No lo puedo negar, la derrota de Harold Mayne-Nicholls y el consiguiente abandono de Marcelo Bielsa como entrenador de la Selección Nacional de Fútbol me tiene consternado, como a (casi) todo el mundo futbolero en Chile, incluido nuestro amigui Felipe Cussen. Uno de los aspectos más abordados por comentaristas deportivos y políticos es la “misteriosa” intervención relación de los hechos con la política contingente. De muestra, dos botones:

1) Las incendiarias declaraciones de Felipe Bianchi:

2) Las incendiarias declaraciones de HPdA. (click)

Tratando de buscarle la arista “científica” al asunto, revisamos en nuestras bases de datos con las palabras clave “soccer and politics“. Ni ScienceDirect, ni EBSCO ofrecían mucho, pero, en JStor encontramos un artículo fabuloso (aunque viejito): “The Rise and Demise of Sport: A Reflection of Uruguayan Society” (Krotee 1979). En él, el autor propone que:

Este artículo discute el vínculo entre el deporte en la forma del fútbol y el paralelo incremento y caída del desarrollo socio-cultural del Uruguay en el siglo XX . El deporte sirve como un indicador significativo de la sociedad uruguaya y tiende a reflejar la situación social existente. El deporte también puede servir como una forma de proceso de adaptación social para el futuro desarrollo socio-cultural del Uruguay.

Fuerte. ¿No lo cree? Pues así mesmito es, por favor observar el siguiente gráfico que muestra el desarrollo del Uruguay en tres ámbitos: político, económico y futbolístico:

La línea continua marca la estabilidad socioeconómica del Uruguay de acuerdo con datos del gobierno, y los bancos de Londres, Interamericano de Desarrollo y Mundial. La línea de puntos marca la estabilidad política. Por fin, la línea que tiene los triángulos marca los resultados de la selección uruguaya en los campeonatos del mundo de fútbol.

Como se puede observar, a lo largo del siglo veinte, las tres tendencias van a la par (con la sola excepción de los años setentas). Los hitos futbolísticos que marcan los triángulos se observan en el siguiente esquema:

El artículo concluye que los resultados futbolísticos son un buen “correlacionador” de la estabilidad del país. Lo que nos lleva a preguntarnos:

Si aceptamos que la era Bachellet-Bielsa fue de estabilidad en los tres dominios (política, socioeconómica y futbolística), ¿qué nos espera para la era Piñera-Segovia?

Esperamos sus comentarios.