Últimamente (y afortunadamente), la moda de los vampiros emo ha empezado a ceder ante el avance imparable de los zombies. La serie “The Walking Dead” ha puesto a los zombies de vuelta en el ideario colectivo. George Romero, el padre de este género cinematográfico, en varias ocasiones ha señalado que al final los verdaderos monstruos son los seres humanos y que los zombies son, en cierto modo, una velada crítica a la mentalidad de masas, la misma que Ortega y Gasset (ambos, LOL) denunciaba ya en 1937:

Perpetuamente el hombre ha acudido a la violencia: unas veces este recurso era simplemente un crimen, y no nos interesa. Pero otras era la violencia el medio a que recurría el que había agotado antes todos los demás para defender la razón y la justicia que creía tener. Será muy lamentable que la condición humana lleve una y otra vez a esta forma de violencia, pero es innegable que ella significa el mayor homenaje a la razón y la justicia. Como que no es tal violencia otra cosa que la razón exasperada. La fuerza era, en efecto, la ultima ratio. Un poco estúpidamente ha solido entenderse con ironía esta expresión, que declara muy bien el previo rendimiento de la fuerza a las normas racionales. La civilización no es otra cosa que el ensayo de reducir la fuerza a ultima ratio Ahora empezamos a ver esto con sobrada claridad, porque la “acción directa” consiste en invertir el orden y proclamar la violencia como prima ratio, en rigor, como única razón. Es ella la norma que propone la anulación de toda norma, que suprime todo intermedio entre nuestro propósito y su imposición. Es la Carta Magna de la barbarie.

Las hordas de zombies, avanzando implacablemente, devorando todo a su paso y convirtiendo a los vivos en muertos andantes deseosos de carne fresca… son una metáfora que opera en varios niveles: ideológico, religioso, económico… deportivo… etc. La pérdida de la libertad, la creatividad y la individualidad, en este sentido, son causados por una enfermedad, infecciosa y letal. Un virus… ya sea biológico o (metafóricamente) mental. Jaron Lanier, en su último libro llamado “You’re not a gadget” hace una denuncia similar respecto a las tecnologías que él mismo contribuyó en su creación: las redes sociales, en vez de favorecer y hacer flocerer la creatividad, ha logrado que la enorme mayoría de los usuarios desperdicien los días apretando F5, retuiteando y compartiendo contenidos generados por otras personas, viralizando videos, fotos y campañas de publicidad creadas para ese fin, y trolleando en los foros y comentarios de casi todo… aún no termino el libro, así que ese tema (el de la despersonalización en las redes sociales) quedará para otra ocasión. A diferencia de los neoluditas como Nicholas Carr, la crítica de Lanier tiene fundamentos sólidos y profundos, que vale la pena analizar. Pero volvamos a los zombies…

Un zombi es, originalmente, una figura legendaria propia de las regiones donde se practica el culto vudú. Se trataría de un muerto resucitado por medios mágicos por un hechicero para convertirlo en su esclavo. Por extensión, ha pasado a la literatura fantástica como sinónimo de muerto viviente y al lenguaje común para designar en sentido figurado a quien hace las cosas mecánicamente como si estuviera privado de voluntad.

De acuerdo con la creencia, un houngan, bokor o hechicero vudú sería capaz mediante un ritual de resucitar a un muerto, que quedaría sin embargo sometido en adelante a la voluntad de la persona que le devuelve a la vida. Estos muertos vivientes son llamados zombis. La palabra podría tener relación con el nombre de una serpiente divina que es objeto de culto en las regiones de lenguas níger-congo (también adorada en el vudú bajo el nombre de Damballa), y que está emparentada con el término kikongo nzambi, que significa dios. (fuente: Wikipedia)

Sin embargo, además de estos zombies (los que de aquí en más llamaré “Zombies de Pittsburgh”) existen otros zombies… los zombies filosóficos. Popularizados en la filosofía de la mente por David Chalmers, un zombie filosófico es un ser hipotético que es externamente indistinguible de un ser humano normal: luce humano, hace cosas de humano, se comporta como humano, pero que sin embargo carece de experiencia consciente, de experiencia cualitativa (qualia). Por ejemplo, si se pincha un dedo reaccionará como todo el mundo, pero no tiene la experiencia subjetiva del dolor (o de ver colores o degustar sabores… su vida mental es “inexistente”.

