“no es tan torpe e imprecisa como un arma láser…
un arma noble, para tiempos más civilizados…”
-Obi-Wan Kenobi a Luke, hablando de las espadas de luz.

Hace varias semanas atrás, mientras leía uno de mis webcomics favoritos, tropecé con una interesante nota sobre el ludismo, o específicamente la tecnofobia. A partir de una columna escrita por un periodista anciano con un profundo desprecio por los gadgets y la telefonía celular, David Malki de wondermark.com buscó y encontró una (ahora) hilarante columna en la Revista Nature (aunque aparentemente no es LA revista Nature que conocemos) publicada en… 1889! Traduzco:

“No solo hemos experimentado con las fuerzas visibles de la naturaleza, sino que, como Saúl, hemos negociado con lo oculto. Cuando Benjamin Franklin hizo descender los relámpagos, fué acusado por los supersticiosos y los piadosos de “tentar al todopoderoso”. Ahora manipulamos el sutil elemento como si fuera materia inerte, y lo imprimimos en nuestras guarderías como juguete para los niños! Excavamos las entrañas de la tierra y ponemos los vapores del caos primigenio a nuestro servicio doméstico; desgarramos el suelo con explosivos gigantes y ponemos a las montañas en movimiento; criamos terremotos y nos maravillamos con los resultados; experimentamos con el volcán y el geyser, las misteriosas fuentes medicinales y el valle envenenado, y jugueteamos con los fenómenos mas extraños de la naturaleza como si fueran espíritus familiares. Construimos una Torre de Babel en Paris, y hemos fonografiado el aliento de la vida para que los muertos puedan hablar años después de abandonar la tierra, haciendo a un lado los decretos del Todopoderoso y provocando a las leyes de la naturaleza. Durante años hemos intentado hacer arder el agua, pervirtiendo la economía divina en una economía de los hombres, y revirtiendo los propósitos del Creador; y mientras los esfuerzos son coronados con éxitos, la destrucción del mundo se ha vuelto no ya un asunto de siglos, sino que de años.

En el presente nuestra mascota más peligrosa es la electricidad -en el telégrafo, el alumbrado público y el teléfono. Hemos introducido el poder de la electricidad en nuestras industrias domésticas más simples, y hemos tejido este, el más sutil de los agentes, alguna vez activo sólo en las manifestaciones más sublimes de la omnnipotencia, como una telaraña sobre nuestros hogares, y hemos llenado la atmósfera con los filamentos de la muerte. (…) Es urgente notar que la electricidad no es esencial para el confort público. No es una necesidad, sino un lujo. Al abolirla, reduciremos su peligro de manera considerable. (…) El teléfono es el más peligroso de todos, porque entra en cada morada. Su interminable red de cables es una amenaza perpetua para la propiedad y la vida”

Lo mas cuático del asunto es que el tono profético y apocalíptico de la nota en cuestión es muy similar que el tono de Nicholas Carr en su ya clásico “Is Google making us stupid?“, en el que denuncia que, por ejemplo, cuando Nietzsche empezó a usar una máquina de escribir, su pensamiento se volvió aforístico y poco elegante (del mismo modo en que Twitter estaría limitando nuestra capacidad de expresarnos). Ejemplos abundan de este pesimismo sobre la decadencia moral e intelectual de nuestro timpo, y en todas partes: en Chile, Otto Dörr sostiene que el “mal castellano” que hablamos los chilenos nos está volviendo menos inteligentes (asunto que ya abordamos con Scott Sadowsky en nuestro podcast). Y en una de las columnas mas pelotudas de la historia de nuestro periodismo, Sergio Paz nos da las 10 Razones para no estar jamás en Twitter… entre las cuales cuenta la atrofia de las ideas propias y la muerte de la ortografía. (No es de extrañar entonces que la twitósfera esté on fire descuerándolo por su columna de hoy, “Los IN y los Out de Twitter“, en la que el periodista ejerce de Gonzalo Cáceres de Twitterlandia… que atró)

Otro caso notable es el de Steven Wilson, líder de Porcupine Tree, que ha llevado su odio visceral por los iPods (y su “mierdoso sonido comprimido”) a extremos bien documentados:

Bueno, el caso es que el mismo David Malki, en una actualización da cuenta del caso de Johannes Trithemius (1462-1516), monje alemán padre de la esteganografía y copista, quien las emprende en contra de la imprenta (recientemente inventada por Gutenberg), ya que los libros impresos serían de menor calidad y no tendrían el cuidado de un códice escrito a mano y desvalorizaría la obra escrita…

¿Cuando empezó esta tecnofobia? Es posible que en el momento en que Sócrates (uno de los primeros IRL troll de la historia) denunció ardorosamente los males de la palabra escrita misma en el Fedro:

