Ahora que ya han pasado más de 24 horas, el impacto emocional del show se está disipando de a poco, y los dolores musculares me permiten acercarme al teclado otra vez, puedo decirlo con propiedad: lo de Metallica el martes pasado es y será uno de los conciertos mas apoteósicos que he visto en mi vida. Este no es exactamente un review (para eso hay muchos y muy buenos blogs sobre música), sino que es más bien una reflexión sobre lo que  a todos nos pasa en nuestras mentes cuando vemos y oímos a los músicos que nos gustan.

Hablo de impacto emocional -a pesar de ser un adolescente de 30 años- porque este concierto [Hetfield, J., Ulrich, L., Hammett, K. & Trujillo, R. (2010) Live in Santiago. In World Magnetic Tour. Santiago: Club Hípico] fue mi primera vez con la banda en vivo. La primera vez que vinieron yo era demasiado chico como para ir (1993), y la segunda vez que vinieron (1999) yo era demasiado pobre: estaba en el segundo año de la Licenciatura en Filosofía, y no tenía crédito universitario. Ver después de tantos años a una de las primeras bandas que me gustaron, que me inspiraron para tratar de ser músico, y que fue el soundtrack de mi adolescencia, me trajo una avalancha de recuerdos, de distintos lugares y de distintas épocas: los paseos a la playa con los compañeros de Liceo, las primeras cervezas clandestinas, las eternas tardes de arcade jugando Street Fighter II con el Ride the Lightning en el Walkman, las primeras poleras negras “satánicas” (o la desvinculación del estilo de ropa dictado por mi mamá, LOL), los años jugando taca-taca de estudio en la U, etc… un verdadero cortocircuito en el Hipocampo y la Amígdala. Era como si cada canción viniera con su propio videoclip compuesto de recuerdos… estoy seguro que a cada uno de ustedes le pasa lo mismo con sus bandas favoritas.(…¿quienes más podrían citar un concierto en formato APA? nosotros pueh!)

Y una de las muchas cosas que recordé esa noche, era uno de esos recuerdos que parecían sepultados para siempre en el pantano de la memoria… hasta que las primera notas de Enter Sandman, y sus acentos a destiempo iniciales lo desenterraron y me hicieron revivir un episodio clave de mi adolescencia. Seré breve. Fué mas o menos el año 1992 en que me compré un par de baquetas en una tienda de música y empecé a hacer air-drumming (o el arte de tocar la batería imaginaria), al ritmo de las bandas que en ese momento eran mis primeros referentes: Metallica, The Ramones, Guns n’ Roses y Nirvana (estas dós ultimas, relegadas por más de una década al status de “placer culpable”).

Pasó un año de golpear con furia el aire, imitando y repitiendo con precisión los movimientos de Lars Ulrich en las cintas vhs que atesoraba y que veía una y otra vez… hasta que por un azar del destino, me invitaron a tocar unos temas.. con público! La banda de un amigo de un primo necesitaba baterista para tocar en un festival de barrio en el verano del 94, en Curacaví. El setlist (ahora lo recuerdo como si fuera ayer) eran 5 temas: Enter Sandman y Battery (Metallica), Anarchy in the U.K. (Sex Pistols), Smells Like Teen Spirit y Breed (Nirvana). Me preguntaron si me sabía bien esos temas, ya que no había ni tiempo ni dinero para ensayar, a lo que respondí que sí… no les dije que nunca me había sentado frente a una batería de verdad! Muerto de miedo, repetí minuciosamente la rutina de golpear los tambores, sólo que esta vez eran de verdad. Y para mi sorpresa: sonamos horrible… pero no por mi culpa: los guitarristas no eran muy experimentados (y solo eran unos años mayores que yo). Esa noche, fué un doble debut: la primera vez que toqué ante público, y la primera vez que toqué un instrumento de verdad. Así empezó una accidentada carrera: tiempo después descubrí a Rush y decidí cambiarme al bajo eléctrico. Hace ya un par de años que no toco bajo, pero sé que esa última vez que me subí a un escenario no será la última, y que eventualmente (cuando la filosofía y el podcast me vuelvan millonario, LOL) volveré a tocar. Sin embargo aún es sorprendente el pensar que me subí a un escenario sin haber tocado nunca una batería de verdad, y haber sobrevivido! ¿Inexplicable? Nah… siga leyendo 😉

Una de las cosas que mas me llama la atención del Metal (y del rock pesado en general) es el cómo, en vez de causar ganas de “bailarlo”, dan ganas de saltar, cabecear (headbanging), moshear, o agarrarse a paipazos, etc. Y entre las múltiples manifestaciones corporales que el metal incita, están el air-guitar y el air-drumming. Incluso inconscientemente y sin saber tocar el instrumento en cuestión, tendemos a imitar los movimientos  que hace el músico cuando toca… incluso cuando sólo tenemos la música y no los vemos. A muchos nos sigue pasando hoy en día, y si usted es de los que involuntariamente llevan el ritmo con los dedos y los pies cuando escucha música en la micro, o “uñetea” con la derecha y empuña la izquierda, sabe de lo que hablo.

