Las mujeres curvilíneas son más inteligentes

A calcular el Índice cadera-cintura

Corría el año 1908. Josef Szombathy trabajaba en la Baja Austria, cerca del villorrio de Aggsbach, en una locación arqueológica llamada Willendorf. El investigador dio con una pieza que luego sería memorable: “una figurilla humana completa, tallada en piedra, esteatopígica y de rasgos negroides”, como sindicaba un artículo publicado meses más tarde en “American anthropologist”. Por “esteatopígica” quería decir que el fragmento representaba a una mujer con “mucha grasa en los glúteos”.

Las conjeturas sobre el hallazgo -datado recientemente entre 22.000 a 24.000 años a.C.- no se hicieron esperar y cubrieron todo el siglo veinte. Muchos creían ver en él una reliquia de los ideales de belleza del paleolítico, por lo que fue bautizada como la “Venus de Willendorf”.

El argumento más repetido para sostener esta idea era que en aquellos tiempos prehistóricos el ancho de las caderas resultaba una señal inequívoca de fertilidad: las hembras de caderas anchas tenían más probabilidades de alumbrar hijos vivos, lo que por esos días era un lujo, y eso las hacía más apetecidas. Aunque estaba bien “repuestita”, la Venus de Willendorf tenía -hasta cierto punto- cintura de avispa.

Índice cadera-cintura

Es importante entender qué hace tan atractiva la llamada “cintura de avispa”. Devendra Singh, sicólogo de la Universidad de Texas, postuló en 1993 -en un paper que a estas alturas es un clásico- que el Índice Cadera-Cintura (“Waist-to-Hip Ratio” o WHR) parecía ser un indicador de atractivo femenino de orden universal. A lo largo de las épocas y a través de la Tierra, los hombres han caído flechados por mujeres que ostentan como resultado al dividir el perímetro de la cintura por el de la cadera (en centímetros) valores de alrededor de 0,70.

Los psicólogos evolucionarios explican este fenómeno así: las damas que alcanzan este resultado suelen ser más saludables que las que se alejan de él; por otro lado, tienen índices de fertilidad más elevados.

Si se piensa en las necesidades de la especie humana desde sus orígenes, estos datos son una señal: “mírenme, soy sana y puedo tener hijos”. La sicología luego hace lo suyo y los varones se empiezan a sentir atraídos por esas mujeres que tienen esas características.

Hasta hace un par de años, la idea que más circulaba era que la “cintura de avispa” era simplemente un indicio de salud. Sin embargo, una investigación de amplio alcance (16.325 mujeres estadounidenses) realizada por William Lassek, de la Universidad de Pittsburgh, y Steven Gaulin, de la Universidad de California en Santa Barbara, cayó como una bomba en este campo. Los resultados del estudio -publicado por “Evolution & human behavior” en 2008, y cubierto en su momento por LUN- revelan que las mujeres con cintura de avispa no solo son más atractivas, sino también más inteligentes. O, como decía el recordado Luciano Bello, son “ricas e inteligentes”. ¿Por qué?

El secreto del Omega-3

Los autores tienen una idea bien interesante: distinguen entre la grasa glúteofemoral o “grasa baja” (cadera, Omega 3) y la grasa abdominal o “grasa alta” (cintura, Omega 6). Según ellos, cuando están embarazadas, las mujeres con mayor grasa baja proveen al feto de ácidos grasos claves en su desarrollo cerebral. En simple y en grueso, a mayor “pompis”, más desarrollo del “mate” en sus guaguas. Del mismo modo, dado que las características del Índice Cadera-Cintura se traspasan de generación en generación, las mismas mujeres de caderas anchas muestran mayor inteligencia (que fue medida con cuatro tests cognitivos diferentes).

Las implicancias de este hallazgo son enormes para la cultura popular, pues parecería echar por tierra la extendida idea de que las mujeres curvilíneas son menos inteligentes que el resto. La “yayitosis” (forma de Yayita) se convierte de manera sorpresiva en una virtud intelectual.

Continuando con su trabajo, Lassek y Gaulin acaban de publicar un libro de dietas sobre el tema con el sugerente título “¿Por qué las mujeres necesitan grasa?”. Y, claro, la clave se encontraría en el Omega-3 vs el Omega-6: cadera contra cintura. ¿Su propuesta? Aumentar el consumo del primero y reducir el del último.

Lo anterior tiene que ver con un aspecto peligroso de la relación “caderas-inteligencia”: la valoración de la cintura de avispa produciría en las mujeres que no tienen estos rasgos una baja satisfacción con sus propios cuerpos y, en consecuencia, desórdenes alimenticios. Un trabajo de Ferguson, Winegard & Winegard (2011, publicado por el “Review of general psychology”) concluye que cuando se combina la presión evolucionaria por bajar el WHR con las influencias de los ideales de belleza, la competencia por hallar pareja y la monogamia de las sociedades occidentales, se tiene como resultado altos índices de mujeres con anorexia y bulimia.

Como indicó Will Lassek a nuestra colega Mónica Nanjarí: “Muchos factores influyen en la inteligencia de las personas, especialmente los genes de la madre y el padre”. Así que, más que preocuparse obsesivamente de la figura, los autores recomiendan a las mujeres ser más estratégicas en lo que comen. Si siguen esta teoría -que, por cierto, no está ratificada a nivel médico- las grasas harán el resto.

Caderas de infarto

Varios de los medios que han cubierto el hallazgo de la relación “caderas-inteligencia” han usado como ejemplo a Nigella Lawson. La sexapeluda chef británica de voluptuosa figura lleva unos muy bien tenidos 52 años y encanta con su estilo a los telespectadores en un show que lleva su nombre y que en Chile se puede disfrutar por la cadena de cable Fox Life. ¿Sus gracias? Un bachillerato en la Universidad de Oxford y unas caderas de infarto.


¿Y los hombres? Ojo con el ancho de la espalda

Por alguna extraña razón , los sistemas de medición del atractivo suelen concentrarse en las féminas. ¿Qué hay de los machos? Algunos autores han postulado que la contraparte de la relación cadera-cintura sería para los varones la relación cintura-espaldas. Midiendo la circunferencia de la cintura y la de la parte más ancha de los hombros -y haciendo la división en ese orden- se llega a que resultan más atractivos quienes puntúan 0,75 o menos: el famoso torso en “V”. Lamentablemente, no hay por el momento noticias de que ello esté relacionado a una mayor inteligencia. Seguro ya vendrán los estudios.

Publicado originalmente en LUN Reportajes, 2012-09-30: Página 1, Página 2.