Me contaron que cerca de Naucratis, en Egipto, hubo un Dios, uno de los más antiguos del país, el mismo a que está consagrado el pájaro que los egipcios llaman Ibis. Este Dios se llamaba Teut. Se dice que inventó los números, el cálculo, la geometría, la astronomía, así como los juegos del ajedrez y de los dados, y, en fin, la escritura. El rey Tamus reinaba entonces en todo aquel país, y habitaba la gran ciudad del alto Egipto, que los griegos llaman Tebas egipcia, y que está, bajo la protección del Dios que ellos llaman Ammon. Teut se presentó al rey y le manifestó las artes que había inventado, y le dijo lo conveniente que era extenderlas entre los egipcios. El rey le preguntó de qué utilidad sería cada una de ellas, y Teut le fue explicando en detalle los usos de cada una; y según que las explicaciones le parecían más o menos satisfactorias, Tamus aprobaba o desaprobaba. Dícese que el rey alegó al inventor, en cada uno de los inventos, muchas razones en pro y en contra, que sería largo enumerar. Cuando llegaron a la escritura: “¡Oh rey!”, le dijo Teut, “esta invención hará a los egipcios más sabios y servirá a su memoria; he descubierto un remedio contra la dificultad de aprender y retener.” —”Ingenioso Teut,” respondió el rey, “el genio que inventa las artes no está en el caso que la sabiduría que aprecia las ventajas y las desventajas que deben resultar de su aplicación. Padre de la escritura y entusiasmado con tu invención, le atribuyes todo lo contrario de sus efectos verdaderos. Ella no producirá sino el olvido en las almas de los que la conozcan, haciéndoles despreciar la memoria; fiados en este auxilio extraño abandonarán a caracteres materiales el cuidado de conservar los recuerdos, cuyo rastro habrá perdido su espíritu. Tú no has encontrado un medio de cultivar la memoria, sino de despertar reminiscencias; y das a tus discípulos la sombra de la ciencia y no la ciencia misma. Porque, cuando vean que pueden aprender muchas cosas sin maestros, se tendrán ya por sabios, y no serán más que ignorantes, en su mayor parte, y falsos sabios insoportables en el comercio de la vida.

¿Adónde vamos a llegar así? QUE ATRÓrompamos los iPods, quememos los libros y no se les ocurra donarle plata a ese canalla de Jimmy Wales, que con su wikipedia ha hecho que cualquier patipelado con internet se crea inteligente…

Ser troll no es un fenómeno reciente, eso queda claro a estas alturas. Pero para terminar con una nota más alegre, me quedo con la observación de John Stuart Mill:

“He observado que no son los hombres que tienen esperanza cuando los demás desesperan, sino los que quienes desesperan cuando los demás tienen esperanzas, son admirados como sabios por una amplia gama de personas”

Una de las constantes de los últimos tiempos es el rechazo a la idea de progreso… Estamos rodeados de personas que, al igual que Statler y Waldorf, encuentran todo malo (sobretodo cuando es la obra de otro) y que vamos de mal en pior… creo que la idea es que no hay buenas razones para mantener ese pesimismo y abajismo radical de los apocalípticos que señala Umberto Eco en su Apocalípticos e Integrados. En vez de preocuparnos por la última tontera sobre el horóscopo, pongámosle un poco mas de atención a los últimos avances de la ciencia, y pensemos en formas de ponerlos en uso de manera ética y responsable… el que las farmacéuticas sean una mafia no hace que la medicina sea un tongo, y mucho menos que las pseudociencias tengan algo de razón (mas allá del efecto placebo). Ser optimista quizás no sea tan irracional después de todo (bájese el libro si le tinca):

Life is getting better—and at an accelerating rate. Food availability, income, and life span are up; disease, child mortality, and violence are down — all across the globe. Though the world is far from perfect, necessities and luxuries alike are getting cheaper; population growth is slowing; Africa is following Asia out of poverty; the Internet, the mobile phone, and container shipping are enriching people’s lives as never before. The pessimists who dominate public discourse insist that we will soon reach a turning point and things will start to get worse. But they have been saying this for two hundred years.

Yet Matt Ridley does more than describe how things are getting better. He explains why. Prosperity comes from everybody working for everybody else. The habit of exchange and specialization—which started more than 100,000 years ago—has created a collective brain that sets human living standards on a rising trend. The mutual dependence, trust, and sharing that result are causes for hope, not despair.

This bold book covers the entire sweep of human history, from the Stone Age to the Internet, from the stagnation of the Ming empire to the invention of the steam engine, from the population explosion to the likely consequences of climate change. It ends with a confident assertion that thanks to the ceaseless capacity of the human race for innovative change, and despite inevitable disasters along the way, the twenty-first century will see both human prosperity and natural biodiversity enhanced. Acute, refreshing, and revelatory, The Rational Optimist will change your way of thinking about the world for the better.

Les dejo un esperanzador poema de nuestro ídolo, Tim Minchin