Entre 2000 y 2009, el porcentaje de bajo rendimiento en Chile se redujo en más de 17 puntos porcentuales (…) En muchos países, las mejoras en los resultados fueron impulsados principalmente por las mejoras en el extremo inferior de la distribución de rendimiento, lo que indica el progreso hacia una mayor equidad en los resultados del aprendizaje. Entre los países donde entre 40% y 60% de los estudiantes realizan por debajo del Nivel 2 en 2000, Chile redujo la proporción de la cantidad más grande, y México y el país asociado Brasil también muestran una disminución importante en su parte de bajo rendimiento (…) Chile y los países asociados Indonesia, Albania y Perú mostraron mejoras en el rendimiento de lectura entre los estudiantes de todos los niveles. En promedio, los países de la OCDE se redujo la brecha en las puntuaciones entre los alumnos de mayor y menor rendimiento entre los años 2000 y 2009, algunos de rendimiento también ha mejorado en general. En Chile, Alemania, Hungría, Polonia, Portugal y los países asociados Indonesia, Letonia y Liechtenstein, se presenta un mejor desempeño general, mientras que la variación en el rendimiento disminuye. En muchos casos, este fue el resultado de las mejoras entre los estudiantes de bajo rendimiento” (Informe PISA 2009).

A raíz de la entrega de los resultados de la prueba PISA Lectura, en que Chile, por segunda vez consecutiva, es uno de los paises que más avanza en el mundo en sus logros, le pedimos a la especialista en educación, lectura y escritura, Soledad Concha (con quien ya conversamos en el episodio 16 de nuestro podcast), que nos aportara con una interpretación y explicación de este desempeño. Este documento es lo que preparó.

El recientemente publicado informe McKinsey concluye, entre otras cosas, que los sistemas escolares que mejoran, lo hacen como resultado de una combinación de medidas reformadoras. Esto, que suena natural y coincidente con una lógica sistémica y compleja, nos impone la dificultad de tener que buscar con lupa, entonces, cuál de estas medidas específicas estaría pesando más en un escenario de mejoras en el sistema. Es más o menos el fenómeno al que nos enfrentamos hoy, en que los resultados de la prueba PISA muestran, por segunda vez, una mejora sostenida en el desempeño de nuestros estudiantes en el ámbito de la comprensión lectora.

Cuesta hablar de lectura de forma positiva en un país en que el sentido común indica que somos, como lectores, un verdadero fracaso. En efecto, esta visión negativa es ya patrimonio del sentido común nacional, sabiduría que se ha alimentado sistemáticamente por los resultados de pruebas estandarizadas, o mejor, por la tribuna mediática que se ha dado a dichos resultados. Otro foco de dificultad es que las políticas educativas impulsadas por la Concertación en esta área han sido escasamente evaluadas… así, no hay resultados de impacto más o menos lineales de los cuales descolgarse para explicar. Pero los resultados están ahí y nos señalan que hay algo que hemos hecho bien y por un buen tiempo ya: específicamente, Chile avanza más que ningún otro país entre PISA 2003 y 2006, y entre 2006 y 2009. Esto no quiere decir que estemos a la altura de los países de la OECD, pero sí que mejoramos en relación a nosotros mismos de manera sostenida en el tiempo.

No obstante la ausencia de “datos duros”, hay bastante “evidencia anecdótica” que reclutar para articular una explicación. En primer lugar, y acudiendo a la centralidad de los contextos de reforma que releva también el informe McKinsey, es imperioso considerar, cuando se habla de comprensión lectora en Chile, que aquello que impulsa la reforma curricular de los 90’ en la asignatura de Lenguaje, es la idea de educar ciudadanos activos y críticos para el nuevo Chile democrático. Este verdadero lema, que surge evidentemente como respuesta a los años de represión y autoritarismo que preceden a la reforma, tiene un significado particular en el tema de comprender la lectura. En efecto, un ciudadano que participa activamente de su cultura, debe necesariamente ostentar un nivel de comprensión lectora tal que trascienda la información dicha en el texto para poder, luego, evaluarla o criticarla. Justamente en relación con esta meta, se inocula desde esos años en el sistema la propuesta pedagógica del lector que construye el significado del texto, en lugar de meramente recibirlo del autor; esto, en la sala de clases, debería alcanzarse por la vía de enseñar a los estudiantes estrategias para “hacerle cosas” al texto, como resumirlo, inferir a partir de lo dicho, cuestionarlo, etc.

Si este nuevo paradigma ideológico y pedagógico ha logrado instalarse de manera consolidada en nuestras aulas y con qué grado de sistematicidad, es difícil decirlo…no hay datos que yo conozca que lo digan a ciencia cierta. Pero sí hay señales de que ha sido adoptado por los docentes, que derivan de un puñado de estudios de análisis de aula y de entrevistas a docentes que hemos emprendido quienes estamos interesados en este punto. En efecto, si bien hay un enorme espacio para mejorar, tengo la convicción de que si hay algo de lo que hablan los profesores de lenguaje hoy en día es de lectura y que si hay algo que hacen en las salas con cierta sistematicidad, es enseñar a leer activamente. Así, hay al menos una amplia conciencia entre los docentes respecto de la importancia de la comprensión lectora,  que podría estar impactando en el desempeño lector de nuestros estudiantes.

¿De qué manera habrá logrado “bajar” al sistema esta conciencia y su propuesta pedagógica?

Supongo que desde una combinación de canales:

  • En primer lugar, por la fuerza con que los resultados SIMCE de lectura imponen agenda en la escuela: si en SIMCE importa la lectura, habrá entonces que ponerse al día, so peligro de sanciones sociales varias.
  • En segundo lugar, a través de distintas experiencias de capacitación docente lideradas con frecuencia desde las universidades, que toman su forma más sistemática en la estrategia LEM. De esta última, importa destacar la propuesta de que sean pares docentes los que formen a los profesores, en un ejercicio de traspaso de capacidad y construcción colectiva de las adaptaciones a cada contexto específico.
  • Por último, a través de los textos escolares, distribuidos hoy masivamente, otra política de la Concertación.

No se trata, entonces, de ser autocomplacientes y dejar todo como está, ni de ser autoflagelantes y pensar  que todo lo que se ha hecho está mal y que hay que partir de cero. Evidentemente hay distintas cosas que están funcionando y que no podemos borrar porque cambió la administración del MINEDUC. A falta de números y gráficos, será necesario que los viejos y los nuevos se sienten a dilucidar qué es necesario rescatar y qué medidas es necesario fortalecer para seguir avanzando.