Publicado originalmente como documento de trabajo para un curso de Psicología de Tercero Medio, 2004.

La ciencia cognitiva (mejor: Ciencias Cognitivas) es la agrupación de seis disciplinas científicas: Inteligencia Artificial, Neurociencia, Psicología Cognitiva, Lingüística, Filosofía Cognitiva (o de la Mente) y Antropología Cognitiva. Hace casi cinco décadas los científicos de estas disciplinas se dieron cuenta de que muchos de los temas que abordaban eran compartidos por las otras disciplinas. Preguntas como ¿qué es la mente? ¿cómo funciona la mente? ¿cómo se puede definir el pensamiento? ¿qué rol tiene la percepción en el pensamiento? ¿cómo funciona la memoria? ¿qué relación hay entre lenguaje y pensamiento?, etc.; eran preguntas que lingüistas y neurocientistas, estudiosos de la inteligencia artificial y de la psicología se hacían permanentemente y para las cuales tenían ciertas respuestas particulares que estaban convergiendo.

El objetivo nuclear de la ciencia cognitiva es el conocimiento de la mente. Hasta antes de definirse como un campo de investigación autónomo, el estudio de la mente estuvo guiado por autoridades científicas que provenían de otras áreas y que daban década tras década opiniones respecto del tema que no tenían mucho más fundamento que el sentido común o los prejuicios.

Un poco de historia:
Cualquier historia de las Ciencias Cognitivas (Gardner 1985, Johnson-Laird, 1988, Stillings et al 1995, Bechtel & Graham 1998, Wilson & Keil 1999 -por sólo nombrar algunos) marca su nacimiento en 1956 (algunos llegan a decir que fue exactamente el 11 de setiembre de dicho año). Aunque hubo mucho desarrollo previo al respecto (la filosofía racionalista: Descartes, 1637, Kant, 1781; la neurociencia –cf. Kandel et al 2000, Gazzaniga 2000-; la lógica formal, los inicios de la inteligencia artificial –cf. Newell & Simon 1972; etc.), es esa la fecha que en la actualidad es considerada como el momento de la fundación de la transdiciplina. Eso porque en esos días se realizó un simposio de teoría de la información en el Instituto de Tecnología de Massachussets (MIT). En aquel simposio se presentaron varios artículos sumamente relevantes de algunos de los que luego serían considerados los padres fundadores de la disciplina: Claude Shannon (el creador de la moderna teoría matemática de la información), Newell y Simon (este último premio Nobel de Economía en 1978, con su teoría lógica computacional -como dato anexo, el penúltimo premio Nobel de Economía, Daniel Kahneman, también es científico cognitivo), Chomsky (1957, 1959, el creador de la lingüística generativa), George Miller (1956, que informó acerca de su investigación sobre la capacidad de almacenaje de la memoria de corto plazo).

Los documentos de Chomsky y Miller demostraron que para abordar el estudio de la mente se requería en primer lugar de la disposición para comenzar una disciplina desde cero, se trataba de un área en la que prácticamente no había habido ningún avance y que por lo tanto debía definirse desde la clarificación del objeto de estudio, hasta la definición de sus métodos y objetivos.

Nadie sabía entonces que era la mente, la mayoría de los estudiosos creían saberlo, o al menos saber qué era lo que debía ser. Pero, eso no bastaba. Había entonces al menos tres grandes presuposiciones al respecto que entorpecían la tarea:

• La primera de ellas era la idea de la tabula rasa. Casi todos los pensadores en el mundo creían que la mente era algo que en principio no era más que un recipiente vacío que se iba llenando con los años de vida de las personas, desde que nacían hasta el día de su muerte. Se pensaba la mente como una caja, como una caja negra donde entraba el conocimiento, pero no había ninguna idea de cómo se procesaba internamente dicho conocimiento.
• La segunda era la noción de que la mente era algo similar, sino lo mismo, que el espíritu o el alma, una entidad inmaterial a la que no se podía tener acceso.
• La tercera era la idea de que la mente era algo específico del ser humano.

Cuando se escuchan comentarios como: “los animales tienen instinto y los hombres inteligencia”, “la mente es el alma”, “se puede pensar en nada”, etc., se puede contemplar la difusión que todavía tienen esas nociones sobre la mente.
Los estudios cognitivos tuvieron que desarrollarse desde sus comienzos como un enfrentamiento contra estas ideas. Para hacerlo se debió definir un mínimo de nociones que todos los investigadores compartieran y que permitiera avanzar en el tema.

Tres ideas son ahora comunes a todos los cientistas cognitivos y ellas rechazan aquellas ideas:

• La mente no es una tabula rasa, sino una entidad que está diseñada a priori (biológicamente) y que se llena no porque se le vaya internando información sino porque ella misma tiene una estructura que permite el “llenado”.
• La mente no es una entidad inmaterial sino algo encarnado, una entidad que está alojada en el cerebro y que por ello también está alojada en el cuerpo.
• Como la mente es algo que depende de la biología, es por lo tanto algo que los seres humanos comparten con otras especies animales (aunque en un grado muy diferente).

A estas opciones se les suele denominar en conjunto: teoría representacional de la mente (TRM), y si bien no son compartidas con el mismo compromiso por todos los científicos cognitivos, sí se puede decir que todos ellos, con matices, tienen en común la aceptación de sus principios generales.  En los años 70 se crearon la revista de Ciencias Cognitivas y la sociedad de Ciencias Cognitivas, en la misma década la fundación Sloan (1978) propuso una figura que sigue siendo válida hasta nuestros días, el hexágono cognitivo, donde se graficaban las seis disciplinas cognitivas y sus relaciones internas.

