La escena es un clásico dieciochero: un grupo de amiguetes se sienta en torno a una mesa y empieza a conversar distendidamente, mientras sobre el tablero aterrizan fanschops, chuflays y terremotos. De pronto, al calor de los tragos, los compinches empiezan a “arreglar el mundo”. Si la secuencia terminara ahí mismo sería ideal, pero bien sabemos que para las Fiestas Patrias -y en especial este año, que se vienen bravas- el consumo de alcohol se dispara y aumentan los accidentes de tránsito, las riñas a causa de nada y otros problemas de orden nacional.

Las razones de los inconvenientes causados por las tomateras han sido estudiadas con sumo detenimiento y son tema de salud pública. Pero el episodio previo, el “arreglar el mundo”, no ha recibido tanta atención. Hasta ahora.

Andrew Jarosz, Gregory Colflesh y Jennifer Wiley, sicólogos de la Universidad de Illinois, acaban de publicar los resultados de un estudio que evaluó la capacidad creativa y de inteligencia de personas en un estado de pre-intoxicación alcohólica (“Uncorking the muse: Alcohol intoxication facilitates creative problem solving”, Consciousness and Cognition, 2012).

Para llevar a cabo tamaña tarea, usaron una prueba bastante conocida denominada “Remote Associates Test” (RAT) que consiste en encontrar una palabra que esté relacionada con tres palabras previas que parecen no tener nada en común (como “dolor”, “cazador” y “repollo”).

Los investigadores crearon dos grupos para atacar la prueba al estilo “reality show”: los “sobrios” y los “curados” (a quienes les dieron a beber un bastante hipster cóctel Cosmopolitan, como en “Sex & the City”). El grupo de los “sobrios” se hallaba en sus “cinco sentidos”; el de los “curados” tenía concentraciones de alcohol en la sangre de alrededor de 0,7 (lo que, de acuerdo a la nueva ley de “Tolerancia 0” chilena corresponde al estado “bajo la influencia del alcohol”).

¿Y qué pasó entonces?

“Los individuos intoxicados resolvieron más ítems RAT, en menos tiempo y resultaron más propensos a percibir sus soluciones como el efecto de una idea repentina”, concluyeron los expertos. En buen chileno, los “curados” se pegaron el alcachofazo con más facilidad.

¿Cómo se explican estos resultados? Los autores del trabajo sostienen que el aumento de la creatividad del grupo de “borrachos” se podría deber a que su foco atencional se halla más disgregado. Muchos estudios anteriores han revelado que cuando una persona se encuentra bajo los efectos el alcohol su capacidad de enfoque y concentración disminuyen: esta es una de las principales razones por las que no hay que realizar ciertas tareas cuando se bebe, como manejar un vehículo.

Pero siempre hay una contraparte a cualquier tipo de deterioro cognitivo. En este caso, esa misma falta de enfoque permite apreciar y sopesar ideas o chiripazos más tirados de las mechas, que son justamente los que resuelven el problema.

De hecho, otro artículo clásico a partir del test RAT mostró que personas que se iban a dormir una siesta durante la prueba volvían llenas de soluciones sorpresivas y novedosas a la prueba de las tres palabras.

Jarosz y colegas no son, sin embargo, los primeros que advierten que el consumo de alcohol parece mejorar ciertos desempeños. En otro estudio muy citado en los últimos años (“Non-linear relationships between cognitive function and alcohol consumption in young, middle-aged and older adults: the PATH Through Life Project”, Bryan, 2005), los autores determinaron que bebedores no excesivos presentaban resultados mejores que abstemios y ebrios en una batería de test cognitivos.

Una conclusión que estos estudios no demuestran, pero bastante sencilla de defender, es que el alcohol vuelve a las personas más creativas: por eso cuando bebemos nos bajan ganas de “arreglar el mundo”. Simplemente por la atención desenfocada -o mejor, distribuida- los bebedores llegan a conclusiones e ideas que no se les habrían ocurrido estando sobrios. Lástima que esto tenga que hacerse con riesgos de salud, personales y sociales. Quizá sería mejor, como sugiere el estudio de Bryan, reemplazar el alcohol por una siesta… debajo de un árbol en el parque.

Test de creatividad (tómelo sin alcohol)

Para entretenerse, a continuación citamos cuatro ejemplos del “Test de asociaciones remotas”, TAR (Mednick, 1962). La idea es encontrar una cuarta palabra que se asocie con las tres citadas:

(a) rata-azul-cabaña

(b) afuera-perro-gato

(c) eje-eléctrico-elevado

(d) sorpresa- fila-cumpleaños

Se recomienda encarecidamente hacerlo sin alcohol en el cuerpo, quizá sí tras una siesta o un paseo (que se sabe tienen tanto efecto sobre la creatividad y la inteligencia como el trago).

¿Quiere tomar menos? Cambie de vaso

Mucho revuelo ha causado en las últimas semanas un paper de Angela Atwood y colaboradores de la Universidad de Bristol. Según la investigación, la velocidad de consumo de cerveza depende de la forma del vaso donde se deposita el brebaje. Si es aflautado (cilíndrico), el contenido se consume un 60% más lento que si es curvo (una garza, por ejemplo). ¿La razón? Al parecer, las personas que beben en vasos curvos confunden la cantidad de alcohol que están ingiriendo, pues no se dan cuenta de que la mitad del contenido se encuentra en la parte superior de la copa. O sea, beben más y más rápido. Ya sabe: si quiere beber menos, es mejor hacerlo en un vaso de forma recta (y ni hablar de las copas de coñac: esas sí que son peligrosas).

Respuestas

(a) rata-azul-cabaña (queso)

(b) afuera-perro-gato (casa)

(c) eje-eléctrico-elevado (cable)

(d) sorpresa- fila-cumpleaños (fiesta)

Publicado originalmente en LUN Reportajes, 2012-09-09: Página 1, Página 2.