Fué hace un par de años, al leer un artículo de neurociencia en la revista Trends in Cognitive Science -Freedberg & Gallese (2007) “Motion, emotion and empathy in esthetic experience”-, que se me iluminó la ampolleta del porqué sucede eso. Cuando llegué a esta parte (las negritas son mías):

“The discovery of mirror neurons illuminates the neural underpinnings of the frequent but hitherto unexplained feeling of physical reaction, often in apparent imitation of the actions represented within a work of art or suggested by the implied movements involved in its making; mirror neurons also offer the possibility of a clearer understanding of the relationship between responses to the perception of movement within paintings, sculpture and architecture (and not just in their anthropomorphic or figurativemodes) and the emotions such works provoke.”

Voilá: lo que pasa cuando uno ve una pintura de Pollock, y cuando uno escucha Rock es exactamente la misma cosa: se activan neuronas espejo motoras, como si fuéramos nosotros quienes están tocando. Reconocemos el “gesto”, llevamos el ritmo con el cuerpo,  Especialmente con bandas con riffs potentes, en los que la intención y las emociones de quien está tocando (en este caso, la mardá, that evil feeling, la rabia, la furia, la energía, el miedo a lo desconocido, las ganas de rebelarse, etc.) se traspasa al oyente. Disfrutar el metal es una cosa de empatía. Así como los himnos épicos del heavy metal exaltan el espíritu, los temas mas brutales del death metal tensan cada músculo y hacen fruncir el ceño mientras cantamos con voz de calefont, los temas del rock gótico deprimen y los temas del hardcore o thrash dan ganas de hacer mosh… cuando disfrutamos de la música nos ponemos en los zapatos de nuestros músicos favoritos… casi literalmente. Y anoche, fueron 55.000 personas las que activaron sus cerebros y sus cuerpos al ritmo de una de las bandas más influyentes de todos los tiempos. Y si no me cree, dese una vuelta por las escuelas de música, o vea las bandas tributo (buenas y malas) que existen en el país… lo de Metallica es una pasión… literalmente!

Un amigo nuestro (que es fonoaudiólogo, pero además y antes de eso, es comiquero y metalero de corazón) nos mandó hace algún tiempo un texto introductorio que escribió sobre las neuronas espejo, o Mirror Neurons. Esperamos que les encienda la curiosidad por este apasionante tema:

Neuronas espejo

por Hugo Segura P.

Este es un tema que me interesa muchísimo. Usando una expresión prestada de un colega, creo que podrían convertirse en ‘cemento’ que permita unir muchos aspectos no solo de la neurociencia, sino que la vinculación de la empatía, con el lenguaje, con la terapia, con la acción. Todos estos son temas que me han tocado abordar de una y muchas formas en mi rol de fonoaudiólogo, trabajando con personas con diagnósticos variados, pero muy frecuentemente con el rótulo de Trastorno del Espectro Autista.

La historia nos cuenta que a principios de la década del 90, mientras realizaban diferentes experimentos con macacos, el doctor Giacomo Rizzolatti y su equipo descubrieron, aparentemente en forma accidental un comportamiento inesperado en las respuestas electrofisiológicas de los primates. Estos estaban conectados a una serie de electrodos, de manera que los científicos podían comprobar qué región del cerebro se activaba cada vez que realizaban alguna acción. Así, si el macaco cogía un objeto o se movía, los sensores registraban un aumento de actividad en las regiones implicadas en dicho movimiento. Estas áreas se corresponden con las zonas motoras primarias según el mapa de Brodmann.

El descubrimiento ocurrió cuando Rizzolatti, casi por casualidad, encontró que el cerebro de uno de los monos se activaba cuando veía a un humano realizar la acción. En concreto, al ver al cuidador tomar una taza o un plátano, en el cerebro del macaco se activaban las mismas zonas que se habrían encendido de haberlos cogido por sus propios medios.

Desde entonces, y debido a aquel hallazgo, el equipo siguió realizando experimentos hasta descubrir la existencia de una serie de neuronas, denominadas neuronas espejo, aunque actualmente se habla de la existencia de un sistema de neuronas espejo, que se activan al observar el comportamiento ajeno y que podrían explicar algunos procesos cerebrales como el aprendizaje por imitación e incluso el lenguaje.