Los zombies filosóficos han servido como argumento en contra del fisicalismo. La idea es, resumiendo gruesamente, que si los zombies filosóficos son concebibles, entonces el fisicalismo es falso y algún tipo de dualismo sobre lo mental debe ser verdadero: hay “algo” que está por encima o por fuera de los fenómenos físicos, que no es reducible a los hechos físicos (o bioquímicos) descritos por la ciencia, y que la mente y su funcionamiento no es idéntica al cerebro y su funcionamiento.

According to Chalmers, one can coherently conceive of an entire zombie world: a world physically indiscernible from our world, but entirely lacking conscious experience. In such a world, the counterpart of every being that is conscious in our world would be a p-zombie. The structure of Chalmers’ version of the zombie argument can be outlined as follows:

  1. If physicalism is true, then it is not possible for there to be a world in which all the physical facts are the same as those of the actual world but in which there are additional facts. (This is because, according to physicalism, all the facts are fully determined by the physical facts; so any world that is physically indistinguishable from our world is entirely indistinguishable from our world.)
  2. But there is a possible world in which all the physical facts are the same as those of our world but in which there are additional facts. (For example, it is possible that there is a world exactly like ours in every physical respect, but in it everyone lacks certain mental states, namely any phenomenal experiences or qualia. The people there look and act just like people in the actual world, but they don’t feel anything; when one gets shot, for example, he yells out as if he is in pain, but he doesn’t feel any pain.)
  3. Therefore, physicalism is false. (The conclusion follows by modus tollens.)

The argument is logically valid, in that if its premises are true, then the conclusion must be true. (Fuente: Wikipedia)

¿Y qué son los Qualia?

Los qualia (singular: quale, en latín y español) son las cualidades subjetivas de las experiencias individuales. Por ejemplo, la rojez de lo rojo, o lo doloroso del dolor.

Los qualia simbolizan el vacío explicativo que existe entre las cualidades subjetivas de nuestra percepción y el sistema físico que llamamos cerebro. Las propiedades de las experiencias sensoriales son, por definición, epistemológicamente no cognoscibles en la ausencia de la experiencia directa de ellas; como resultado, son también incomunicables. La existencia o ausencia de estas propiedades es un tema calurosamente debatido en la filosofía de la mente contemporánea.

Los qualia han desempeñado un papel importante en la filosofía de la mente, principalmente porque son vistos como una refutación de facto del fisicalismo. Hay un debate sobre la precisa definición de los qualia dado que varios filósofos enfatizan o niegan la existencia de ciertas propiedades. (Fuente: Wikipedia)

Le interesó el tema? Les dejo una lista de links de interés al respecto… mas info mañana, cuando vuelva de la segunda patita del seminario que el profesor David Papineau está impartiendo en la Universidad Alberto Hurtado. (Agradezco al prof. Francisco Pereira la posibilidad de asistir)

Y el mejor link de todo este posteo: escuche el episodio del fabuloso podcast “Philosophy Bites” sobre el Fisicalismo, con el prof. Papineau aquí. (click derecho y descargar)

Y para cerrar por hoy, les dejo una hermosa canción sobre zombies de mi carpeta de nostalgias noventeras… Walking Corpse, de Brutal Truth

P.D: debo confesar que, cada vez que alguien invoca esa basura llamada “What the bleep do we know” y balbucea sobre la “mecánica cuántica y la conciencia”, me da picazón de axilas. Evíteme el mal rato, y no aluda a teorías que, además de no tener mucho sentido, están más allá de su comprensión y de la mía. En Tercera Cultura estamos a favor de la divcersidad de teorías… pero lo de ese documental ni siquiera califica como teoría: es puro chanterío pseudocientífico.