Está hecho el razonamiento para ganar discusiones más que para encontrar la verdad? Este es el título del artículo que Chris Mooney elabora a partir de un paper titulado Why do humans reason? Arguments for an argumentative theory, recientemente publicado en Social Science Research Network, elaborado por Hugo Mercier y Dan Sperber.

Como el objetivo de estas líneas es el divulgar, no voy a dar la lata con una traducción in extenso del artículo original, pero si es de su interés, por ahí se puede arreglar un acceso fácil ^_^ (pista: aquí abajito hay un formulario, úselo).

Plantea el autor que el razonamiento es normalmente visto como un medio por el cual aumentamos el conocimiento y tomamos mejores decisiones, aunque también se debe reconocer que muchas veces este conjunto de procesos nos lleva a distorsiones epistémicas y a una pobre toma de decisiones.

La hipótesis subyacente es básicamente que el razonamiento es argumentativo, que está diseñado para ser adaptativo y por lo tanto, está hecho para convencer, dada la naturaleza humana que nos hace dependientes de la comunicación (cfr. Tomasello), y por lo tanto, vulnerables. Refieren los autores que un amplio rango de evidencia puede ser explicado a la luz de esta hipótesis. Por ejemplo, el pobre desempeño en los test standard de razonamiento pueden ser reinterpretados y mejor explicados si se considera la falta de contexto argumentativo. Cuando los mismos problemas son planteados en un buen contexto argumentativo, las personas cambian su desempeño notablemente. Esto, en todo caso se refiere a que los argumentadores hábiles no buscan la verdad, sino que buscan argumentos que apoyen sus puntos de vista. Esto explica, por ejemplo el sesgo de confirmación. Este sesgo es aparente no solo cuando se argumenta (o discute), sino que también cuando están razonando desde la perspectiva de tener que defender opiniones. Este proceso puede distorsionar las evaluaciones y las actitudes y así se permite que persistan creencias erróneas, al igual que se favorecen decisiones que se pueden justificar, pero no necesariamente son las mejores. En estos casos, el razonamiento hace lo que un artefacto argumentativo hace: busca argumentos que apoyen una conclusión dada y “ceteris paribus, favorece conclusiones para las cuales los argumentos pueden ser encontrados”.

Dicho de otra forma, nuestro razonamiento sigue nuestra motivación, por lo que tendemos a centrarnos en razones que nos apoyen y dejamos un poco de lado las que son más débiles o apuntan en nuestra contra. Por favor no confundir con las falacias, que no son argumentos en el sentido válido del concepto. Esto lo voy a desarrollar más adelante cuando hable de pseudociencias o terapias “alternativas”

Acá se puede encontrar un sitio dedicado al desarrollo de esta teoría.