Uno de mis inicios de novela favoritos es este:

“Mis cinco rupturas amorosas más memorables, las que me llevaría a una isla desierta, por orden cronológico: Alison Answorth, Penny Hardwick, Jackie Allen, Charlie Nicholson, Sarah Kendrew” (Nick Hornby, Alta Fidelidad, 1995).

Es uno de mis incios de novela favoritos, entre otras cosas, porque pega el cornete de entrada. Cuando lo leemos sabemos que estamos frente a esa extraña mezcla que no se da muy seguido entre cultura pop y experiencia vital. Y es que yo amo –amamos- las listas. De todo tipo, desde las que compilan los productos creativos hasta las de las compras. La dupla Hornby-Frears hizo de esta práctica un arte y cracked.com la ha elevado a la categoría de pieza fundamental de la sociedad contemporánea: sin listas todo sería menos entrete.

¿Porqué amamos las listas? Acá el Top Five desde un punto de vista cognitivo.

  1. Las listas son un elemento básico de la memoria: cuando las ciencias cognitivas se iniciarion (de acuerdo con el relato standard) el 11 de septiembre de 1956, uno de sus hallazgos seminales fue, justamente, que nuestra mente opera por medio de listas. La ponencia de George Miller sobre El mágico número siete más o menos dos indicaba justamente que a lo largo de la historia han existido las listas. Ejemplos: las siete maravillas del mundo, los siete mares, los siete pecados capitales, las siete hijas de Atlas en las Pléyades, las siete edades del hombre, los siete niveles del infierno, los siete colores primarios, las siete notas de la escala musical, los siete días de la semana. Estas listas tenían que ver con la capacidad de almacenamiento de la Memoria de Corto Plazo. Es notable que en la antigüedad y en el Renacimiento las listas contuvieran típicamente siete elementos , en nuestra época eso ha cambiado y los dos tipos de listas más habituales son el Top Five y el Top Ten. Echo de menos las listas de siete componentes. Snif.
  2. Las listas tienen que ver con la organización de la memoria: muchos estudios cognitivos de fines de los sesentas e inicios de los setentas (vg. Collins & Quillian, 1969) apuntan a que los seres humanos solemos organizar la información en redes de significación, de acuerdo con el punto anterior, nos resultaría más sencillo organizar la red si tenemos unos pocos elementos.
  3. Las listas nos llaman la atención: citando al enorme William James, la atención es “la toma de posesión por la mente, de forma clara y vívida, de uno de objetos presentes al mismo tiempo” (James, 1890:381-382). Las listas logran encausar esa toma de posesión porque enfocan en vez de distribuir los recursos atencionales.
  4. Las listas constituyen identidad:what really matters is what you like, not what you are like” dice Rob en uno de los pasajes memorables de Alta Fidelidad (lo que podríamos traducir como “lo que realmente importa no es como eres sino lo que te gusta”). Las listas tienen esa magia, cuando las creamos nos ayudan a formar identidad: somos un poco nuestras propias listas. Peter Elbow (1992) sostenía que una de las maneras más importantes para tener una figura pública era tener una “vida interior”, una autobiografía, el autor suponía que particularmente cuando se escribe, quienes llevan a cabo de mejor manera esta tarea son quienes disponen de “algo que decir”, quienes tienen una voz. Las listas son pura voz, y esa es una de las gracias clave del libro y la película que inspiran este posteo. En las nuevas corrientes cognitivistas, las sociocognitivas, esta imbricación entre cognición individual y representación pública es de máxima importancia. Las listas son justamente un caso de fenómeno sociocognitivo: son personales, pero a la vez son sociales.  Bary Faulk en “Love, Lists, and Class in Nick Hornby’s High Fidelity” (2007) anota que “las experiencias de Rob, tanto eróticas y de audio, sociales y privadas, se filtran y se ordenan a través de una red familiar para los fanáticos del pop: la lista de Top Five”. La lista le permite tener una vida y una historia.
  5. Las listas son controversiales: bueno, esto lo he sacado de este artículo de CBS, pero puedo agregar algo. Cuando nos movemos desde la cognición clásica, en el primero de estos puntos, hasta este lugar en el que estamos ahora, llegamos al 2012. Hoy se sabe que la cognición no puede desprenderse del poder y del conflicto. Nuestros procesos internos están en gran parte mediados por la sociedad que nos rodea, por las otras cogniciones. La cognición es situada y distribuida. Las listas también “sufren” de esta situación. Hacer una lista no solo da identidad, sino que lleva a la identidad a entrar en el juego y la competencia con otras identidades (Goffman, 1959). Una lista, cualquier lista, tiene eso que Jorge Teillier llamaba “antojolía” (por “antología”), y es posible de ser discutida. Alta Fidelidad no hubiera sido posible si junto con Rob no hubieran estado sus dos compinches listeros: Barry y Dick. En el intercambio de listas de estos tres personajes radica gran parte de su magia. Si una lista no es compartida y puesta bajo la mirada crítica de otros, no es realmente una lista.