Meredith Carpenter y Lillian Fritz-Laylin, dos graduadas de Biología Molecular y Celular de la Universidad de Califiornia en Berkeley llevan el twitter @ncbirofl, una de las cuentas más jocoso-nerd de la red social. Las autoras repasan investigaciones científicas curiosas o desfachatadas, todas candidatas al igNobel, hacen un pequeño resumen en su página alojada en Discover Magazine, y twittean llamativos títulos para que el mundo se entere de que “no se puede dormir en medio de una explosión sónica” o que “tener un tono de voz bajo no significa poseer mejor semen”. Desde el 30 de junio del 2009, cuando abrieron su cuenta en el pajarito, hasta ahora han hecho solo 705 twits, que son dignos de ver (una especie de porlaputa científico). Veamos, al azar tres de sus posteos:

Naturalistic observations of beer drinking among college students. “Hemos observado el comportamiento de consumo de cerveza de 308 estudiantes universitarios en un bar. Las relaciones que se encontraron fueron las siguientes: cerveza, los hombres bebiendo en los bares consumen 0.92 oz por minuto; las mujeres beben menos cerveza que los hombres, y se quedan en el bar por un período de tiempo más largo, los clientes beben mucha más cerveza cuando se bebe en grupo y en se compra la cerveza en pitchers en comparación con vasos o botellas, y los intervalos entre la llegada del grupo y tomar la primera copa y entre la salida del partido y tomar la última copa varía inversamente con la concentración de alcohol en la sangre”.

Living large: The powerful overestimate their own height. “En tres experimentos, hemos probado la predicción de que la experiencia de los individuos de su propio poder influye en su percepción de su propia altura. Un alto poder, en relación con un bajo poder, se asocia con una menor estimación de la altura de un poste en relación con la propia altura (Experimento 1), con mayores estimaciones de su propia altura (Experimento 2), y con la elección de un avatar más alto para representarse a sí  mismo en el juego Second-Life (Experimento 3)”.

People prefer dance clubs that smell like peppermint. “Desde que se prohibió fumar en los restaurantes, bares y clubes, los olores indeseables que estaban ocultos por el humo del cigarrillo se hicieron notar. Esto abre nuevas posibilidades para mejorar el entorno del club de baile con la introducción de agradables aromas ambiente que enmascaran los olores no deseados y permiten que los clubes que compiten puedan diferenciarse. Un estudio de campo se realizó en tres clubes de baile con un cuadrado latino de 3 × 3 con pre-y post-mediciones de las condiciones de control sin aroma. Las tres fragancias a prueba eran naranja, agua de mar, y la menta. Estos olores se usaron para mejorar la actividad del baile y para la evaluación de la jornada, de la música, y el estado de ánimo de los visitantes en comparación con el formato sin      ningún olor añadido. No se encontraron diferencias significativas entre los tres aromas”.

Otros posteos de estas muchachas (ya queríamos nosotros que salieran al ruedo un par de mujeres que compitieran con Adam Savage y Jamie Hyneman, los MythBusters), también elegidos al azar, son:

  • [Ring ring] … Hello? … Hi! Are you a lesbian?
  • Women can identify men with gonorrhea by their smell.
  • Does bestiality cause penile cancer?
  • A scientifically optimized bubble bath.
  • Can playing Tetris help cure PTSD?

Lo que más nos llama la atención de esta iniciativa es que tensiona hasta el extremo el concepto mismo de Tercera Cultura: si la Tercera Cultura pretende comunicar los avances en ciencias y humanidades a “la gente de a pie” y el tipo de estudios que Meredith y Lillian abordan son claramente súper atractivos para cualquiera de nosotros, pero a la vez súper extravagantes, ¿dónde se encuentra la línea que separa la divulgación del simple merodeo anecdótico? Para nosotros esto queda como tarea para la casa; por mientras veamos el video (::LOVE::):