Cerebro traicionero

El cerebro no siempre nos muestra lo que los sentidos perciben.

Por ejemplo, cuesta algo así como 100ms para que este órgano procese la señal que le mandan los ojos. Este retraso podría parecer poca cosa, pero es suficiente para hacer difíciles –o incluso imposibles– las acciones rápidas y precisas, como darle a una presa con una piedra o un palo. O marcar un gol.

Para resolver el problema, el cerebro no nos muestra la “señal en vivo” que transmiten los ojos, sino que va estimando cómo se va a ver el mundo en 100 ms más, crea un modelo de ese mundo futuro, y nos muestra eso en vez del mundo real. Vivimos mirando el futuro.

Algo similar pasa con el lenguaje. El habla contempla una enorme cantidad de variación en múltiples niveles: fisiológica, idiolectal, social, étnica, regional, generacional, estilística, etc.  A la vez, la señal acústica que llega a los oídos es altamente imperfecta: no contiene sólo el habla de la persona que estamos escuchando, sino también ruidos de fondo, ecos, otras voces, etc. Así las cosas, es increíble que podamos entendernos.

Pillerías lingüísticas

Para extraer la información de esta verdadera maraña de ruido y variación, el cerebro no sólo echa mano a la señal acústica y la información fonética que contiene; si lo hiciera así, es poco o nada lo que entenderíamos. Recurre también a:

  • Información fonotáctica (cómo los sonidos se pueden combinar en una determinada lengua)
    ¿Escuché “spersonas”? No puede ser… el castellano no permite que las palabras comiencen con “sp”.
  • Información léxica
    ¿Existe la palabra “tersona” en el castellano? ¿No? ¿Qué tal “persona”? ¡Ahí sí!
  • Información morfológica
    No se puede decir “persona viejo”, así que se debe haber dicho “persona vieja”, aunque estoy seguro de que escuché “viejo”.
  • Información sintáctica
    No tiene sentido decir “esta persona vieja al Imperio Romano”… donde escuché “vieja” tiene que ir un verbo. Seguramente se quería decir que “viaja”.
  • Información pragmática
    Ya no existe el Imperio Romano, así que no se puede haber dicho eso, no tiene sentido… entonces ¿a dónde será que viaja la persona?
  • Y ¡mucho más!

Dicho de otro modo, a partir del sonido el cerebro va creando un complejo modelo que tiene más que ver con lo que creemos que se quiso decir que con lo que realmente se dijo. Este proceso es espontáneo, automático e inconsciente. Es lo que permite que nos entendamos. Y a veces falla.

Los peligros del poto

Jovanotti - 100ms

Aparentemente, Jovanotti no posa de espaldas.

En el caso de las grabaciones que aparentemente tienen mensajes inesperados, se está interviniendo este mecanismo al mostrar un texto con una frase estrafalaria pero no imposible (Los peligros del poto de Jovanotti, por ejemplo). Esto se llama priming, y es cuando un estímulo influye en la respuesta a otro estímulo posterior.

Entonces, leemos el texto de la frase inesperada un poco antes de escuchar el audio, y hacemos todo lo posible para hacer cuadrar lo que escucha el oído con lo que el cerebro cree –gracias al priming– que el oído debería estar escuchando. En este caso, gana la fantasía por sobre la realidad: escuchamos “los peligros del poto” en vez de “l’ombelico del mondo”.[1]

El resultado es chistoso aquí, pero normalmente pasa desapercibido: nos entendemos sin saber bien cómo.

Entre paréntesis, el priming no se limita a lo escrito. Cuando la gente buscaba mensajes satánicos en los discos de Los Beatles y otros artistas (a través del backmasking), su deseo de hallar palabras como “diablo”, “satanás” y “perdición” la predisponía a encontrarlas.

Además, este fenómeno también puede darse de manera totalmente espontánea: escuchamos algo mal porque sí no más. O, más precisamente, porque el cerebro pensó que era el mensaje más probable y nos hizo escucharlo. Cuando sucede con canciones, se trata de mondegreens. Hay toda una colección en castellano aquí.

 

Nota

[1] Estas dos frases son mucho más parecidas de lo que se podría pensar. Las letras azules aquí representan sonidos idénticos, las rojas, sonidos casi casi idénticos (se distinguen por un solo rasgo distintivo), y las rosadas, sonidos no tan disimiles como podría parecer (comparten un rasgo distintivo).

los pe li gros del po  to
lom be li c o  del mon do

Eso dicho, hasta que leí la letra de este tema hace un par de horas, siempre pensaba que cantaba “el hombre rico del mundo”.