A veces, tirados en nuestra cama a punto de quedarnos dormidos, o en la playa disfrutando un melón con vino contemplando el ir y venir de las olas, nos da por recordar nuestra vida. Nos detenemos en el primer pololeo, en esa anécdota en el colegio, aquella excursión a los cerros que nos dejó tan buenas historias. La mayoría de las veces esos recuerdos se concentran en nuestra adolescencia, entre los 16 y los 20 años, o en la temprana adultez.

Pocas veces son tan vívidos como aquellos los recuerdos de la primera infancia o las cosas que nos sucedieron pasada la treintena. Y eso es algo que nos ocurre a todos. La memoria es bastante selectiva para dar con los hechos claves de nuestra vida y nuestra experiencia. Y parece ordenarse de manera bastante parecida de una persona a otra.

Recuerdos que saltan

Steve Janssen, doctor en psicología que trabaja en Australia, ha dedicado gran parte de la última década a investigar este curioso fenómeno de que los seres humanos seamos tan buenos recordando nuestra vida adolescente y tan malos haciendo lo mismo con épocas anteriores o posteriores a la juventud.

En una serie de estudios llevados a cabo desde 2005, Janssen propone que la memoria que llama “autobiográfica” no es constante en el tiempo. Esa memoria contiene el registro de nuestra vida y los acontecimientos externos que han ocurrido a lo largo de ella: tanto la primera vez que anduvimos en bici como el pavoroso recuerdo de un terremoto.

Según especialistas del área, la memoria autobiográfica se divide en tres grandes fases: a) la amnesia infantil (donde recordamos poco o nada de nuestros primeros años de vida), b) el “reminiscence bump” (donde hay una población numerosa de memorias entre los 10 y los 30 años), c) el periodo de olvido (donde a partir de los 30 años nuestros recuerdos vuelven a ser vagos).

Aparte de esto, Janssen ha encontrado que la mayoría de las personas podemos con mucha facilidad hacer memoria de lo que nos ha ocurrido en los últimos 2 años, pero cuando vamos más atrás estos recuerdos se empiezan a desvanecer o deshilachar.

Pero si retrocedemos a cuando éramos quinceañeros, guardamos un registro muy pormenorizado. Los recuerdos saltan (“reminiscence bump”) y podemos pasar tardes enteras copuchando con antiguos amigos de tal aventura o tal carrete. Y volvemos a ver las películas de “Tardes de cine” con inmenso cariño, o repetimos parlamentos completos de la serie “Alf”, “Robotech” o “Dragon ball Z”, o de pronto irrumpimos en canto tarareando el tema principal de “Los bochincheros” o las melodías de “31 minutos”.

Memoria selectiva

En uno de los más interesantes estudios de Janssen (“Reminiscence bump in memory for public events”, 2008), el investigador -junto con Jaap Murre y Martijn Meeter- elaboró una serie de preguntas de cultura general que dispuso para que las contestaran 1.334 holandeses de edades entre 16 a 75 años. Las preguntas eran del tipo “¿cómo se llamaba la primera perrita que viajó al espacio?, “¿cómo se llamó el huracán que devastó Nueva Orleans en 2005?” o “¿qué país ganó el Mundial de Fútbol de 1982?”.

El resultado del experimento fue que efectivamente los eventos públicos más recordados eran aquellos que sucedieron cuando quienes respondían tenían entre 10 y 25 años. Eventos anteriores y posteriores tendían a caer más fácilmente en el olvido.

Dos aplicaciones curiosas de estos hallazgos son que, en primer lugar, si va a jugar un juego de ingenio como “las películas” o SongPop debe tratar de concentrarse en los años de su adolescencia. Si es un cuarentón lo mejor es que se enfoque en cosas como “Top gun”, “Volver al futuro” (en “las películas”) o “Eighties collection” (en SongPop): tendrá una ventaja importante.

La segunda aplicación es comercial: las personas van a ser más abiertas a querer volver en la moda -como espectadores o lectores- siempre a su juventud, porque es la época que más rememoran. Si quiere hacer un regalo de cumpleaños que enternezca o emocione a su mejor amigo, su esposo o esposa, vuelva sobre sus veinte. Como decían proféticamente los hermanos Zabaleta: “Al pasar esa edad en que nada es verdad pequeñas cosas resultan penas, los quince años no olvidaré”.

¿Quién es mejor Pelé, Maradona o Messi?

Depende de qué edad tenga usted. Si ronda los 70, es casi seguro de que encontrará que Pelé fue el mejor futbolista de todos los tiempos. En cambio, si usted es un cuarentón, su voto irá por Maradona. Finalmente, si es un veinteañero, Messi será su opción.

Este hallazgo lo realizaron Steve Janssen, David Rubin y Martin Conway como resultado de un estudio publicado este año por la revista “The quarterly journal of experimental psychology”. Los autores les pidieron a 619 holandeses que escribieran un listado de los 5 mejores futbolistas que habían visto jugar, y los encuestados pusieron en los primeros lugares justamente a Pelé, a Cruijff y a Maradona. Coincidentemente con lo que predice la teoría del “reminiscence bump” (recordamos con más detalle los eventos que ocurrieron cuando éramos jóvenes o adultos jóvenes), “los participantes frecuentemente nombraron futbolistas que llegaron a la mitad de su carrera cuando los propios participantes eran adolescentes (17 años)”.


Ahora se sabe por qué nos gustan “Los 80”

Del mismo modo que nuestros futbolistas favoritos son aquellos a los que vimos darle a la redonda cuando éramos lolos, ocurre algo similar con los grupos musicales que más nos gustan, las películas de las que tenemos los más lindos recuerdos o los libros que más nos marcaron.

En otro estudio capitaneado por Steve Janssen (“Temporal distribution of favourite books, movies, and records”, 2007), este investigador encontró que efectivamente las memorias más atesoradas de libros, películas y música eran las que experimentamos durante la adolescencia (entre los 16 y 20 años). En este descubrimiento parece hallarse la explicación de por qué se producen los “revivals”, esas revisiones de décadas previas, como la de los cincuenta en los setenta (“Grease”) o de los setenta en los noventa (las películas de Tarantino) y, en el caso de Chile, el impacto de la serie “Los 80”.

 

Publicado originalmente en LUN Reportajes, 2012-12-30: Página 1, Página 2.