4.000 millones dólares equivale a un 2% del PIB. ¿Qué tipo de señal es? En apariencia buena, pero como muchos de los anuncios de gobierno, a primera vista despierta esas sospechas de las tortas de panadería: mucho merengue y poco meollo. Parece poco probable  que esa suma sea incremento absoluto del gasto. Tampoco que se financie mediante mayores impuestos: no está en el ADN de este sistema (ya no de este gobierno) ni sería recomendable. Con un IMACEC de 7%, el Banco Central tendría que subir la tasa de interés e, indirectamente, apreciar aún más el peso.

Pero, más allá de los aspectos macroeconómicos y fiscales de la propuesta del gobierno, sorprende el poco detalle de la misma. Ríos de tinta han corrido durante estos días sobre el tema, pero pocos se han detenido mirar las cifras actuales de gasto.

Detrás de cada número hay una señal que no se socializa y que pocos leen.

Según cifras entregadas por el CNA en base a datos de la DIPRES, en 2009 el Estado comprometió $ 463.602 millones  en 2009, un aumento real de un 76% respecto de 2000. El gasto se compone básicamente de cuatro ítems. Aporte Fiscal Directo (AFD), Aporte Fiscal Indirecto (AFI), Ayudas Estudiantiles y MECESUP. Veamos por partes su comportamiento.

Fuente: CNA

El AFD es el mecanismo de aporte del fisco a las universidades del Consejo de Rectores, y básicamente a las grandes, por tamaño, personal docente, publicaciones, etc. El peso histórico. Corresponde al 30% del presupuesto. Hace diez años era el 47%. Señal 1: Que se hagan hombrecitos los del CRUCH.

El AFI recompensa a las universidades que se quedan con los 27.500 mejores puntajes de la matrícula nueva. O sea, beneficia a los planteles más selectivos. Es el 4,5% del fondo actual y era el 8,5% hace diez años. Señal 2: Al carajo la selectividad.

El MECESUP y los fondos de desarrollo institucional, muy ventilados y promocionados en algún momento, son apenas el 5,1% del presupuesto. Menos de la mitad que hace 10 años. Señal 3: por ahí no va tu desarrollo institucional.

Y aquí viene la gran sorpresa: las ayudas estudiantiles. El fondo de crédito, el crédito con garantía del Estado, las becas Bicentenario y todo el arsenal adjunto. Son el 58% del presupuesto. Hace diez años eran el 28,7%. Mientras las demás partidas aumentaron marginalmente en diez años, o incluso se redujeron (como el AFI y el MECESUP), las ayudas aumentaron en un 260%. Y aquí tenemos que hacer un supuesto no del todo descabellado de que una proporción significativa corresponde al sistema de crédito. Por lo tanto, señal 4: Estudie, estudie, y pague mañana.

Fuente: CNA

Para seguir la disección de nuestro problematizado sistema de educación superior, tenemos que ver a quiénes llegan estos recursos. Algo tan simple como transparentar quiénes lo componen. Por una parte están los alumnos provenientes del sistema municipalizado, del particular subvencionado y del particular pagado. Por otro, los planteles del CRUCH y los Privados. El Centro de Políticas Comparadas en Educación, encabezado por J.J Brunner, hizo una tipología más exhaustiva, tomando en cuenta el posicionamiento de las distintas universidades.

  1. Universidades de Investigación: Las más antiguas del CRUCH, encabezadas por la casa de Bello.
  2. Universidades regionales estatales: básicamente los retoños de la antigua U. de Chile post 1973.
  3. Universidades regionales católicas: el nombre lo dice todo.
  4. Universidades relativamente especializadas: los antiguos pedagógicos de la U. de Chile, planteles privados que alguna vez fueron instituciones profesionales (UNIAC/INACAP)
  5. Universidades privadas selectivas: el nombre lo dice todo (UAI, UDP)
  6. Universidades masivas no selectivas: los grandes edificios que usted ve en cualquier ciudad chilena de más de doscientos mil habitantes.
  7. Universidades pequeñas no selectivas: una cuestión de escala: los pequeños edificios que usted ve en cualquier ciudad chilena de más de doscientos mil habitantes.

Esta distinción es útil para entender que las instituciones están trenzadas en un juego de póquer donde la clave está en esconder el juego y esperar qué hará la autoridad. Ya dijimos que el AFD es capturado por las universidades del primer grupo y que el AFI lo comparten, en alguna medida, con las del grupo 5. Si MECESUP sirve a las regionales estatales o alas católicas regionales da un poco lo mismo, por su menor proporción y su magnitud declinante en el tiempo. Pero seguimos en el misterio que circunda a las ayudas, el trozo más suculento y polémico del sistema.

Sabemos, eso sí, que la matrícula de las privadas No-CRUCH creció en un 163% durante la última década, y que la del CRUCH solo creció en un 40%. Sabemos también cuál es la composición de la matrícula nueva de cada segmento, por plantel de origen (municipalizado, etc.). Tampoco será descabellado suponer que esa proporción es histórica y no ha cambiado en diez años. Los grupos más intensivos en alumnos del sistema municipal son las regionales estatales, las católicas regionales y las masivas no selectivas  (más de un 44%). La matrícula de las privadas selectivas, en cambio, se compone en un 61% de alumnos provenientes de colegios particulares pagados. Solo 1 de cada 3 alumnos que estudia en alguna universidades del panteón de la complejidad proviene de un colegio municipalizado.

Fuente: Brunner et al

Llevado a números, la evidencia es brutal. 177 mil alumnos provenientes del sistema municipalizado y 226 mil del particular subvencionado serían potencialmente elegibles para alguna ayuda económica y 119 mil están matriculados en alguno de los planteles de baja selectividad. Los que lucran con una calidad relativa. Y lo hacen con subsidio estatal.

Entonces, ¿a dónde se irán los 4.000 millones?

¿Contra qué sistema de auditoría y control de la calidad?

Si el lucro es piedra de tope para las partes, ¿se puede al menos regular? ¿Es justo que el Estado subsidie las ganancias de los planteles de baja selectividad? ¿Es justo que la Universidad de Chile siga creciendo a costa de los planteles regionales, católicos o laicos?