Lo que sigue es la traducción de un artículo de opinión del profesor Gary Cutting, publicado en el The New York Times. Reemplace “Republicano” por “Derecha” y “Demócrata” por “Izquierda”, y verá que el mensaje se aplica a nuestra realidad nacional al igual que en Estados Unidos. No es casualidad que la caracterización de la posición Republicana se parezca, quizás demasiado, a la del gobierno. Traducción libre, negritas y cursivas agregadas.

Como argumentar en política

Como profesor de filosofía, paso gran parte de mi tiempo pensando sobre los argumentos esgrimidos por los filósofos profesionales. Como ciudadano (y columnista ocasional), también paso mucho tiempo pensando en los argumentos esgrimidos por los demócratas y los republicanos sobre asuntos políticos actualmente en disputa. Por supuesto, existen diferencias en la sofisticación y la complejidad lógica entre argumentos políticos y filosóficos. Pero, aún asumiendo que los argumentos políticos populares no necesitan de todo el rigor académico, no creo que exista mucha diferencia entre la lógica de los políticos y la de los filósofos.

Pero hay un aspecto en el que los argumentos de los filósofos son muy superiores a los de los políticos. Para ser tomado en serio, un argumento filosófico tiene que partir de una comprensión cabal de la posición del oponente, y caracterizarla de la forma mas creíble, imparcial y fidedigna posible. Los políticos, por el contrario, suelen cargar los dados y caricaturizar al oponente, atacando las versiones más débiles de sus puntos de vista que puedan encontrar.

Podríamos mejorar la calidad de nuestros debates políticos si imitáramos a los filósofos en su “regla de la comprensión y la formulación rigurosa de los puntos de vista del oponente”. Para ilustrar el punto, considere cómo los demócratas podrían caracterizar la posición del núcleo conservador que casi todos los actuales candidatos presidenciales republicanos respaldan. Los desacuerdos de los candidatos de derecha no suelen ser acerca de si la posición conservadora es correcta, sino que sobre el cual de ellos es más sincero y coherente.

Esta posición conservadora se compone de un conjunto de puntos de vista canónicos sobre el gobierno, la economía, la religión y la ética. Sobre el gobierno, los candidatos republicanos creen que debería haber menos regulación, especificamente sobre los negocios, quieren menos programas de bienestar social y un menor control de la vida de los ciudadanos. Económicamente, su objetivo es equilibrar el presupuesto, pagar la deuda pública, la reducción de impuestos y el apoyar los esfuerzos de las empresas para aumentar sus ganancias y así generar nuevos puestos de trabajo. También consideran que es fundamental apoyar el cristianismo tradicional y apoyar su punto de vista ético, particularmente en materia de sexualidad, especialmente la oposición al aborto y al matrimonio entre personas del mismo sexo.

¿Por qué una persona sensata debiera simpatizar con este tipo de puntos de vista? Es útil verlos como la base de una visión general de los puntos fuertes de nuestra nación. Sus “puntos fuertes” son el sistema de libre empresa y de nuestra herencia religiosa / ética de trabajo duro, responsabilidad individual y el cumplimiento de las normas morales tradicionales. El funcionamiento del sistema de la libre mercado genera riqueza suficiente para permitir que casi todo el mundo tenga un nivel de vida al menos adecuado, y también produce innovaciones que mejoran continuamente la norma. Por supuesto, habrá personas que, debido a la mala suerte o de sus fallas morales propias, terminan privadas de los bienes básicos. El remedio principal para este debe ser el instinto de caridad de conciudadanos que viven una vida de fe cristiana, que es también la fuente de la realización humana, más allá de la simple prosperidad material.

De acuerdo al punto de vista republicano, hay dos grandes peligros internos a nuestra forma de vida. En primer lugar, hay fuerzas tales como el secularismo y el relativismo que amenazan nuestros valores éticos básicos. En segundo lugar, existe la creencia -quizás bien intencionada, pero equivocada- que la planificación gubernamental y la regulación puede mejorar significativamente nuestro sistema de libre empresa como forma de proveer nuestras necesidades materiales. Por el contrario, las grandes intervenciones económicas casi siempre ponen las cosas mucho peor. Mantener la integridad de nuestros valores éticos y de nuestro sistema de libre mercado son las claves para la solución de casi todos nuestros problemas.

Teniendo en cuenta esta formulación objetiva y no sesgada de la posición conservadora, sus críticos aún pueden encontrar razones más que suficientes para estar en desacuerdo. En esta formulación se identifican varios supuestos clave que los opositores también pueden cuestionar: que, abandonado a su suerte, el libre mercado no causará penurias inaceptables para un gran número de personas, que la intervención gubernamental sustancial casi siempre conduce a malos resultados, que la ética cristiana, -especialmente el énfasis conservador sobre la sexualidad- es el mejor código de conducta moral. Sin embargo, nuestra formulación permite criticar la posición conservadora de forma aún más eficiente: no al argumentar en contra de sus supuestos básicos, sino que argumentando que estos supuestos pueden conducir a contradicciones.

En particular, existe una tensión fundamental entre las dos principales elementos de la visión conservadora: los valores éticos cristianos y el sistema de libre mercado. La moral cristiana predica el amor por los demás y el sacrificio individual por los otros. Una economía de mercado supone que todos los agentes (empresarios, trabajadores, compradores, vendedores) actuar solo por sus propios intereses egoístas. El problema es evidente en la molestia del Nuevo Testamento con los ricos por una parte, y la simpatía y compasión por los pobres por otra. Véase, por ejemplo, Mateo 13: 22, Marcos 10: 23-25 ​​y Santiago 5: 1-3.

La respuesta estándar para este tipo de objeción moral es que la “mano invisible” del mercado produce bienes públicos a partir del egoísmo privado. Si todos actuamos de acuerdo a nuestros propios fines egoístas, habrá más bienes materiales para compartir de los que habría de otro modo. Pero este es un argumento utilitario, es decir, juzga las acciones como morales si aumentan nuestro bienestar material. Sin embargo, la moral cristiana niega que la moral, el bien y el mal dependen de lo que maximiza el bienestar. En el cristianismo, el amor y el sacrificio son bienes morales en sí mismos, independientemente de sus consecuencias. Por el contrario, la moral cristiana conservadora no permite la homosexualidad o el matrimonio del mismo sexo, incluso si resultara que al hacerlo aumentaría el bienestar material.

No estoy proponiendo esta línea de argumentación como una refutación decisiva de los puntos de vista de los actuales candidatos republicanos a la presidencia. Pero es, insisto, un argumento basado en un análisis comprensivo de sus puntos de vista y requiere una respuesta seria de las personas que los promueven. No es el final de un debate fructífero sobre nuestras diferencias políticas, pero podría ser un comienzo.

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Uno de los grandes aportes a la discusión política es el trabajo de Jonathan Haidt. Si le interesa la psicología moral, o las razones por los que los valores “de izquierda” y “de derecha” son tan difíciles de reconciliar, vea este video. Le garantizo que después de verlo, será una mejor persona.