Teresa Marinovic Vial alcanzó cierta figuración en Internet luego de que en su blog personal, el 10 de septiembre de 2010 escribiera lo siguiente:

“’Una cucharadita por el papá…otra por la mamá…’ La escena enternece, si no fuera porque el que sostiene la cuchara es Piñera y el que no quiere comer, un mapuche malcriado”.

La publicación fue una bomba cuyas esquirlas todavía vuelan. Mal que mal, por primera vez en mucho tiempo teníamos a una persona de derecha expresando un punto de vista que evitaba lo políticamente correcto. El Mostrador no se hizo esperar e incluyó a la autora entre sus columnistas habituales, a lo que ella accedió de tal manera que ya llevamos un año y medio leyendo sus apreciaciones que, quizá no con la exageración de aquel memorable posteo, semana a semana sacan ronchas de los más zurdos de entre nosotros.

Recuerdo que el “caso Marinovic” fue tema obligado en cuanta tertulia, café o vacilón de la tarde hubiera en ese ya lejano 2010. Y entre la sarta de improperios que se lanzaban contra la bloguera, asomaba persistentemente una idea fija: Tere Marinovic NO existe, es una invención del Mostrador para conseguir lectoría. Algunos llegamos a seguir la ruta de blogger para tratar de encontrar el origen de un personaje que nos sonaba a una versión remasterizada e irónicamente “feminista” del famoso Chupete Aldunate (para los que no lo recuerdan, se trataba de un caballero que escribía para The Clinic y que sostenía ideas derechistas derechamente irrespetuosas, pero tras cuya figura se encontraba el genio de Guillermo Hidalgo).

La cosa es que, con el tiempo, la historia reveló que Marinovic sí existía. Me pasó algo curioso: en algún momento del 2011 abro mi FaceBook y me encuentro con la siguiente invitación: “Tere Marinovic quiere ser tu amiga”. LOL. Bueno, acepté, sin entender porqué el personaje (en el entendido de que aún no dilucidábamos si era real o paródico) me había agregado. De hecho, he sostenido más de alguna conversación con ella (o, en ese momento, quien quiera que fuera que estuviera tras esa cuenta, en la más Test de Turing). Incluso la invitamos para hacerle una entrevista en el Podcast de Tercera Cultura a lo que se negó muy cortesmente, porque: a) no tenía interés en mediatizarse más, y b) estaba a la espera de tener una guagua.

La aparición de Tere en TV terminó por zanjar que realmente era una persona de carne y hueso y no la creación de una mente ingeniosa:

Creemos hoy que toda la faramalla con la autora es un caso excepcional de la Ley de Poe. Enunciada originalmente de esta manera (Nathan Poe –OJO, no Edgar Alan– en agosto de 2005):

“Sin una sonrisa, un guiño u otra muestra flagrante de humor, es totalmente imposible parodiar a un creacionista de tal manera que alguien no lo confunda con una postura genuina”.

Aunque postulada inicialmente respecto del fundamentalismo creacionista, la idea se extendió hasta hacerse un principio de la comunicación moderna, en especial por Internet:

“El núcleo de la ley de Poe es que una parodia de algo extremo, por naturaleza, se vuelve imposible de diferenciar de extremismo sincero. Un corolario de la ley de Poe es el fenómeno inverso: sinceras creencias fundamentalistas pueden ser confundidas con una parodia de esas creencias” (Santa Wikipedia).

Tere Marinovic ha sabido explotar esta paradoja de manera increíblemente eficiente, en la tendencia a pensar “es que no puede estar hablando en serio” se halla lo adictivo de sus “salidas de madre” de los miércoles.