Si tuviéramos que elegir una novela como la novela esencial de la Tercera Cultura, probablemente la selección se reduciría a dos o tres obras: Contacto de Carl Sagan, La Guía del Autoestopista Galáctico de Douglas Adams, y Alicia en el País de las Maravillas, de Lewis Carroll. Forzados a elegir, creo que optaríamos por esta última. Aprovechando el pronto estreno de la versión burtoniana (y el correspondiente incremento en el interés por la obra, en forma de reediciones, merchandising, etc.), el texto que presentamos está sacado del viejo sitio Linkteratura de Ciudad Virtual, y se publicó en 2001.

Un bote surca parsimoniosamente las aguas de un afluente del Támesis en las cercanías de Oxford. En popa y a los remos va Robinson Duckworth, clérigo y profesor del Trinity College. Sentadas en medio las tres hijas del decano del Christ Church: Lorina, Edith y Alicia Lidell. A la proa, Charles Lutwidge Dodgson, diácono y colega del capitán.

Los anales del departamento de meteorología de Londres sindican que ese día, 4 de julio de 1862, es frío y lluvioso. Pero, los personajes de la singular travesía no lo recuerdan de esa manera y disfrutan de un soleado paseo veraniego. Las niñas Lidell están bastante acostumbradas a esas incursiones con algunos de los compañeros de su padre. Más que ningún niño en la Inglaterra victoriana, ellas habitan un mundo de reglas, comportamientos y lógica de adultos. Es por eso que las salidas con el reverendo Dodgson parecen agradarles mucho. A diferencia de otros mayores, éste les presta un singular interés y ameniza los periplos con cuentos que va creando sobre la marcha. Dodgson, que hace siete años fue rebautizado como Lewis Carroll por su amigo Edmund Yates, por su parte también se place de estos paseos. En el mundo competitivo y reglado de los adultos no se siente cómodo, tartamudea cada vez que habla y hasta ha debido abandonar la idea de seguir la vocación eclesiástica para no tener que enfrentarse a la asamblea. Con los niños, y muy especialmente con las niñas, todo cambia y, donde antes había tartamudeo, se llena el espacio de juegos de palabras e imágenes de creación portentosa. Ellas son el auditorio en que puede realizarse.

Ese cuatro de julio parece particularmente inspirador y para las tres niñas va creando un cuento cada vez más enrevesado y rico en imágenes. Duckworth ha detenido la embarcación en el linde del río y los cinco se han tendido en el pasto a merendar. Alicia, de diez años, desea seguir escuchando a Carroll. Tomando lo que tiene a mano, el paisaje de la campiña, imágenes de canciones infantiles, retruécanos de ocurrencia espontánea; el profesor presenta un conejo blanco que pasa corriendo junto al grupo y se interna en una madriguera. Alicia se levantará y correteará al roedor hasta internarse a su vez por el agujero. La consecuente caída y posterior encuentro con alimañas de la más variada catadura, se constituirá en un relato que, al concluir la jornada, la pequeña Alicia pedirá ser puesto por escrito.

Lewis Carroll pasaría esa noche en vela transcribiendo sus recuerdos del disparatado cuento narrado durante la tarde, y entre correcciones, aumentos y recortes se tomaría hasta el 16 de noviembre de 1864, cuando envuelto en papel de regalo haría entrega a la niña del manuscrito Las Aventuras Subterráneas de Alicia. Un año más tarde, y luego de que el original fuera leído por otro niño, hijo de otro amigo, Dodgson se anima a publicarlo. La poderosa editorial MacMillan lo lanza en agosto de 1865 adornado con 42 dibujos del famoso caricaturista John Tenniel. Para 1889 se habían hecho 26 ediciones, en 1897 llegaba a los 86.000 ejemplares. Hoy es el segundo libro más citado en lengua inglesa después de la Biblia.

Con la pequeña Alicia me llevo de Maravillas, les invito entonces a seguir los pasos del conejo e internarnos por la madriguera.

DE QUE SE TRATA

ALICIA VA EN EL COCHE CARROLL(IN)

Traducido al español por primera vez en 1928, la historia de Alicia no ha tenido mucha fortuna en nuestra lengua. Mientras que El Principito siempre se ha cargado como un cuento de niños para adultos. La historia de la pequeña que persigue al Conejo Blanco, nos ha llegado demasiadas veces en modelos “para niñ@s”.

Así, son pocos los que han podido disfrutar de la narración verdadera (algo que también ocurre con Las Mil y Una Noches). Recién en 1970 la Editorial Alianza lanzó una versión fiel al original, traducida por Jaime de Ojeda, y desde entonces se han ido multiplicando sus similares a ambos lados del Atlántico. Seguiremos esta vez esa primera versión castellana, haciendo referencia a las primeras ilustraciones de los libros que se deben a John Tenniel.

