Hoy es el Bloomsday. Antes del Día del Orgullo Friki, del Día de la Toalla, del Día Menos Pensado, estuvo el Bloomsday, la conmemoración de la marcha que realizan por el Dear and Dirty Dublin Stephen Dedalus y Leopold Bloom en la trama de Ulises de James Joyce. Fue un 16 de junio, como hoy, de 1904 en la ficción. Para conmemorar este evento literario singular, los dejo con un texto que escribí en 2002 para La Tercera.

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Los ochenta años de una obra que “Nadie” lee

Después de innumerables tropiezos, se publicó esta novela esencial del siglo XX un 2 de febrero de 1922. Un libro que influyó de manera definitiva en otros autores, desde Faulkner a García Márquez y sin olvidar a Cortázar ni al chileno Roberto Bolaño.

Hay un episodio de la Odisea de Homero que a Nicanor Parra le encanta explicar: el héroe Ulises deja ciego al cíclope Polifemo y entonces éste le pregunta su nombre. El griego le responde que se llama “Nadie” (outis) en vez de Ulises (Odysseus). Cuando el cíclope se encuentra con sus compañeros ellos le consultan “¿Quién te cegó?”, a lo que él contesta “Nadie”.

A James Joyce el episodio también le gustaba mucho. En realidad el texto completo le gustaba. 24 rapsodias (cantos) que relatan un largo regreso a casa, con todos los significados que eso puede tener. Así que decidió titular su segunda novela con el nombre del héroe de Homero: Ulises. El personaje principal sería un oscuro ciudadano judío irlandés llamado Leopold Bloom, que saldría de su casa en la mañana del 16 de junio de 1904 para regresar entrada la noche luego de recorrer prácticamente todo el “querido y sucio Dublín”. Un segundo personaje, no menos importante, sería el joven Stephen Dedalus (que había sido el protagonista de la hermosa Retrato del Artista Adolescente, de 1916), a quien la novela también seguirá por las calles de la urbe, y que corresponde al hijo del Ulises original: Telémaco.

Joyce describe capítulo a capítulo cada una de las 18 horas que pasan estos personajes cambiando constantemente de estilo. Pero, por sobre todo, se presenta al lector lo que ocurre en la cabeza de los protagonistas, un recurso que se conoce como “corriente de la conciencia” y que es el fondo musical de la novela.

Desde su aparición, Ulises se volvió un referente obligado de las vanguardias del siglo XX, así como uno de los hitos mayores de la historia de la novela; tanto que el estudioso argentino Ricardo Piglia asegura que el libro de Joyce ha iniciado un nuevo género, el de la “obra maestra”. Una forma de literatura que se caracteriza por la desmesura, la combinación de técnicas narrativas, la parodia de los héroes tradicionales, lo abundante de sus páginas, los años que tarda su redacción, pero, en primer término, porque siempre hay una ciudad de fondo.

El género ha sido transitado incesantemente desde entonces. Primero fueron algunos escritores norteamericanos, y entonces la ciudad fue Nueva York (John Doss Passos), o el condado imaginario de Yoknapatawpha (William Faulkner). Desde allí fue recogido por los latinoamericanos y nacieron Comala (Rulfo) y Macondo (García Márquez) y el París de Rayuela (Cortázar).Un último ejemplar es obra de un chileno, Roberto Bolaño, quien retrata Ciudad de México en su novela Los Detectives Salvajes.

Una edición accidentada

El 2 de febrero de 1922 hace 80 [y nueve] años, y al cumplir su autor los 40, Ulises salió a la luz pública. La historia de la edición es en sí misma una odisea: el resultado del esfuerzo del escritor, la lucha contra la censura y el apoyo de una pequeña editorial francesa llamada Shakespeare & Co., cuya gestora, Sylvia Beach haría lo imposible por cumplir el sueño de su amigo de ver el libro en papel al apagar las 40 velitas.

A pesar de todas sus virtudes y atractivos, Ulises es una obra muy difícil de abordar y que siempre está disputando los primeros lugares en el ranking de las “novelas imposibles”. Así los lectores le han hecho honor a su nombre, Ulises. ¿Quién la lee? Lamentablemente: “Nadie”.