por Gabriela Guzmán

El 29 de julio, aparecieron los resultados de la primera evaluación en competencias tecnológicas, para 19 países de la OCDE a través del test PISA. Nuestros estudiantes quinceañeros aparecieron en el último lugar en lectura digital.

Para este test, la lectura digital corresponde a habilidades que permiten usar los recursos de internet para resolver un problema, integrar datos para producir nueva información, responder preguntas y encontrar información relevante de acuerdo a su funcionalidad. Según los resultados, menos del 3% de nuestros estudiantes pueden navegar de manera autónoma y eficiente, y evaluar críticamente la información de varias fuentes basadas en la web y darle utilidad.

Por lo tanto, estas iniciativas, han sido desarrolladas por casi analfabetos digitales:

 

No me cuadra que las evaluaciones hayan indicado que las competencias tecnológicas de nuestros estudiantes estén descendidas, y cinco días antes, Inglaterra, Estados Unidos, Cuba, NoruegaPerú y medios nacionales, hayan destacado la coordinación de miles de estudiantes chilenos bailando Thriller frente a la Moneda como acción de protesta por la educación.

Entendemos por competencias tecnológicas cosas distintas y puede que esto sea por una mirada generacional con carácter más de intervención que de comprensión. Tal vez sea nuestra capacidad adulta de comprensión lectora del mundo digital juvenil la que falle.

¿Son los adultos idóneos para definir las competencias tecnológicas?

No lo creo. Tenemos una configuración neuromotora diferente, prioridades distintas para enfrentar la información, somos más convergentes en la búsqueda de una solución, una alternativa correcta o una manera de leer (de derecha a izquierda, de arriba abajo). La lectura la asociamos a textos y no integramos todos los contenidos multimediales. Mientras más mayores somos, más dificultades tenemos para chatear, peor si es en ventanas simultáneas. Para nosotros es infinitamente más relevante el mail y saber adjuntar un documento, que el msn y saber subir una foto o un video. A nosotros nos parece natural pensar todo en función de escalas, entonces, ordenamos las habilidades cognitivas, los contenidos, los cursos, la economía, de una manera lineal y progresiva. Nos gusta esta idea de un camino para cada cosa. La profundización, el esfuerzo, la tenacidad en seguir una interpretación nos parece más valioso que el crear redes y manejarse en una superficie de contenidos que pueden estar vinculados solo de manera tangencial. Para nosotros, es posible estandarizar lo relevante de una información, y los caminos para navegar por internet. Y entonces, desde esa arrogancia del  adulto que valora el conocimiento, definimos los estándares para medir las competencias tecnológicas.

Francesc Pedró se refiere a los aprendices del nuevo milenio con capacidades cognitivas diferentes dadas por el acceso a fuentes de información digitales y no impresas, la priorización de videos e imágenes sobre el texto, la comodidad en el desarrollo simultáneo de múltiples tareas, y el procesamiento de información discontinua y no lineal. Una generación con periodos cortos de atención y con una exigencia de inmediatez en todo (resultados, respuestas, conversaciones, la vida). Desarrollan habilidades para habitar la red de manera extensa más que profunda. Hay cambios en sus prácticas lectoras y sobre todo sociales. Baricco, le agregaría la idea de que es en la secuencia donde se encuentra el sentido, no en un solo soporte si no en una multiplicidad, como Harry Potter que habita en libros, películas, afiches, videojuegos y hasta tortas de cumpleaños, como un hechizo transversal.

Esta columna no pretende descalificar las habilidades propuestas por la OCDE sino abrirse a nuevas perspectivas:

Qué tal si integramos en el diseño de estándares tecnológicos las prácticas juveniles: la coordinación, la capacidad de establecer múltiples conexiones, de llegar a hacer relevante lo irrelevante, de usar creativamente los distintos tipos de textos y soportes, de considerar las canciones, los videos y la construcción mosaical de un sin fin de caminos de navegación en lo que entendemos por lectura digital. Volvamos a preguntarnos por la credibilidad de las fuentes, por la autoridad y por la integración de información para nuevas interpretaciones.

Bienvengamos a los jóvenes en la construcción conjunta de nuestros estándares, capaz que nos salgan más desafiantes que los actuales.