Alicia

Publicada en dos partes: Alicia en el País de las Maravillas (1865) y A Través del Espejo y lo que Alicia Encontró Allí (1871), la bilogía de Lewis Carroll, es considerada hoy como una de las más poderosas precursoras de las vanguardias literarias del siglo XX. Atravesada por permanentes violaciones narrativas y cambios de nivel discursivo, ambas partes narran sucesivos encuentros del personaje con figuras y situaciones de un poderoso significado onírico, simbólico y lingüístico. Como pocos han tenido acceso a los originales me tomo la molestia de hacerles un pequeño resumen:

Alicia en el País de las Maravillas. Dividida en 12 episodios, el relato se inicia con Alicia aburrida junto a su hermana y la persecución del Conejo Blanco. Caída por la madriguera y botellitas y pastelitos que agrandan y empequeñecen. Los dos capítulos siguientes tratan del charco de lágrimas y el encuentro con varios animales que representan a los miembros del paseo de ese 4 de julio (el Dodo, Carroll; el Pato, Duckworth, etc). El capítulo 4 muestra a Alicia encerrada dentro de la casa del Conejo y cómo la lagartija Pepito trata de sacarla. En el 5 aparece la Oruga opiómana y está la parodia a un poema moralizante de la época (Carroll abunda en parodias de este estilo y casi todos los poemas narrados en ambas partes tienen referentes externos de la época). En el capítulo 6 Alicia se encuentra con la Duquesa y Cerdo (una guagua que se transforma en el animalito), pero sobre todo con el gato de Cheshire. Para el 7 están el Sombrerero Loco y la Liebre de Marzo que contrariamente a la cultura popular NO celebran el “no cumpleaños” sino que un té permanente (el Sombrerero se ha peleado con el Tiempo y vive en las seis de la tarde siempre). La famosa Reina de Corazones entra en escena en el 8vo junto con los naipes animados, las rosas que se pintan de blanco a rojo, y el croquet con flamencos y erizos. El nueve y diez dejan paso al Grifo y a la Tortuga Artificial (episodios que casi siempre se pierden en las versiones). En el undécimo se halla el juicio por el robo de las “tartas”, que no culpa a Alicia (como también se cree erróneamente) sino que a la Sota. Aquí como antes la Reina se refocila mandando cortar cabezas y adelantando la sentencia al veredicto. Contrariando una vez más las versiones a la Disney, ni los locos (Sombrerero y Liebre) son tan parados en la hilacha, ni el Rey es tan pusilánime. Cierra la obra el testimonio de Alicia quien agrandándose da con los naipes por los aires diciendo: “¡Si no son más que un mazo de cartas!” Alicia entonces despierta de su sueño y narra a su hermana sus oníricas aventuras.

A Través del Espejo y lo que Alicia Encontró Allí. Los doce episodios de esta segunda parte tienen una estructura diferente a la de la anterior. Mientras en el País de las Maravillas el relato tenía la lógica de un sueño y no se sabía nunca qué ocurriría más tarde; en este Espejo se nos indica desde el principio que se seguirá un partido de ajedrez, donde “las blancas juegan y ganan en once movimientos”. Alicia será un peón que corre a convertirse en reina. El libro se inicia con Alicia en la víspera de Guy Fawkes (una inglesísima celebración de un fallido intento por volar el parlamento en 1605, en que coqueteando con una no muy oculta anarquía se tiran fuegos artificiales), el 4 de noviembre (o sea cuatro meses más tarde que la primera parte). Dina la gata (que es mencionada en el País de las Maravillas) ha tenido un gatito negro y otro blanco. Alicia juega con el negro y se pregunta cómo será el mundo que se ve del otro lado del espejo del salón. Así la niña atraviesa el espejo e ingresa en el que llamaremos el “mundo del espejo”. En este primer capítulo aparecen las piezas de ajedrez y el poema Jabberwocky (que tiene que leerse contra el espejo pues en el “mundo del espejo” todo está al revés). El segundo episodio muestra la salida de Alicia al jardín, el encuentro con las flores que hablan y con la Reina Roja quien la pondrá en la casilla segunda de la reina en un campo que es un gigantesco tablero de ajedrez. El tercer capítulo enseña los insectos del espejo y el viaje en tren. En el cuarto aparecen Twedledee y Twedledum y el poema “La Morsa y el Carpintero”. En el quinto Alicia se encuentra con la Reina Blanca que se convierte en oveja y hay un curioso paseo en bote y una estancia en la tienda de la oveja. Alicia está en la quinta casilla del tablero y para el próximo episodio encuentra a Humpty-Dumpty el huevo, quien es el que verdaderamente habla de los “no cumpleaños”. El capítulo siete verá aparecer furtivamente los únicos personajes que se repiten el plato desde el País de las Maravillas, la Liebre y el Sombrerero (llamados crípticamente Haigha y Hatta). Además Alicia interactúa con el Unicornio y el León (los animales del escudo de Gran Bretaña que representan a Escocia e Inglaterra y que en los dibujos de Tenniel son mostrados como caricaturas de Disraeli y Gladstone). En el episodio 8 Alicia llega a la séptima casilla y se enfrentan el Caballero Blanco y el Rojo (el blanco se come al rojo en la jugada de ajedrez). Este, que no es otro que el mismo Carroll, acompaña a la heroína hasta el linde del bosque y se despide cuando ella pasa a la octava casilla. Alicia como Reina en el 9 se enfrenta al mismo tiempo con las otras dos Reinas y acaba capturando a la Roja y ganando el juego. Los capítulos 10 y 11 son microcapítulos que muestran cómo Alicia sacude a la Reina Roja que se transforma en el Gatito Negro (y por ende en el despertar de la niña), la obra se cierra con la pregunta de Alicia sobre quién soñó el sueño.

