Hace un buen tiempo, colaboré con Remis y hablé un poco sobre las neuronas espejo (si no lo recuerda, o no lo ha leido y tiene algo de tiempo, pase por acá).

Muchos de nosotros (o casi todos) hemos experimentado el contagio de un bostezo. Se supone que un bostezo es un reflejo, igual que el rotuliano, la dilatación pupilar, pero… ¿por qué se nos pega un bostezo y no el reflejo rotuliano, o un estornudo?

Ivan Norscia plantea que la habilidad humana para compartir emociones es central para el logro de las interacciones sociales complejas. Surge muy tempranamente, y es la base para la construcción de la intersubjetividad primaria, que es aquel vinculo primario que nos relaciona con otros seres vivos y en especial con nuestra figura de apego. Posteriormente, se desarrolla la capacidad de pensar en lo que el otro piensa (o Teoría de la Mente), que es la base para el desarrollo de la cooperación con otros sujetos (no basta con que nos caiga bien o queramos a otro, debemos ser capaces de entender sus metas para ayudarlo/a).

Hasta ahora, había sugerencias clínicas, y psicológicas de la implicación de las neuronas espejo en el contagio del bostezo. Faltaba el correlato conductual. En el artículo linkeado, Norscia muestra un estudio de más de un año con adultos humanos. Sólo el vinculo social (por sobre otras variables) fue capaz de predecir la ocurrencia, frecuencia y latencia del contagio del bostezo. El nivel de activación neuronal difiere en función de la familiaridad entre sujetos, o sea, es más probable que se le pegue un bostezo de alguien cercano (como un familiar) o un compañero de curso que de un desconocido en la calle. (especialmente si uno está en una clase latera CHAN!)

Ah! Hablando de latero, pronto se viene una nota sobre neurofisiología del lenguaje, a raíz de algunas cosirijillas entretenidas (pa mí) que estamos haciendo…atenti…