistema nervioso de Lleic, es un patrón funcional abstracto que se puede replicar en otro hardware (como Yeik, o un robot, etc.), o es un fenómeno metafísico?

Ya sea que veamos a la mente de Jake (o la mente de cualquiera de nosotros) como una alma o espíritu separada cartesianamente e independiente del cuerpo, como software del hardware cerebral, o como siendo idéntica (es decir, una y la misma cosa) con el cerebro, estamos frente a un problema. El caso es que en ningún momento se explicita qué tipo de datos son los que viajan entre Yeik y Lleic (o en su defecto, que es Jake el que viaja de un cuerpo a otro). La película es confusa al respecto (sobretodo por los “puertos” de datos que salen del cabello de los Na’vi, y que les permite conectarse con otros seres vivos), dando pistas que apuntan -contradictoriamente- hacia el dualismo, el fisicalismo, el panpsiquismo, etc. Sin embargo, no deja de ser estimulante el tratar de resolver este puzzle filosófico. ¿Que opinan ustedes?

Por mi parte, mi tesis es que Avatar NO ES una película espiritualista, es una película Tercerista. La clave es la siguiente: Grace (el personaje de Sigourney Weaver) descubre que efectivamente en Pandora lo que sucede es que los árboles se comunican entre sí como si fueran neuronas en un sistema nervioso. Y que los Na’vi se pueden conectar (literalmente) a esta base de datos de su especie, en la cual residen las mentes o los recuerdos de sus ancestros. No se trata de almas y cuerpos irreconciliables, se trata de explicar a través de la ciencia lo que los Na’vi viven a través de su fe y su cultura, sin eliminar el fenómeno explicado, sino que integrándolo con los otros niveles de explicación. La gracia es exactamente esa. Ni reduccionismo eliminativo, ni relativismo epistemológico: lo que se busca es integrar en un todo coherente los distintos aspectos aparentes de la realidad, que en el fondo es una sola. Estamos frente a un panpsiquismo fisicalista. Acabo de buscar en Google, y ambas palabras no coexisten en ninguna página. Por breves instantes, estas dos palabras serán un googlewack.

Hay que reconocerle a Cameron el mérito de poner sobre la mesa un nuevo mindfuck filosófico, que espero que tenga repercusiones en la filosofía de la mente similares a las que tuvo the Matrix en su momento. Si una película te entretiene, es buena. Si te entretiene y a la vez te hace pensar, es dos veces más buena.

Insisto: lean el artículo de Dennett.

http://www.newbanner.com/SecHumSCM/WhereAmI.html

A mí me voló la cabeza cuando lo leí, igual que los efectos de esta peli. 🙂

Quedarán para un post futuro mis peladas de cable sobre el Principio Antrópico, la Cognición Corporalizada según Andy Clark, el problema de la Traducción Radical Quineana, la Evolución Darwiniana en Pandora, la tecnología retratada en la película, la ecología Na’vi como ejemplo de Cognición Distribuida, y el misterio del porqué Sigourney Weaver sigue tan guapa a su edad. Son casi las 8 de la mañana y tengo que dormir. Saludos!