Dodo

Charles Lutwidge Dodgson nació en 1832 en el seno de una tradicional familia inglesa de Dadesbury, Cheshire, en la que su padre era párroco. Educado puertas adentro y en compañía de sus numerosos hermanos y hermanas, se aficionó desde muy niño a los juegos de palabras, lógicos, paródicos; con los que hacía las delicias de grandes y chicos. A los catorce años abandona la protección uterina de la casa paterna y cae en el public school de Rugby. Allí se las tiene que ver con los matoncitos de turno y un ambiente de colegio de hombres no muy afín a su sensibilidad humorístico artística. Comienza a tartamudear por lo que coge el sobrenombre de Dodo (Do-do-dogson). Y muy seguramente sufre continuos robos de sanguches, rayados de cuadernos y golpes jugando al “hoyito-patá” o al “parir la chancha”. De grande, eso sí, se vengará de sus molestos compañeros al caricaturizarlos en las figuras de Tweedledee y Tweedledum (dos tanques descerebrados que visten colegialmente y piensan igual aunque creen que discuten). No será el único en oponerse al ambiente de competencia académica, deportiva, cuasifascista del lugar; recordemos que en 1823 otro muchacho de la localidad, cansado de que les metieran goles por debajo de la lengua a su equipo de fútbol, agarró sin más la pelota y cruzó el campo de juego para dejarla sobre la raya del arco rival inventando así el deporte que llevaría el nombre de Rugby.

Hacia 1851 y escapando del bruto ambiente de Rugby llega a la más educada Oxford donde sólo le sacarán con “las patas por delante” casi medio siglo más tarde. Allí se especializa en matemáticas y lógica, pero fracasará a la hora de hacer clases, por lo que se dedicará a publicar estudios más que a debatir y explicar en público. En 1855 se amista con Edmund Yates quien trasladando al latín su nombre (Carolus Ludovicus), invertirlo (Ludovicus Carolus) y anglificarlo (Lewis Carroll) le entrega uno de los regalos más valiosos que se le puedan hacer a un artista: un alter ego. Mientras Charles Lutwidge es timorato (o como decían en los monitos de Súperman: “el tímido, pusilánime y amanerado Clark Kent”), Lewis Carroll destila ingenio y causticidad.

Como ya dijimos, en 1861 es ordenado diácono, pero no continuará esa senda. Si bien nunca se casará y el ambiente erudito intelectual de Oxford no será de lo mejor para el desarrollo de lo afectivo; también como Lewis Carroll se impondrá a esta limitante estableciendo amistades con niñitas de entre siete y trece años a las que solerá contarle cuentos de su invención. Mucho se ha hablado y escrito de esta afición carrolliana y abundan los textos sicobiográficos que revelan la pederastía del reverendo. Máxime cuando otra de las aficiones de este excéntrico personaje era la naciente fotografía y en combinación hizo muchas fotos de niñas desnudas que el mismo quemó cuando los lengüita de víbora pusieron el grito en el cielo. Investigaciones de fines de los 60 revelan diarios personales que indican, sin lugar a dudas, que Dodgson habría pedido la mano de varias de sus amigas-niñas, incluida la Alicia Lidell que le inspiró la bilogía. Separado de la posibilidad de matrimoniarse, mal mirado por los padres de las niñitas y por sus compañeros académicos por la afición a los desnudos, los años que siguieron a 1864 (cuando los Lidell le impiden las visitas a Alicia) fueron puliendo la veta paródica ilógica carrolliana.

Para 1871 MacMillan edita la segunda parte de Alicia: A Través del Espejo y lo que Alicia Encontró Allí con lo que se completa la bilogía. Aunque Carroll volverá varias veces sobre el tema ya nada se añadirá y simplemente se harán ediciones alternativas: como la del original Las Aventuras Subterráneas de Alicia (1886), A Dream Play for Children (versión teatral de Clarck y Slaughter, también ese año), y The Nursery Alice, una versión para niños de cinco añitos en 1889. Carroll se entretendrá eso sí inventando juegos de ingenio, paradojas (que se llaman hoy “carrollianas”), y hasta un par de juegos de salón como el Billar Redondo. Aunque esporádicamente habrá otros textos literarios (como A la caza del Snark de 1876 o Sylvia y Bruno de 1889), para 1895 anotará en su diario “dedico todo mi tiempo a la lógica”. Morirá en 1898 añorando “esos alegres días de un estío de antaño”.

PISTAS

TODAS IBAMOS A SER REINAS

Tan numerosos son los recursos literarios que Lewis Carroll emplea a lo largo de las dos Alicias que sólo nos detendremos en algunos.