En 1999 el MIT publicó la MIT Encyclopedia of the Cognitive Sciences, libro que es considerado desde entonces como “la biblia” de las CC. En su cubierta, así como en sus seis introducciones, repite prácticamente el listado de la fundación Sloan. Se puede ver entonces que la ciencia cognitiva ha reclutado y mantenido junto a sí a varias de las principales disciplinas que se encargan del hombre y por lo tanto ella misma se ha convertido en una orientación para los estudios humanísticos que debe no sólo ser tomada en cuenta, sino que debe considerarse como una de las más importantes opciones acerca de las investigaciones sobre el ser humano jamás llevadas a cabo.

La definición:
Las ciencias cognitivas se encargan de estudiar la cognición, esto es, la manera como funciona le mente. Para hacerlo comparten en mayor o menor medida una definición común: “La mente es un dispositivo que procesa información mediante la recepción, almacenaje, recuperación, transformación y salida de representaciones”.

Desde la Inteligencia Artificial se entiende a la mente como un computador, desde la Neurociencia como un sistema biológico que opera sobre las representaciones a nivel neural, etc.

Los vericuetos de la historia:
Uno de los temas principales que ha guiado la historia de las Ciencias Cognitivas hasta nuestros días es aquella metáfora computacional. Cuando se entiende a la mente como algún tipo de computador se pueden seguir dos caminos. Uno es pensar en un computador a la Von Neumann, 1951, (quien creó la arquitectura básica de los computadores que todos conocemos, con mecanismos de entrada, varios tipos de memoria, procesadores centrales y mecanismos de salida). El otro es pensar en los sistemas de computación distribuidos o de redes neurales (creados por primera vez en los 40 por Pitts y McCullough – McCullough & Pitts 1943). Durante las dos primeras décadas (años 60s y 70s) de las Ciencias Cognitivas primó el modelo Von Neumann (o serial). Sobre todo porque el modelo conexionista (redes neurales) fue puesto en duda por un famoso libro de Minsky & Papert en 1969 en se que cuestionaba la capacidad de las redes (ya no en el modelo de Pitts y McCullough, sino que el de Rosenblatt 1958) de realizar algunas operaciones lógicas (que sí hacía con facilidad la mente humana). En esa época los teóricos de los modelos seriales llegaron a pensar que no iban a pasar muchos años (menos de cinco, creían) antes de que se llegara a crear un computador que fuera capaz de comportarse cognitivamente como un ser humano (o sea, que fuera capaz de hablar, recordar, realizar todo tipo de tareas y tener conciencia). Aquí es donde hace su entrada Hubert Dreyfus quien publica “What Computers Can’t Do” en 1972, donde a su vez cuestiona al modelo serial y discute que en realidad los computadores hasta entonces no han hecho sino “imitar”, y muy pobremente, algunos resultados de las operaciones de la cognición humana. John Haugeland, en la misma línea que Dreyfus denominó entonces a dicha línea serialista: GOFAI (Good Old Fashioned
Artificial Intelligence -La Buena y Anticuada Inteligencia Artificial), se le llamó así porque se empezó a ver claramente que las promesas hechas a fines de los 60s de computadores pensantes en pocos años eran desmesuradas y falsas (una época romántica, pero poco realista). A mediados de los 80s el modelo serial estaba fuertemente desprestigiado como modelo de la cognición humana, por lo que hubo un revival del conexionismo. En primer lugar porque la neurociencia, que hasta entonces había sido una simple comparsa del baile cognitivo empezó a encontrar tecnologías revolucionarias de representación de las actividades del cerebro (los sistemas de neuroimagen fMRI y PET, entre otras cosas). En segundo lugar porque se logró crear redes neurales computacionales que superaban los problemas planteados por Minsky y Papert (el modelo de backpropagation de Rumelhart y McClelland). Los cientistas cognitivos clásicos no dieron el brazo a torcer y empezaron a perfeccionar sus propios modelos por un lado (como en el tipo de arquitectura llamado SOAR de 1990 del ya mencionado Newell) y a atacar los alcances del conexionismo neural por otro (a través de artículos y libros polémicos como el de Fodor y Pylyshyn). Aquí hacen su aparición los modernos campeones del conexionismo como David Chalmers (que refuta a Fodor y Pylyshyn) o Andy Clark (autor de Mindware, una de las mejores introducciones a la Filosofía de la Mente).

El estado de la cuestión hoy es de difícil pronóstico, aunque la Ciencia Cognitiva serial sigue siendo el paradigma hegemónico, cada vez con más fuerza los conexionistas dan muestras de tener al menos un par de preguntas mejor contestadas que sus rivales (una es la verosimilitud del modelo -parece que en realidad es más correcto pensar en el cerebro/mente humanos como un dispositivo conexionista que serial). Incluso han surgido modelos alternativos como los de la A-Life, los Sistemas Dinámicos y la Cognición Situada. Un cuarto movimiento es el de los anticognitivistas que piensan que las ciencias cognitivas, cualquiera sea su cuño, no han sido capaces de abordar ni responder a las preguntas esenciales acerca de la mente, en específico el tema de la conciencia. Entre ellos sigue estando Dreyfus, pero se les ha sumado gente como John Searle (1992, que es más conocido como uno de los fundadores de la pragmática) o Roger Penrose (1981, más conocido por sus trabajos en física en conjunto con Stephen Hawking).