“No te olvides la toalla cuando vayas a la playa.

Ooh, shalalá, ye ye yeé” (Puturrú de Fuá)

Ya cauros, las vacaciones están a la vuelta de la esquina: las temperaturas anunciadas para esta semana sobrepasan los 30º, y vamos todos sacando las pilchas del estío, convirtiendo los viejos bluyines en shores o bermudas, desempolvando rancias poleras con logos de grupos metaleros, y sintonizando la radio en busca de la Canción del Verano, ese tema que bailaremos y cantaremos a lo largo de los largos meses que se nos vienen encima.

En un inusual esfuerzo de producción, hemos elaborado un compilado de algunos Hits del Verano de “otras primaveras” que les presentamos a continuación [Nota: evitamos sumergirnos en el submundo del Glam Tropical, el Axé o el Reggaetón, todavía tenemos estómago].

Formula V – Vacaciones de Verano

Formula V – Eva Maria

Umberto Tozzi – Gloria

Righeira – Vamos A La Playa

Gloria Estefan – Conga

Kaoma – Lambada

Zapato Veloz – Tractor Amarillo

Los del Rio – Macarena

Ricky Martin – María

Chayanne – Salomé

Las Ketchup – Aserejé

Lou Bega – Mambo No. 5 (A Little Bit Of…)

Proyecto Uno – El Tiburón

Mystic – Ritmo De La Noche

Vilma Palma e Vampiros – La Pachanga

Chocolate – Mayonesa

Rafa Villalba – Chiquitere

Gerardo – Rico Suave

Son varias las ideas que saltan a la mente cuando se escuchan en conjunto estas perlitas. ¿Qué hace una Canción del Verano? Responde Neil Fox, DJ de Capital Radio:

“Tres componentes claves de un hit son: una melodía pegajosa, una fuerte imagen de marca y un montón de publicidad”.

Y en la Wikipedia se pueden encontrar más pistas:

“La fórmula radica en una receta sencilla:

  • Un estribillo fácil de aprender.
  • Un baile sencillo de realizar.
  • Y por supuesto una tonada tan pegadiza que no será fácil de olvidar”.

Según uno de los mejores sitios de música del recuerdo, Cuando Calienta El Sol, la Canción del Verano, al menos en España, fue un fenómeno de la segunda mitad de los sesentas. Era una época en que en los boliches de playa, como lo serían luego el Pirulas de Reñaca o la Tacirupeca de Maitencillo, lanzaban al aire las melodías más oreja y bailables por medio de los Wurlitzer. Luego vendrían las radios playeras, como la recordada Concierto ochentera con Lalo Mir y los teams: todos buscando la expansión del hit.

Hemos revisado nuestras bases de datos para resolver el problema de la Canción del Verano, y nos hemos encontrado con dos artículos geniales. El primero es de Science de 2006: “Experimental Study of Inequality and Unpredictability in an Artificial Cultural Market” (Salganik et al, 2006). En él, los autores crean un mercado virtual de canciones con 48 temas de grupos musicales desconocidos. Luego han reclutado a 14.341 participantes a los que han introducido a uno de dos ambientes: a) un ambiente aislado, en el que los sujetos podían escuchar algunas de las canciones solo a partir de sus nombres o los de las bandas, para luego asignar una puntuación de 1 (“lo odio”) a 5 (“lo amo”) a los temas, b) un ambiente de condicionamiento social, donde podían, además de hacer todo lo del ambiente aislado, tener como referencia el número de descargas de cada canción. ¿Adivinan ya qué pasó? Claro. Los usuarios del ambiente b) fueron influidos por los comportamientos de los otros usuarios del ambiente, tal como muestra el recuadro a continuación. [Hay ocho barras para el ambiente b -en gris oscuro- porque los investigadores crearon ocho mundos diferentes para ese ambiente, en todos ellos, la influencia de la manada sobrepasa al gusto individual].

“El éxito fue también, sólo en parte, determinado por la calidad: las canciones más descargadas rara vez eran malas, y las menos descargadas casi nunca eran buenas, pero cualquier otro resultado era posible” (Salganik et al, 2006: abstract).

El otro artículo es reciente, de abril 2011 “Survival of the hippest: life at the top of the hot 100” (Giles, 2011, Applied Economics). En él, el autor revisa los Top 1 (numerounonumerounonumerounonumerounonumerounonumerouno) del Billboard y otras fuentes entre 1955 y 2003, encontrando lo siguiente:

  • En promedio los Número 1 duran 2,643 semanas en esa posición, con un mínimo de una semana.
  • La canción que más ha durado en el número uno de los charts es One Sweet Day de Mariah Carey & Boyz II Men (16 semanas en 1995).
  • Las canciones instrumentales sobreviven más, 3,13 semanas.
  • Elvis Effect. Si eres Elvis puedes durar 5,29 semanas en promedio –dos más de lo habitual-; mientras que no hay Efecto Beatles, sus canciones promedian 2,95 semanas.

Lo mejor del estudio es el siguiente gráfico, que ilustra la cantidad de números uno anuales a lo largo del periodo de 50 años.

Los Números 1 tienen su peak de diversidad a mediados de los setentas, y luego van descenciendo sistemáticamente. De hecho, Giles indica que entre 1955 y 1998 había en promedio 20,5 Top 1 anuales, y entre 1999 y 2003 ese número cae a solo 12,6. Esto es, los Top 1 se mantienen por más tiempo, lo que significa que “NO ha habido un aumento de la competencia en la industria” (Giles 2011:1886).

Así que ya sabemos, para hacer el Hit del Verano:

  • La regla de oro: sea cual sea la manera en que haga la canción, cómo resuelva su composición y producción, lo más importante es viralizarla a como dé lugar.
  • El premio: si logra llegar al Top 1, por esta época (inicios de 2010s) es seguro que va a disfrutar de más semanas en esa ubicación.