1.- Las palabras maleta

Consiste en unir dos palabras en una consiguiendo un significado nuevo (ya lo veremos abajo). Es un modelo que en inglés parece iniciarse con el juez Shallow, quien interpelado sobre a quién había servido por rey, si a Richard o a William. En la encrucijada y sin saber si los soldados siguen a uno u otro contestó: “Richiam” (otra vez me he pelado este cuento de Jorge Teillier). Las palabras maletas se popularizarán a partir de Carroll y encontrarán grandes usuarios en James Joyce o Alfred Jarry. Aunque comunes en otros idiomas (en especial en alemán) en castellano escasean y yo sólo recuerdo un par por generación esporádica: fraternura y suaviduría. Otra es el intento de traducción de “smog” (que es maleta de smoke y fog) en “brumo” (maleta de bruma y humo).

2.- La literalización de metáforas

Carroll no generaba casi nada desde su imaginación, sino que tomaba elementos de su entorno y los releía. Así prácticamente todos los personajes de la bilogía existían de alguna manera antes. Lo que el autor hacía era que, volviendo literales ciertos significantes, les creaba un significado diferente. Por ejemplo, en el inglés de la época se solía emplear la frase “loco como una Liebre de Marzo” (en razón de que marzo es la época del apareamiento y las liebres parecen comportarse de manera estrafalaria). Lewis entoces tomaba la frase e imaginaba un personaje que fuera una liebre y estuviera loca: la Liebre de Marzo. Lo mismo para el Sombrerero que en la cultura popular de la época también se creía enloquecían con el tiempo. Otros ejemplos son el Gato de Cheshire, o el Unicornio y el León.

2.1.- Poemas

En especial respecto de esta estrategia está la relectura de varios poemas clásicos de la época, como el de Tweedledee y Tweedledum o el de Humpty-Dumpty. En este último caso se combinan varias tradiciones; Humpty-Dumpty era una adivinanza que preguntaba por alguien gibado (humpty) y paticorto (dumpty) y cuya respuesta era un huevo. Pero, el poema trataba de los reyes y su creencia de que siempre iban a estar en el poder (muro). Por fin hay quien ha propuesto que el Humpty-Dumpty del poema (que caía del muro y no podía ser reinstalado) era el nombre de un enorme cañón que al ser disparado rodó por la colina y nadie lo pudo volver a poner en su sitio.

3.- Parodias

Además de los poemas tomados literalmente hay varios otros que son reproducidos cambiando palabras y generando un chiste. En general se trata de poemas didácticos infantiles de la época, pero hay otros de la tradición como el de Wordsworth que aparece al final del segundo libro. En particular está el “Jabberwocky” que es el más famoso de los poemas carrollianos, que, si bien no parodia ningún poema específico, sí lo hace con la literatura épica inglesa (el Jabberwocky es un monstruo que se enfrenta al héroe que porta la espada Vorpal).

4.- Ilogicismos

En muchísimos pasajes el juego es sobre las mismas palabras que se usan, así cuando el Rey Blanco se sorprende de que Alicia “vea a Nadie” en el camino, o cuando Humpty-Dumpty le dice que él puede darle el significado que quiera a las palabras que utiliza.

5.- Deconstrucción

Varios tópicos son integrados en los relatos, como el “descensus ad inferos” con que se inician las Maravillas (quizá el más jocoso “descensus” que se haya escrito) o el “encuentro de la Virgen con el Unicornio” (Alicia y el Unicornio no se creen mutuamente). La imagen de “la Dama en el Bote reflejándose en el agua” remite a Ofelia, pero sobre todo a la Dama de Shalott. Por fin la imagen del “caballero y la Dama” con que Alicia pasará de la séptima a la octava casilla refiere al modelo de amor cortés tradicional, pero fallido.

6.- Alicia como Musa

Alicia fue efectivamente la musa que inspiró a Carroll y hay que mirarla como tal (nunca he escuchado que se critique a Dante porque se enamoró de una niñita llamada Beatriz). Pero, que yo sepa el camino del héroe de la niña es el primero que fue transitado por una mujer. Respecto de la segunda parte debo recordar que el episodio inspirador se halla en otra Alicia (Raikes) a quien Carroll preguntó sobre en qué mano tenía su imagen en el espejo una naranja que ella portaba en la derecha; Raikes dijo: “en el mundo del espejo debe de tenerla en la derecha”. Aún así la Alicia de la segunda es la misma que la de la primera. Muchos en lo de la musidad aliciana han comparado a Carroll con Nabokov y su Lolita.

7.- Alicia como Dama

En la segunda parte la imagen de Alicia se va igualando cada vez más a la imagen de la dama medieval, así varios pasajes como el del ciervo, el del unicornio, el del caballero, remiten a este sentido.

8.- Alicia como Reina

La coronación de Alicia equivale en mi humilde juicio a la apoteosis de Beatriz en La Divina Comedia, y creo que es la más simple explicación para que nunca se continuaran sus aventuras (¿qué más alto podía llegar el personaje?).

