El llamado puntarenazo de este inicio de 2011, o el Año de la Buena Suerte, quizá no ha sido tan precisamente definido como por la Radio Cooperativa:

La Región de Magallanes vive un período de agitación social debido al alza en el precio del gas que el Gobierno anunció para poder sostener  el funcionamiento de la Empresa Nacional del Petróleo (ENAP) ya que, como asegura el Ejecutivo, la firma tiene grandes deudas, lo que además se suma a la subida del costo del gas en todo el mundo, según afirmó el ministro de Minería y miembro del directorio de la entidad, Laurence Golborne” (Fuente: Cooperativa).

El mismo medio indica algunos aspectos claves por considerar:

1) Debido a las inclemencias climáticas, los ciudadanos del extremo sur del país tienen un subsidio que les permite pagar menos dinero por la cuenta del gas, ya que ellos consumen el combustible en grandes cantidades durante todo el año. Así, gracias al beneficio, en la más austral de las regiones se paga 22 mil pesos por una cuenta que en Santiago sería de 191 mil pesos.

2) En noviembre de 2010, el Presidente Sebastián Piñera aseguró a los magallánicos que “no hay nada que temer, porque hay buenas razones para que el precio del gas, que es un elemento tan vital en una región que tiene tantas dificultades, frío, se mantenga en condiciones más favorables para la gente de Magallanes que para el resto del país”.

3) Sin embargo, en enero de 2011, el Gobierno anunció que las cuentas subirían en torno al 17 por ciento a partir, según se estima, el 1 de febrero, con lo que se calcula que la población pagará en torno a los 25 mil pesos en promedio, en vez de los 20 mil que hoy consume un hogar promedio, hecho que también se cree afectará al transporte público que utiliza el gas como combustible.

Esta movilización, que ha sido cubierta principalmente por medios independientes y por internet (en contraste con la pobre y sesgada cobertura de los medios “grandes”) a muchos les ha recordado el Puntarenazo de 1984:

La serie de encuentros poblacionales, realizados en diferentes parroquias de la ciudad de Punta Arenas, culminó al mediodía del domingo 24 de febrero con una masiva protesta popular efectuada en la Plaza Muñoz Gamero, en presencia del propio dictador: el “Puntarenazo” con el que fue recibido el gobernante, fue un evento político de repercusión nacional e internacional, que los magallánicos consideramos legítimamente como un hecho histórico. Varios dirigentes sindicales fueron detenidos, junto a líderes políticos y sociales en la posterior represión ejecutada por la policía del régimen.
(Fuente: coyunturapolitica.wordpress.com)

No entendemos mucho del problema como humanistas, pero, encontramos un paper que trata un tema similar y que se encuentra en prensa: “Estimates of energy subsidies in China and impact of energy subsidy reform” (Lin & Jiang, Energy Economics, in press), y le pedimos a nuestro amigo Carlos Tromben que lo desmenuzara, acá van los highlights…:

Highlights de Lin & Jiang, por Carlos Tromben

Para Lin y Jiang, cualquier reforma de un sistema de subsidios de energía debe considerar sus impactos económicos, sociales y ambientales. Ellos se refieren al caso de China, donde los subsidios energéticos alcanzan a un 1,43% del PIB, o sea muuucho. De estos, el 53% se destina a productos derivados del petróleo. El 21,4% corresponde a subsidios netos de electricidad, mientras que el carbón llega al 14,9%…  Pero lo más significativo es que el principal beneficiario es el usuario doméstico (principalmente a través de la electricidad).

Lin y Jiang trabajan tres escenarios: uno en que el subsidio se retira sin reasignación del ahorro fiscal resultante, lo que genera una baja significativa de emisiones de CO2, pero fuertes impactos en el producto y el empleo (ergo: agitación social). En los escenarios 2 y 3, hay distintos gados de reasignación que moderan el impacto negativo, pero también la reducción de emisiones.

Los autores sostienen que los subsidios se justifican si los beneficios sociales superan los costos económicos y ambientales, y si propician un suministro y consumo eficiente de la energía (nadie cuida lo que se regala). Critican duramente el sistema vigente, que subsidia por igual a ricos y pobres y es ambientalmente oneroso. Propician una reforma que modifique el esquema vigente desde el subsidio de la oferta al subsidio de la demanda a través de transferencias directas a los grupos más desfavorecidos. (como si en Magallanes siguieran subsidiando escalonadamente según quintil de ingreso del hogar… di-fí-cil, pero creo que políticamente esto dividiría al movimiento social…).

Otro sistema que los autores consideran más justo sería una tarifa básica (lifeline tariff) o un esquema de tarifas incrementales que permita soportar necesidades energéticas básicas (pero en Magallanes el clima manda y deja a la autoridad con poco margen de maniobra… ricos y pobres, chumangos y magallánicos se cagan de frío igual).

Donde claramente el gobierno está al debe es en el manejo político. Un ministro no puede ser tan tonto como Rainieri y decir “se acabó la fiesta” (¡asesor comunicacional urgente para el caballero…!) Y aquí cito directo:

“Sin duda aparecerán obstáculos en el proceso de reformas en los subsidios de energía, que proceden principalmente de las preocupaciones del gobierno sobre el impacto en la estabilidad social y la resistencia potencial de los beneficiarios de las subvenciones … Teniendo en cuenta el historial del gobierno, las reformas de China en materia de subvenciones probablemente se llevarán a cabo de forma gradual y de forma programada, junto con medidas a corto plazo para aliviar el impacto de los aumentos de tarifas para los más pobres” (p. 10)

O sea… si una dictadura tecnocrática con control absoluto de los medios y redes sociales se preocupa de estas cosas, ¿qué debiera esperarse de un gobierno elegido? Un poco más de tino.

A menos que estos campeones hayan apostado a un cierto grado de resistencia local, para luego sentarse a negociar, echarle la culpa al gobierno anterior y aplicar teoría de juegos… Si fue así, calcularon mal. Cero consideración a las variables socio-psico-geográfico-históricas: Comunidad aislada, con fuerte identidad (narrativa) local y rápida socialización de un menoscabo percibido como abuso centralista.

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