echar la corta. loc. verb. Orinar. espon. fest. «Yo me había tomado unas chelas y fui al baño a echar la corta». (La Cuarta@, La ventanita…, 27.04.05). [DUECh]

La escena es un clásico del cine de Zemeckis; Forrest Gump asiste a la Casa Blanca y en medio de la recepción con el Presidente, le dice al mesmísimo Kennedy: “I got to pee (tengo que ir a mear). Forrest, el epónimo del hombre que, pasara lo que pasara, siempre tomaba las decisiones correctas… también tenía necesidades. Ahora, un hilarante artículo de Mirjam Tuk, Debra Trampe y Luk Warlop (2011) de la Universidad Católica de Lovaina nos enseña que las ganas de mear nos ayudan a todos a tomar mejores decisiones.

Los autores parten por definir un área de estudio denominada self-control conflict, escenario donde se produce una tirantez en la elección entre dos alternativas: una que produce un resultado positivo inmediato, pero transitorio (salir a comer), y otra que produciría un resultado positivo en el largo plazo (ahorrar para comprarse un auto). Ante este tipo de dilemas, solemos caer en la tentación de elegir lo que nos satisfará antes. Luego muestran que factores viscerales (como el hambre o el deseo sexual) suelen tener impacto en estos conflictos, aunque no se ha estudiado uno de esos factores que resulta, a la postre, quizá uno de los más comunes, la necesidad de ir al baño a echar la corta:

“¿Este tipo de factor visceral resulta en un deterioro de la capacidad para controlar los impulsos? ¿O, curiosamente, la vejiga puede proporcionar una presión bajo la cual la capacidad de las personas para controlar sus impulsos, y por lo tanto, su capacidad para actuar en el largo plazo, mejora?” (Tuk et al, 2011:3).

Para resolverlo hicieron el siguiente experimento con 102 estudiantes (67 hombres): les dieron a beber o cinco vasos de agua (700cc) o solo medio (50cc) y esperaron tres cuartos de hora, luego los sometieron al modelo de elecciones intertemporales (Li, 2008) donde se ofrecen dos opciones, una recompensa de unos 16 dólares entregada de inmediato, u otra de 30 entregado luego de unos días. Curiosamente, los participantes que se zamparon los 700cc no cedieron a la tentación del dinero fácil, sino que prefirieron mayoritariamente la recompensa de mediano plazo, al contrario que los que no habían bebido más que 50cc.

“Estos hallazgos indican que las señales inhibidoras derivadas del aumento de la presión sobre la vejiga se proyecta al dominio de la elección intertemporal, lo que refleja una creciente capacidad para inhibir el impulso de ir por el premio inmediato (pero más pequeño), y optar más a menudo por la recompensa que es más beneficiosa en el largo plazo” (Tuk et al, 2011:8).

Dos PRO-TIPS a partir de esto: 1) claramente la imagen del vendedor del Bazar de Damasco que sirve y sirve té a sus potenciales clientes se va al suelo, 2) una razón más para tomar cerveza en el bar y no ir al baño.

Por supuesto, esto no es un April Fools’ Joke, ni una broma del Día de los Inocentes, ni una joda para VideoMatch. El artículo es en de a de veritas, y resultó ganador del Ig Nobel (más detalles acá) de Medicina de este año, entregado el 29 de septiembre, y recomendado en el número de hoy de Science. Los dejamos con el video completo de la entrega de los premios.