9.- Un mundo de reglas y juegos

Ambas partes refieren a juegos sucesivamente: el croquet, las cartas y el ajedrez. Es un mundo con reglas que son antojadizas (y que la niña Alicia va descubriendo en su ilogicidad), que representa evidentemente el mundo victoriano. Alicia acaba siempre triunfando en el juego a pesar de que de entrada parece confundida (nótese la similitud con el Principito).

10.- Llegando a la adultez

Casi todos los análisis del País de las Maravillas y del mundo del Espejo representan el viaje de Alicia como el paso de la infancia a la adultez, pero hay que especificar que el mundo adulto aparece como ilógico, como no-adulto. Se puede ver en Alicia una solapada crítica de la modernidad, y un vínculo oculto con las propuestas de las vanguardias. Pensemos en Alfred Jarry y su Ubú Rey (otra obra que circula en torno a la realeza), tan similar a Humpty-Dumpty, o en el mundo de Kafka (con reglas ilógicas incomprensibles). Alicia será de las pocas obras que miren esto desde el prisma del humor. Sí, Alicia sí se hace adulta, pero para subvertir el orden establecido, no para acatarlo.

Para cerrar un regalito… Le he pedido a mi amigo lingüista norteamericano Scott Sadowsky que me explique un poco los juegos de palabras del “Jabberwocky”, a lo que él muy amablemente me ha contestado con esta primera estrofa anotada.

El “Jabberwocky” anotado

‘Twas brillig and the slithy toves/Did gyre and gambol in the wabe;/All mimsy were the borogoves,/And the mome raths outgrabe.

Brillig

Si bien no viola ninguna regla fonológica inglesa, de alguna manera parece no acatar sus reglas morfológicas. Por la sintaxis se sabe que es adjetivo (‘Twas es una vieja contracción de it was; si brillig fuera sustantivo común aquí iría precedido de un artículo; si fuera nombre propio tendría mayúscula). Y sería un adjetivo perfecto en alemán, con el sufijo -ig o -lig que lleva. La forma inglesa, sin embargo, debería ser brilly. Entre paréntesis, los sufijos ingleses -y, -ly y los alemanes -ig, -lich son cognados. Los segundos (-ly, -lich) se derivan del teutónico -liko, que significaba ‘cuerpo’. En el alemán moderno persiste en la forma de la palabra Leich, ‘cadáver’. Y por siaca, en alemán la g de -ig y la -ch de -lich tienen el mismo valor fonético: [ç] en el dialecto que yo aprendí, [k] o [sh] en otros.

Slithy

En el libro, Humpty Dumpty explica que slithy es una combinación de slimy (mohoso) y lithe (ágil). Este tipo de formación no es muy común, pero sí totalmente natural en el inglés. Como botones de muestra cito los casos de smog y fantabulous, una síntesis de fantastic y fabulous que estaba de moda en los 60 (se decía mucho en la serie de los Brady, por lo menos).

Gyre

Aquí se podría acusar a Carroll de copión, ya que existen las formas gyrate, gyration, y una serie de palabras que comienzan con el prefijo gyr- (gyroscope, etc.).

Gambol

Homófono del verbo gamble, ‘apostar o participar en un juego de azar que involucra plata’.

Outgrabe

Para mí que se trata de un calco del alemán augraben, ‘excavar, arrancar de raíz, desarraigar’. Entre paréntesis, out y aus son cognados (el diptongo se pronuncia igual en ambos casos, aunque la ortografía oculta ese hecho, y lo de -t / -s es producto de [o por lo menos descrito por] las leyes de Grimm).

[youtube=http://www.youtube.com/watch?v=UGCJFFxoHJ4]

VINCULANDO

ALICIA PA LANTE

Esta entrega fue la más larga de Vinculando de la historia, no por nada la bilogía de Alicia es la segunda obra más citada en inglés luego de la Biblia. Dividiremos “pa lante” en varias subsecciones, y nos vamos:

Cine, TV, Cartoons

22 son las películas hasta ahora inspiradas en Alicia. Las primeras cinco son mudas iniciándose el ciclo en 1903 en Inglaterra con dirección de Cecil Hepworth & Percy Stow. La primera americana cupo a los estudios Edison (sí de Thomas), dirigió W.W. Young y tiene dos fechas diferentes de realización (1910 y 1915). Luego vienen tres sin mucho dato en 1920, 27 y 28. El sonido llega con Eugene Kim (1931), que al igual que varios predecesores trata de seguir fielmente la imaginería de los dibujos de Tenniel. Antes de eso sí hay un pasaje sonoro de Alicia en la cinta Puttin’ On The Ritz (Edward Sloman, 1930) con Joan Bennett. De 1933 es la “superproducción” Paramount con Charlotte Henry como Alicia, y Gary Cooper y Cary Grant como el Conejo Blanco y la Tortuga Artificial respectivamente. El guión es a medias de Joseph Mankiewicz (Cleopatra, 1963). Hacia 1948 hay un intento de efectoespecialización con stop-motion en la versión francesa dirigida por Dallas Bower.

