DO WANT

Varias de las ideas generales que comenté en el posteo anterior sobre las habilidades de comprensión los repetiré acá, porque dejan más clara la situación. La primera de ellas es que, como hablar y escribir son habilidades de producción, ambas comparten varias características en común.

Por ejemplo, a la hora de escribir o de hablar, existe la misma exigencia de articular lo que se quiera decir o escribir. En ambos casos, la tarea consiste en progresar desde un momento conceptual en que uno decide qué decir hasta el momento en que uno lo dice o lo escribe. En ambas tareas el usuario requiere de acudir al conocimiento que tenga del mundo, de las ideas que quiera comunicar y, claro, del idioma que le toca usar. En este segundo componente, el idioma, la tarea consistirá en hacer uso adecuado (idealmente de manera automática) del vocabulario y de las reglas de formación de palabras y de combinación de palabras en frases, expresiones idiomáticas, oraciones, etc. (la gramática, que le dicen). En ambos casos, además, existirá un componente más bien formal que tendrá que ver con dominar sistemas de pronunciación (en el medio oral) y de ortografía y puntuación (en el medio escrito).

Pero sobre la misma, es necesario decir que existen diferencias sustanciales entre ambas habilidades de producción. Éstas se pueden relacionar fácilmente con el otro componente de las habilidades, es decir, el medio de producción. En el caso de hablar, la capacidad de hablar está constreñida por la exigencia de procesar el lenguaje en línea, lo que implica que la distancia entre tener algo que decir y decirlo adecuadamente es temporalmente muy breve. Al escribir, en cambio, esa distancia puede ser muuuucho mayor, lo que permite hacer cosas que al hablar es más difícil, como corregir o reformular lo que se ha expresado.

Otra gran diferencia tiene que ver con que hablar implica normalmente una audiencia (un interlocutor) que suele estar de cuerpo presente al momento de hablar, lo que normalmente no sucede al momento de escribir. Esta diferencia implica, por ejemplo, que el procesamiento del habla suele estar apoyado por la retroalimentación con el o los interlocutores. En rigor, en la mayoría de los casos la habilidad de hablar debiese ser entendida más bien como la habilidad de conversar, es decir, negociar directamente lo que se expresa con otras personas que también están hablando. En el caso de escribir, la tarea es más solitaria y suele demandar del escritor o la escritora una capacidad mucho más desarrollada de construirse una representación adecuada de una posible audiencia, de modo de poder adelantarse a las posibles reacciones de esa audiencia.

Por esta misma cosa de la inmediatez, conversar y escribir se diferencian fuertemente en el hecho de que hablar requiere de la capacidad de utilizar componentes del contexto inmediato (el lugar donde uno está y el entorno que rodea a los conversadores) mientras que, a la hora de escribir, esas ayudas pueden no existir más que en un nivel muy general. Ello significa que, inevitablemente, la tarea de escribir suele requerir de los usuarios una capacidad desarrollada para ser más explícito, preciso y organizado en lo que se quiere expresar.

El punto importante aquí es que las diferencias entre ambas habilidades son significativas y,  a la hora de tomar un curso de idioma no sirve asumir que por enseñar una se cubre la otra automáticamente. Esto es un poco diferente de las habilidades de comprensión, en cuyo caso suele darse la posibilidad de poder adaptar actividades para una habilidad a la otra. Por ejemplo, el mismo ejercicio de inferencias puede hacerse respecto de un texto oral o escrito: uno puede preguntarle a un estudiante si un texto es humorístico o serio independientemente de si el material viene en audio o en letras impresas. De cualquier manera, el punto central es que cada habilidad puede y debe ser desarrollada de manera diferenciada.

Por experiencia, creo que este punto debe ser particularmente enfatizado. Personalmente, me toca frecuentemente tener que explicarle a alumnos y profesores de inglés que no pueden esperar que, por el hecho de poder conversar fluidamente en inglés, la cosa de la escritura se les dé igual de fácil. De hecho, me ha tocado muchas veces tener que explicar que no tiene nada de raro ser seco para leer textos complicados en inglés (papers científicos, usualmente) y no dar pie con bola a la hora de escuchar una película, escribir un mail en inglés o conversar con un gringo.