El funcionamiento de las neuronas espejo, según esta hipótesis, es una herramienta muy útil para aprender y fácilmente observable durante los primeros días de vida de un bebé, cuando reaccionan instintivamente copiando los gestos de su interlocutor, de hecho existe un artículo de Colwin Trevarthen (un autor que ha desarrollado el concepto de Intersubjetividad) que muestra fotografías de neonatos repitiendo gestos que han observado a minutos de nacer. El tema, es que cuando se realizó el experimento con crías de macaco, se comprobó que también imitaban los gestos como sacar la lengua o abrir la boca.


Tal ha sido el revuelo que ha causado el descubrimiento de este sistema de neuronas, que neurocientistas tan reputados como Vilayanur Ramachandran han llegado a decir que este descubrimiento “hará tanto por la psicología como el ADN ha hecho por la biología”.

No obstante, y como en toda ciencia saludable, existen detractores de la postulación de la existencia de estas neuronas en humanos, como por ejemplo, los hallazgos de Alfonso Caramazza y sus colegas publicado recientemente (link para el artículo).

La existencia de este tipo de neuronas en la zona del cerebro conocida como área de Broca, lleva a algunos autores a postular que pueden haber sido la clave para el desarrollo del lenguaje. Por otro lado, otras investigaciones las postulan como la base de la empatía y, por lo tanto de nuestra manera de comprender, e incluso anticipar el comportamiento de los demás (mejor conocido como Teoría de la Mente, ToM). Los experimentos de Simon Baron-Cohen, de Francesca Happé o de Uta Frith, por nombrar sólo algunos, han determinado que cuando contemplamos expresiones ajenas de disgusto o alegría, se activan unas regiones muy determinadas de nuestro cerebro, aunque la presencia de neuronas espejo individuales ha resultado complejo de probar.

La relevancia que podría haber, es, por ejemplo que su existencia podría explicar que los lactantes menores de un año son capaces de identificar cuál es la meta que presenta un adulto al ejecutar una determinada acción, tal como lo ha demostrado Michael Tomasello.

A partir de ahí  los seres humanos seríamos capaces de repetir conductas con propósito (imitación) diferenciando esto de conductas realizadas sin propósito (emulación), de esta forma colaborarían en la comprensión de las intenciones de los demás, nuevamente base de la Teoría de la Mente.

En cuanto a mi área de interés primario, la terapia del lenguaje, la existencia de este sistema permitiría al niño pequeño asociar un evento u objeto al enunciado del adulto y a su vez a la intención con que es dicho este enunciado, permitiendo no solo dotar al mundo de etiquetas a los objetos, sino que también permitiría replicar el enunciado con una intención y no solo una repetición como la ecolalia.

De esta forma, la terapia del lenguaje debería ser más que solamente la repetición, o la nominación de láminas. La intervención debería estar enriquecida por la interacción, el contexto, las intenciones, pero claro… ése es otro tema.

En resumen: aprendí a tocar batería gracias a mis neuronas espejo… las que se reactivaron otra vez, tan intensamente como cuando tenía 13 años, en el concierto del martes pasado. Así fué como pagué una deuda histórica con el pendejo que alguna vez fuí, y me re-enamoré de la banda (a quienes les dí la espalda desde el Load en adelante, estigma que sólo el Death Magnetic logró remover de mi cabeza). Esa noche, dormí extenuado, pero feliz como pocas veces… aún no puedo sacarme la sonrisa de la cara. Y una de las grandes lecciones que saqué, es que la ciencia cognitiva me persigue a todas partes… MALDITO SEAS, SHELDON!  BAZINGA!!!

Master of Puppets: 1993, 1999 y 2010

[youtube=http://www.youtube.com/watch?v=39vM4V6eUfI]

[youtube=http://www.youtube.com/watch?v=6bRDQLUplAM]

[youtube=http://www.youtube.com/watch?v=4BNkeb1WOxU]

Si quedó con gusto a poco, le recomendamos que escuche el episodio 7 de nuestro podcast (en el que brevemente hablamos de neuronas espejo con Hugo Segura, autor de la nota sobre las Neuronas espejo aquí publicada), el episodio 8 (en el que hablamos sobre el cómo la música es un potente elicitador de recuerdos) y el episodio 15 (en el que hablamos sobre el rol de las neuronas espejo en la experiencia estética). Y si aún quiere más, le recomendamos que lea esta excelente conversación entre Daniel Levitin (uno de los psicólogos cognitivos mas reconocidos por sus estudios sobre la cognicion musical) y David Byrne (músico legendario, integrante de Talking Heads, con una notable carrera solista y como productor). O mejor aún, véala en video!

Y sobre el air-drumming: hay una comedia llamada “Adventures of Power“, que trata sobre un loser que toca batería imaginaria…

[youtube=http://www.youtube.com/watch?v=GyFZmKT98W0]

Saludos a los amigos que fueron! Especialmente a la Lili, que tomó algunas de las fotos de este post desde la enfermería 🙂

Remistofeles, Frodo y Right Said Fred

Remistofeles, Frodo y Right Said Fred

That’s my METAL face… LOL