[youtube=http://www.youtube.com/watch?v=InSn2BLDwfQ]

Pero, sindudamente la versión definitiva es la de Disney en 1951, se trataba del terdécimo largometraje de los estudios y fue uno de sus más sonados fracasos. Mucho antes, sin embargo, Disney había usado a Alicia como inspiración de su trabajo, al realizar una versión de corto que hacía que la humana niña entrara en un País de las Maravillas dibujado, era 1923 y aún faltaba un lustro para la primera de las Sinfonías Tontas (Silly Symphonies), que le llevarían a la fama. El creador repitió el esquema 41 veces en los años que siguieron con varias actrices diferentes, y fue en este lapso que se trasladó desde la natal Kansas y su quebrado estudio Laugh-O-Gram hasta Hollywood. Aunque la Alicia de Disney no fue bien recibida en los Estados Unidos, se trata de uno de los largos más notables del autor. Es quizá el único que se maneja en el tenor de las Sinfonías Tontas (que fueron el precedente de Melodías Alegres –Merrie Melodies y Tonos Locos -Looney Tunes, con que respondería la Warner Brothers y un staff de dibujantes que abandonaban al, por otro lado tiránico Walter Elías… pero, eso ya lo veremos). Alicia es quizá el más largo cartoon realizado nunca (con excepción de ¿Quién engaño a Roger Rabbitt?), por el que desfilan muchos personajes (más que en cualquier otro largo Disney). Por fin, es a una vez surrealista (Disney estuvo a punto de hacer cine con Dalí y esto es lo más cercano) y sicodélico (no por nada los primeros approaches se hicieron con apoyo de un conocido experimentador con sustancias alucinógenas: Aldous Huxley). Es importante saber que Disney combinó elementos de ambos libros y creó así una versión de la obra, que es la más recordada (al menos en países no angloparlantes). Como datos freak podemos citar las apariciones de Mickey (que como Hitchcock aparecía en todos los filmes) y la curiosa ida a gris (fade to grey) de la imagen cuando la Liebre de Marzo rompre el reloj del Conejo Blanco.

Alicia es inspiración primaria no de una película sino que del cine animado como un todo… Gran parte de la lógica loca de los monitos animados de la primera época están en relación con la de las Maravillas y no es por eso raro que se le haya homenajeado directa o indirectamente muchas veces. Muchos de esos homenajes respectan a una estrategia de Carroll en particular, la de hacer literal un significado metafórico (ver PISTAS para más detalle). Los cartoons repiten ese esquema una y otra vez, en particular uno: Symphony in Slang del genial Tex Avery de… ¡¡¡1951!!! (el mismo año de la Alicia de Disney), donde un muerto relata a San Pedro cómo “murió de la risa” y se muestra la imaginación del portero del cielo representándose literalmente cada frase del difunto (si dice: “la policía me pisaba los talones”, aparece la imagen de un policía parado sobre los talones del personaje que corre).

[youtube=http://www.youtube.com/watch?v=hTlZZ0LgaxM]

Vaya un homenaje al que quizá sea el mayor animador (norteamericano) de la historia, y quien al contrario de Disney sólo fue nominado una vez al Oscar (Disney ganó 32). El mismo Avery consideraba que su Sinfonía en Slang (de su más próspero período creativo, el de la Metro) era su mejor corto. Otros genios de la Warner, como Friz Freleng (creador de Yosemite Sam y productor de la Pantera Rosa), se iniciaron en Disney y Alicia y luego emigraron, en general por malas relaciones con el jefe.

Volviendo al cine… En 1966, un siglo después de la publicación del libro (1865) se hacen tres cintas, una animada de Hanna-Barbera (muy en el estilo groovy de los Brady que también citaban a Carroll con el neologismo maleta “fantabulous”); otra de Jonathan Miller para la TV inglesa con actores de carne y hueso sin caracterización animal que parece ser la más sicodélica; y el musical de Alan Handley A través del espejo con la aparición de Jack Palance. 1972 da otro musical en carne y hueso con música de John Barry (conocido por su música para películas de James Bond entre otras muchas) y dirección de William Stirling. Teatro, música disco, patines y Broadway marcan las tres siguientes en 1974 (Ron Grant), 82 y 83 (estas dos últimas, grabaciones en video de actuaciones de teatro). Dreamchild de 1985 (Dennis Potter) narra el episodio del viaje de la verdadera Alicia a USA a celebrar el 100mo aniversario de Carroll; ese mismo año Harry Harris hace una dupleta de la bilogía que acá se ha visto en la tele varias veces. No podía faltar la versión checa de Jan Svankmajer (un conocido de esta sección), y desde ese 1988 de esta saltamos hasta 1999 con dos: la de John Henderson con Kate Beckinsale para la TV inglesa y la de Nick Willing con Tina Majorino para Hallmark. Por cierto, cierran la lista Robert Lee con Alice Underground de 2000 (sobre guión del mismo Lee sobre el original carrolliano, que hasta tuvo versión en Chiwi, por el Teatro del Silencio) y la amenaza para 2003 de la versión de Wes Craven sobre el juego de video American McGee’s Alice.

