El 12 de enero de 2010, a las 16:53:09 (hora local) se registró en Haití un terremoto de magnitud 7,0 grados Richter. Las consecuencias del sismo consideran una estimación de más de 140.000 víctimas fatales, la destrucción de aproximadamente el 20% de las edificaciones de Puerto Príncipe, y movimientos masivos de población. Diversas fuentes informan que se trata del mayor sismo en la isla en los últimos doscientos años.

Este lamentable episodio puede servir para dar luz acerca de la gravedad de los desastres naturales y sus consecuencias para sociedades y economías tan deprivadas como la de la isla.

De acuerdo con el último informe de desarrollo humano (Human Development Report, ONU 2009), Haití presenta un Índice (HDI) de 0,532, que ubica al país en el lugar 153 de la tabla y en la última posición dentro de América (como referencia, el HDI de Chile es de 0,878, y el de Estados Unidos, de 0,956).

En un artículo en prensa de la revista Global Environmental Change, Chang Hoon Oh y Rafael Reuveny (Climatic natural disasters, political risk, and international trade) se propone que:

Los desastres naturales se han convertido crecientemente en uno de los problemas más graves que enfrenta la humanidad. El promedio de desastres naturales a lo largo del planeta se ha incrementado desde cerca de treinta por año a mediados del siglo XX a más de 400 desde el año 2000. El promedio de personas afectadas, definidas como aquellas que requieren ayudas como cuidados médicos, alimentación y refugio durante y después de los desastres era de alrededor de 25 millones por año en 1960, y creció hasta 300 millones desde el 2000. Ajustando la inflación, el promedio de pérdida económica ha crecido desde 12.000 millones de dólares por año en 1970 hasta 83.000 millones de dólares desde el 2000”.

Las causas para este crecimiento van desde el cambio climático, hasta una mayor cobertura informativa (lo que significa que en la actualidad el monitoreo y estimación de cifras es más preciso que con anterioridad) y, por supuesto, el aumento de la población.

Lo más importante como conclusión del artículo para el caso haitiano es lo siguiente; de acuerdo con los autores:

“Un incremento de los desastres naturales y el riesgo político, tanto para los países importadores como exportadores, reduce el comercio bilateral. Países cuyo riesgo político declina (se vuelven más seguros) son menos afectados en sus intercambios cuando son golpeados por los desastres naturales. Países golpeados por más desastres presentan una mayor declinación en su comercio cuando el riesgo político se incrementa”.

De manera similar, en un artículo recientemente publicado en PNAS (Estimating least-developed countries’ vulnerability to climate-related extreme events over the next 50 years, 5 de enero de 2010) se preguntan si los países menos desarrollados son más vulnerables al cambio climático (y, por extensión -nuestra-, a todo tipo de desastres naturales, incluyendo los terremotos). La respuesta, lamentablemente, es afirmativa. Más aún, según las estimaciones de los autores:

“La cuestión es importante, sobre todo porque los actuales niveles de asistencia internacional para apoyar la adaptación está distanciada por más de un orden de magnitud por debajo de lo que los analistas estiman que se necesita, y el aumento de apoyo podría tomar muchos años”.

Los invitamos a compartir en esta conversación, y por supuesto a apoyar a nuestras hermanas y hermanos de Haití por el sinnúmero de medios de asistencia que se han desplegado en los diferentes países del continente y del mundo.