“Winamp, it really whips the Llama’s ass”

Hay cosas que no se olvidan.

Fue en 1998 cuando Scott nos mostró a mí con Pablo en la pantalla de su computador un programa que tocaba música y nos comentó que eso era el WinAmp, un “reproductor de MP3”. A renglón seguido nos explicó que los MP3 eran archivos de audio procesado de tal manera que una canción que habitualmente pesaba 40 megas (casi un disco duro de la época), se reducía con aquel sistema a solo cuatro: el equivalente tan solo a dos disquetes.

Cuando llegamos a nuestra casa en Condell nos metimos a Internet en nuestra pichiruche conexión y descargamos el WinAmp. Luego revisamos toda la Internet en busca de archivos de MP3, pero solo encontramos unos pocos. La primera canción que bajamos entera (y que demoró en bajar toda esa noche), fue “American Pie” de Don McLean.

Hay cosas que no se olvidan. Luego de más de quince años de funciones este programa (que me acompañó cuando solo tenía una decena de canciones en 1998, un millar de canciones en 1999, dos millares de canciones en 2000, y más de 35.000 en 2010) desaparece.

WinAmp estuvo allí cuando se bajaba la música desde el buscador de MP3 de Lycos. Estuvo allí cuando apareció y luego desapareció Napster. Estuvo allí, cuando surgió el mejor programa buscador de MP3 de la vida: AudioGalaxy. Estuvo allí para el ascenso y caída de Kazaa, de Ares, de E-Mule, de Rapidshare, de Megaupload y de los torrents.

WinAmp sobrevivió a los MP3 de 64 Kb, a los problemas del volumen de las canciones -cuando se inventó el AudioStocker, que los regularizaba-, sobrevivió a los MP3 con rates cambiantes, sobrevivió a sus competidores como el JukeBox o el Illurium Tagger 2000. Y, de alguna manera, mató la música como se entendía hasta entonces.

WinAmp fue la causa de la desaparición del cassette (McLeod, 2005), de los álbumes de 54 minutos y de MTV como canal de videoclips. Y al mismo tiempo fue el origen del post punk revival y de la retromanía (Reynolds, 2010). Sin WinAmp quizá nunca hubieran existido ni La Casa Azul ni Arcade Fire: “WinAmp killed the video star”.

Yo todavía uso WinAmp, y en ese afán vintage del que soy prisionero, hasta lo tengo como reproductor en mi smartphone, porque hay cosas que no se olvidan, y para la historia de la música el WinAmp tiene asegurado un lugar en la memoria, junto con el perrito Nipper de las Victrolas, con el WalkMan y con las rockolas.