Una que no está acreditada en los estudios on line es Alicia en las Ciudades de Wim Wenders (1974), que si bien no es carrolliana, tiene un no sé qué de la otra que es inevitable relacionar.

Música

Grupos o personas que han hecho temas relativos a Alicia por orden alfabético (la lista completa es enorme por lo que sólo va un pincelazo): Aerosmith (“Sunshine”), Alice in Chains (que toma el nombre de un episodio de A Través del Espejo), Alphaville (con dos temas: “Middle of the Riddle” y “All in the Golden Afternoon”), el mentado John Barry, The Beatles (que detallaremos más abajo), Irving Berlin (en The Music Box Revue incorpora personajes bilógicos), Nick Cave & The Bad Seeds (“Watching Alice”), Chick Corea (álbum The Mad Hatter, 1978), Elvis Costello (“Beyond Belief”), Del Tredici (con varios álbumes), Genesis (Genesis in Wonderland, 1993), Jefferson Airplane (luego Jefferson Starship, luego Starship, “White Rabbit”), Elton John (“Mona Lisas & Mad Hatters”), La Polla Records, Queensryche (“Right Side of my Mind”), el músico selecto Erik Satie (Le Chapelier), Bucky Searles (en una porno ¿?), Neil Sedaka, Serú Girán (“Canción de Alicia en el País” en su mejor álbum, Bicicleta), The Shadows (“Alice in Sunderland”), Siouxie & The Banshees (álbum Through the Looking Glass), Michael Sirotta (con un musical infantil), Charles & Lee (para la película de “Ana y Bárbara”), Thompson Twins (“The Lewis Carrol Adventures in Wonderland”), Tom Waits y Kathleen Brenan (musical Alice) y Martin Wesley Smith (con casi tantas composiciones como Tredici).

Sobre los Beatles y Alicia hay harto paño que cortar, para comenzar Lewis Carroll es uno de los personajes retratados en la famosa portada del Sgt. Peppers Lonely Hearts Club Band de 1967. Carroll fue una reconocida inspiración de John Lennon y al menos dos letras del mismo año lo documentan: “Lucy in the Sky with Diamonds” (que ya explicamos hace tiempo) y “I am the Walrus” del álbum no oficial Magical Mystery Tour, donde cada Fab Four se transformaba en un personaje de la bilogía (con excepción del hipopótamo). Los juegos de palabras a los que fue acostumbrándose John cada vez más a lo largo de los años son todos de factura como la del profe de Oxford. Se sabe que en la época hippie hubo un revival aliciano (y hasta se le pidió a Disney que reeditara su Alicia a lo que Walt se negó terminantemente) y fueron los de Liverpool los que llevaron la batuta. La tendencia se había iniciado un par de años antes cuando Lennon postuló la idea de hacer canciones relacionadas con la infancia a las orillas del Mersey (que incluirían “Penny Lane”, un barrio de la ciudad y “Strawberry Fields”), y aunque no prosperó sí fue una de las líneas de fuerza que definiría la segunda etapa del grupo (aunque McCartney fue menos carrolliano, quizá “Peperback Writer”, sí tiene algo de un cuasi contemporáneo del autor de Alicia, Alfred Jarry… pero, ya veremos). Se ha dicho que el imaginario pop tiene en los Beatles y Alicia algunos de sus más conspicuos representantes. Por fin está la entrada de los de Liverpool en el mundo del Submarino Amarillo, película también de 1967 que integra muchos elementos carrollianos.

Teatro

Desde esa primera incursión de Clarke y Slaughter en 1886 Alicia se ha representado en el teatro infinidad de veces. Tanto así que varias de las películas citadas previamente refieren a esas versiones. Tenemos (en un salpicado) al Ballet North Star de Fairbanks, en Alaska; la del SUSU Blow Up Theatre Group; una producción balinesa llamada Alice in Shadows; la adaptación de T.J.Lince; la del Seeing Ear Theatre; la de Jocelyn Clarke en Dublín; y por cierto la de Robert Lee Alice Underground y su versión chilensis por el Teatro del Silencio.

Ilustraciones

El primero y único (metafóricamente hablando) es Sir John Tenniel (1829-1914), él fue el encargado de hacer imágenes las locuras de Carroll y, hasta Disney, fue quien mandó en el imaginario aliciano (tanto que todas las películas previas a la de Walt tratan de acomodarse a las imágenes dibujadas por Tenniel). Famoso por sus caricaturas políticas en la revista Punch, no dejó de llevar referencias al trabajo con Carroll (y mucho de lo político de Alicia se debe a él más que al escritor). Otros que se abocaron a la tarea (entre cerca de un centenar) son: Willy Pogany para una edición neoyorkina, Arthur Rackham (el segundo más conocido ilustrador), Mervyn Peake (¿el mismo de Titus Grohan?), y los surrealistas Max Ernst y Salvador Dalí.

