La mayoría de mis amigos se dedican a dar pruebas o a tomar pruebas en sus trabajos, institutos, universidades y colegios. Yo mismo, como todo profe, he transitado desde la trinchera del alumno trasquilado al de profesor trasquilador. Con el tiempo, también, me ha tocado meterme cada vez más profundamente en el tema de la evaluación en contextos de educación formal, especialmente de evaluación de aprendizajes de habilidades lingüísticas.

Hace algunos años ya, compartiendo unas chelas y unos sandwiches obscenos con Ricardo Martínez -una de las personas que más entiende de evaluación de aprendizajes en Chile (como si le faltara algo por entender)- concordamos en lo poco visibles que eran los conceptos básicos de evaluación en nuestras actividades docentes diarias y lo mal entendidas que eran las pruebas a todo nivel: en el MINEDUC, en los colegios, en las universidades. Y ello corre tanto para profesores, alumnos , instituciones educacionales y, cómo no, nuestras autoridades. La lista de malas prácticas para la que se presta la aplicación de pruebas en nuestro sistema educacional nos salió tan larga que tomé nota mental de, en algún momento, preparar alguna especie de clase o presentación al respecto.

Y, lo que son las vueltas de la vida, ha llegado el momento. Y gracias a Tercera Cultura. Les dejo aquí el capítulo “Piloto” de la serie que he preparado sobre evaluación en a sala de clases. En esta serie repaso e insisto majaderamente en conceptos básicos (ej. validez y confiabilidad) desde una perspectiva aterrizada directamente en nuestras experiencias cotidianas como estudiantes y profesores. La idea es que entendamos mejor en nuestro día a día la naturaleza de las pruebas, sus propósitos y cómo interpretarlas correctamente. Junto con ello, la serie va presentando diversas soluciones pedagógicas simples y prácticas que pueden ayudar a que quienes tomamos pruebas podamos hacer más eficiente y válido su uso.

La serie pretende, de esta manera, llamar la atención de nuestros evaluadores y evaluados respecto de la importancia de evaluar de manera precisa y justa a nuestros estudiantes. Y este último elemento, el de la justicia, el que motiva en gran parte la serie. Las pruebas que aplicamos a nuestros estudiantes derivan en notas sobre las cuales se toman decisiones que siempre son importantes. Aprobar o reprobar un curso es una materia delicada para cualquier estudiante y es, por lo tanto, nuestro deber como docentes asegurarnos de que las herramientas y procedimientos que usamos para evaluar el aprendizaje o el desempeño de nuestras y nuestros estudiantes sean las adecuadas.

Más reflexiones sobre validez, confiabilidad y justicia serán desarrolladas a lo largo de la serie. Así que ahora simplemente los dejo con el Primer Episodio, que se trata del primero de 10 mandamientos de la evaluación, en este caso:

Nunca tomarás una prueba sobre contenidos que no hayas pasado.

Como buen piloto, le encontrarán una cantidad de fallas técnicas impresionantes y desde ya les pido disculpas. Solo espero mejorar con el tiempo y, por sobre todo, aportar a tener más claro qué son las pruebas y cómo usarlas de manera que sean herramientas eficientes y útiles para nuestros profesores y justas e informativas para nuestros estudiantes.

Ya, ahora sí. Pónganle play.