Teniendo eso claro, pasemos ahora a describir muy generalmente cuáles son algunas áreas típicas en que uno que aprende otro idioma puede tener problemas que quisiera mejorar. El espíritu de esta parte, como ha sido hasta ahora, no es tanto proporcionar el detalle teórico o pedagógico como indicar aquellos aspectos que le pueden ayudar a uno a establecer razonablemente cuáles son aquéllas áreas que uno le va a pedir a su curso que aborde con mayor énfasis.

En el caso de la habilidad de hablar los elementos a los que uno le puede poner ojo son la pronunciación y, como ya dijimos, la práctica de la conversación.

La pronunciación, la meta engañosa

Preocupación de muchos y orgullo de unos pocos, la cuestión de pronunciar “correctamente” tiene siempre un lugar de privilegio en la mente del estudiantado/clientela y, por lo mismo, suele formar parte de los ganchos comerciales de quienes venden cursos de idioma. Al respecto, lo más importante es poder despejar algunas confusiones y echar abajo un par de mitos. Vamos viendo.

Si lo que quieren es poder conversar fluidamente con gente que habla otro idioma, la pronunciación no es tan importante. Así de simple. O sea, sí lo es, pero no al punto que a uno lo tratan de convencer. La cuestión es que para poder comunicarse de manera eficiente en otro idioma, suele bastar con una pronunciación que puede fácilmente ser considerada deficiente. La idea es fácil de ejemplificar dándo vuelta la situación. Escuchen a Hugh Laurie en este comercial entero freak, y en este episodio de House:

Escogí estos videos porque ilustran al menos dos contrapuntos importantes. Primero: en una conversación guiada uno puede ser uno mismo, lo cual es del todo natural y pone a los estudiantes en una situación más real como práctica. En un role play, es siempre posible que uno tenga que actuar un poco, y si uno no tiene los esquemas necesarios, la mera tarea de simular ser alguien más puede resultar tanto o más difícil o inhibidora que usar el lenguaje adecuado a la hora de hablar. Por otro lado, ya que las actividades de rol suelen venir con el material lingüístico un poco pre-frabicado, pueden resultar muy útiles para estudiantes con niveles de competencia más bien bajos  o con menos confianza. Por su parte, una conversación guiada puede ser muy beneficiosa para cuando el grupo está en mejores condiciones de generar conversación por sus propios medios. Ahí verán Uds. qué les apetece más o dónde les aprieta más el zapato.

Para averiguar cómo se viene la mano en este sentido,  basta con preguntar directamente o derechamente revisar los materiales que se usarán en el curso al respecto. Este sano hábito de pedir una muestra de los materiales que se usan les puede deparar varias sorpresas, de hecho. Me vienen a la mente cursos de conversación con materiales solo para leer o para ejercitar gramática; actividades de conversación sin puntos de enseñanza visibles (vocabulario, gramática o pronunciación); profesores con cara de pregunta cuando uno les preguntaba cuál era el objetivo de una clase de conversación en particular, más allá de practicar (“¿Practicar qué?” era la pregunta, entonces.)

Como pueden notar, de a poco nos vamos metiendo en dos aspectos más bien peludos de todo este cuento, y que tienen que ver con los recursos materiales (por ejemplo, textos y laboratorios) y humanos (el profesorado). De eso hablaremos más adelante y, porque ya ha sido mucho por esta vez, la escritura también quedará para después, en el próximo posteo. El mensaje de hoy es, por lo tanto:

  1. La pronunciación es importante pero no es taaaan importante. Más importante es la fluidez (hablar de corrido y sin muchos errores, aunque sea lento).
  2. Un curso con laboratorio no es necesariamente mejor que uno sin laboratorio (sin profesoras(es) adecuados son, de hecho, peores: sin monitoreo humano, los estudiantes pueden practicar, pero practicar errores).
  3. La habilidad de hablar no es lo que importa sino que la de conversar, por eso lo vital es que existan frecuentes actividades de conversación en un curso que se dedica a esa habilidad. La relación alumnos/duración debe ser suficiente como para que cada estudiante tenga una cantidad de tiempo razonable para practicar (mientras más tiempo mejor, obviamente) y las actividades mismas debiesen estar ajustadas a los niveles competencia de sus alumnos y sus intereses personales.

Chao, gracias por seguir la serie y nos vemos luego para hablar sobre escritura en segunda lengua, mi favorito personal.

BONUS TRACK: si entiende el chiste del “burro”, felicitaciones!