Surrealismo y Sicodelia

Antes de Freud estuvo Alicia. Alicia fue la primera incursión directa en el mundo del sueño y en consecuencia se puede señalar como una de las inspiraciones primarias de los surrealistas. Asimismo ocurre con la sicodelia (i.e.: el arte inspirado en el uso de alucinógenos), aunque como ya hemos señalado en el especial sobre Literatura y Drogas en el mundo inglés de fines del siglo XIX hubo una fuerte tendencia al uso del opio y Alicia no es la única… Lo que sí es cierto es que Alicia respira una simpleza que atrajo más a los hippies sobre ella que sobre un Conan Doyle, por ejemplo.

Parodia

Como ya señalé cuando me refería a Douglas Adams, el humor británico con juegos de palabras e imágenes literales data de Carroll, pero se extiende y profundiza con el siglo… Desde los Monthy Python hasta el mismo Adams en la actualidad se ven los efectos de los modelos carrollianos en el humor británico.

Y todo lo demás…

Alicia ha generado un merchandising impresionante además de competencias de castillos de arena, graffittis en las paredes inglesas (Humpty-Dumpty algo tiene que ver con Chad ;-). Figuritas, monitos, móviles, la estética hippie, algunas drogas. Por fin ha permeado como imagen en el alter ego del ser británico, por lo que muchas veces se ve la comparación de Inglaterra con el País de las Maravillas.

Alicia pa tra

Inspiraciones de Alicia sólo se encuentran en una matriz paródica. Son las canciones de su época, los modelos educativos, la poesía épica de un Beowulf y la romántica de un Wordsworth y la victoriana de un Tennyson. Cuántos poemas son citados y parodiados en la bilogía, cuántas canciones como “Twinkle, Twinkle Little Star” son transformadas. Carroll tiene como inspiración el universo cultural inglés, lo que hace es mostrarlo desde el espejo, vuelto al revés, pero están en él desde el modelo judicial (representado en el juicio del final del primer libro), hasta el económico (en el chiste de la tienda de la oveja donde dos huevos son más baratos que uno), pasando por todo el tratamiento de cortesía, la hora del té (que la Liebre y el Sombrerero siempre se hallen en ella algo dice, ¿no?), la afición por los deportes y los juegos, las complicadas jerarquías escolares (Tweedledee y Tweedledum), y un esquizofrénico anarquismo (la idea de que un gato puede mirar a su rey o la de que todo peón puede coronarse, la cita a Guy Fawkes, la “captura” de la reina roja). Alicia funciona como una Summa Victoriana, así como la Divina Comedia era una Summa Medieval. Cuando se le ve así se puede entender el enorme impacto que tiene sobre el alma inglesa este aparente libro para niños, y de paso se contesta una pregunta que se han hecho tantos: ¿por qué la literatura inglesa es tan próspera en relatos fantásticos? Simplemente porque a través de ello, como a través de un espejo, pueden verse tal cual son y sin tanto miedo (nótese que el modelo tiene un equivalente en los Gargantúa y Pantagruel francés y en el Quijote español, sólo que ellos no son “infantiles”, ¿no será que como Peter Pan el alma inglesa se niega a crecer? -nexo con el Tambor de Günter Grass).

Alicia pal lao

Un lao inicial y exótico es el que tiene que ver con los juegos. Recordemos que la Inglaterra Victoriana, tan bizantinamente dada a la hiper reglamentación fue la matriz de deportes como el fútbol, el tenis, el polo, el box, el croquet, el rugby. También se popularizaron en ella juegos de salón, como el de la Oca, el Whist, el Bridge, etc. Alicia está escrita en clave de juego (en especial la segunda), pero a Carroll se le deben además el juego de la lógica y algunos de salón. Esto lo emparenta con otro inglés de la época (un poco más tarde en realidad), H.G.Wells quien inventó el conocido “War” (en un libro dedicado a los “War Games”), también con la posteriora Agatha Christie (que inspiraría el “Clue”) y con el más famoso autor de problemas ajedrecísticos: Sam Lloyd (1841-1911). Otro es el “inventor” del rugby, William Webb Ellis.

Un segundo lao es el literario, y no es en Inglaterra sino en francia que encontramos al más cercano escritor en estilo carrolliano: Alfred Jarry. Este, con su Ubú Rey (en mucho parecido a tantos personajes alicianos) y su patafísica (citada como ya dijimos por McCartney en la vaudevillera “Maxwell Silver Hammer” de Abbey Road en 1969) encarna el otro referente surrealista. Por cierto que no me olvido de Isidore Ducasse (aka Conde de Leautreamont) quien tiene la imagen del paraguas y la máquina de coser tan parecido a la del cuervo y el escritorio de Carroll. Así vemos que en la época un subterráneo fenómeno de desarticulación del lenguaje vuela como fantasma por sobre Europa, el único que halló esto para la risa fue el tímido reverendo… Ah, si Alicia hubiera comandado el bote…

Bonus track: Una jovencísima Brooke Shields, invitada en The Muppets Show, interpretando a Alicia, con Gonzo como el Sombrerero Loco. Un frikazo

[youtube=http://www.youtube.com/watch?v=X_FD2HBcAz8]

Y, sí, la primera foto efectivamente es un Photoshop malicioso.