¡Del McDonald’s! Esa es la respuesta que cualquier niño estadounidense daría a la pregunta, de acuerdo con Michael Pollan en su penetrante libro “The Omnivore’s Dilemma” (Penguin, 2006). No fue esa en realidad la pregunta que me hice cuando estaba con mi chicoco Pelayo en uno de esos restaurantes de comida rápida en la Rotonda Atenas hoy al mediodía, sino que: ¿de qué parte del pollo?

Los nuggets no dan ninguna pista, ni en su forma, ni en su textura, ni en su sabor, acerca de su procedencia, pero, tal como comentó un amigo cuando hice la pregunta en FaceBook:

En resumen, son  como el “tomaco” (tomacco, un mutante entre tomate y tabaco) que comía Homero Simpson en un episodio de su serie: “es liso y suave… y refrescantemente adictivo”.

¿De qué están hechos? Hay respuestas a eso en modo cuasi-conspiranoico en Michael Moore y en Super Size Me (Morgan Spurlock, 2004), pero la mejor, a mi juicio, es esta explicación del chef del cable  Jamie Oliver, lamentablemente sin subtítulos (ojo con el FAIL final). [Warning: algunas personas pueden encontrar perturbador el video]:

De acuerdo con la Santa Wikipedia: “El nugget de pollo fue inventado en la década de 1950 por Robert C. Baker, un profesor de tecnología de los alimentos en la Universidad Cornell, que lo publicó como trabajo académico sin patente. Las innovaciones de Baker permitieron elaborar nuggets de pollo de cualquier forma. La receta de McDonald’s para los Chicken McNuggets fue creada por encargo por Tyson Foods en 1979 y el producto empezó a comercializarse al año siguiente”.

Finalmente, este es un pasaje de “The Omnivore’s Dilemma” referido al tema (disculpen lo largo):

“Los ingredientes que figuran en el folleto (del McDonald’s) sugieren una gran cantidad de inteligencia se requiere para elaborar un nugget, eso y mucho maíz. De los treinta y ocho ingredientes que se necesita para hacer una McNugget, conté trece que se pueden derivar de maíz: el maíz con que se alimenta al pollo sí mismo; almidón de maíz modificado (para preparar la carne del pollo pulverizado); mono-, tri-, y diglicéridos (emulsionantes, que mantienen las grasas y el agua separadas); dextrosa; lecitina (otro emulsionante); caldo de pollo (para restaurar algunos de los sabores); harina de maíz y almidón de maíz amarillo modificada (para la pasta); almidón de maíz (un agente de relleno); manteca vegetal; aceite de maíz parcialmente hidrogenado; y ácido cítrico como conservante. Un par de otras plantas participan en la elaboración: hay algo de trigo en la masa, y un día cualquiera el aceite hidrogenado podría provenir de la soya, la canola, el algodón o el maíz en función del precio de mercado y la disponibilidad. Según el folleto, los McNuggets también contienen varios ingredientes completamente sintéticos, sustancias casi comestibles que al final no vienen de un campo de maíz o de soya, sino que se forman en las refinerías de petróleo o plantas químicas. Estas sustancias químicas son las que hacen posible los alimentos procesados modernos, impidiendo que sus materiales orgánicos se echen a perder o luzcan extraños después de meses en el congelador o en la carretera. Los primeros son los “agentes de fermentación”: fosfato de sodio y aluminio, fosfato monocálcico, pirofosfato ácido de sodio y lactato de calcio. A estos se añaden antioxidantes para mantener las diversas grasas animales y vegetales que intervienen en un nugget. Luego están los “agentes anti-espumantes” como dimetilpolisiloxano, añadido al aceite de cocina para mantener los almidones, a fin de producir espuma durante la fritura. El problema es, evidentemente, lo suficientemente grave como para justificar la adición de un producto químico tóxico para la comida: de acuerdo con el Manual de Aditivos Alimentarios, el dimetilpolisiloxano no solo es un probable carcinógeno y mutágeno establecido, tumorígeno, y causante de efectos reproductivos, sino que también es inflamable. Pero quizás lo más alarmante en un nugget pollo es la terbutilhidroquinona, o TBHQ, un antioxidante derivado del petróleo que o bien se rocía directamente sobre el nugget o en el interior de la caja para “ayudar a conservar la frescura”. De acuerdo al Diccionario del Usuario de Aditivos Alimentarios, el TBHQ es una forma de butano (un líquido más ligero) que la FDA permite a los procesadores a utilizar con moderación en la comida: puede contener no más del 0,02 por ciento del aceite en un nugget. Lo cual es probablemente bueno, teniendo en cuenta que la ingesta de un solo gramo de TBHQ puede causar “náuseas, vómitos, zumbido en los oídos, el delirio, la sensación de asfixia y colapso”. La ingestión de cinco gramos de TBHQ puede matar“.