En su editorial del 17 de diciembre de 2009, la revista Nature (una de las tres revistas científicas más importantes del mundo, las otras dos son Science y PNAS) dedica -aunque sin exponerlo explícitamente- un par de cartuchos a promover la Tercera Cultura:
“La relación entre las ciencias sociales y las ciencias naturales ha estado históricamente cargada. Los científicos duros han tratado a menudo a las ciencias sociales con desdén. Por ejemplo, algunos de ellos lucharon con éxito en un primer momento, para excluir a las ciencias sociales de las competencias del National Science Foundation de los Estados Unidos. A su vez, los científicos sociales que se han dedicado a estudiar la ciencia misma, bajo el mandato de estudios científicos y tecnológicos, a menudo han devuelto el favor, pareciendo en ocasiones que se dedican obsesivamente a demostrar que el emperador tiene poca, si no ninguna, ropa (…) Todavía queda algo de un diálogo de sordos entre estas dos alas de la academia, separadas como están por el idioma, las costumbres y la metodología. Pero las barreras se están viniendo abajo. Científicos de alto nivel y administradores, especialmente los de zonas socialmente polémicas, como el cambio climático y las tecnologías reproductivas, se dan cuenta de que tienen que colaborar con los estudiosos de la sociedad en general. Los sociólogos y filósofos de la ciencia, a su vez, están adquiriendo un conocimiento más íntimo de los científicos que estudian”.
Dos cartas enviadas a la revista en su último número (28 de enero de 2010) apoyan el planteamiento, extendiéndolo.
En la primera, “Mind the gap: future depends on sciences and humanities”, firmada por Adrian D. Manning y Joern Fischer del Fenner School of Environment and Society de la Australian National University, los autores proponen que:
“Como especialistas de las ciencias naturales, no debemos ver a las ciencias sociales y a las humanidades solo como un complemento de nuestra propia experiencia, subordinadas a nuestros supuestamente más refinados medios objetivos de conocimiento. La integración de hallazgos de diferentes perspectivas ayudará a romper las barreras sociales y políticas que obstruyen las vías para encontrar un futuro sostenible. Disciplinas tales como la economía, la historia, la filosofía y la sociología pueden contribuir a la elaboración de las preguntas adecuadas: es poco probable que la ciencia aislada resulte en decisiones más sabias o en mejores resultados”.
En la segunda, “Mind the gap: social sciences can reveal community needs”, firmada por Chris Morris, Science and Technology Facilities Council del Daresbury Laboratory, se señala que:
“Los beneficios que se detallan en su Editorial sobre la colaboración entre las ciencias sociales y las naturales puede extenderse a personas como yo. Desarrollo software para apoyar la investigación y por lo tanto tengo la necesidad de comprender cómo funciona la comunidad de investigación. Los biólogos moleculares con los que trabajo son generosos con su tiempo y en la explicación de su especialidad. Pero para ser útil, el software debe ser compatible con los hábitos y las actitudes de la comunidad a la que sirve. La mayoría de las personas participa en sus comunidades sin ser consciente de las normas que está siguiendo. Tengo que obtener ese conocimiento tácito de las personas con las que trabajo. Algo de esto es registrado por los sociólogos de la ciencia, y algo de esto es accesible si puedo aprender a usar los métodos etnográficos (…) El progreso depende de colaboraciones que combinen las técnicas de las diferentes subdisciplinas. No es suficiente para ello solamente ser reconocido como un investigador de éxito, ambicioso: un inusual nivel de penetración en el funcionamiento de la comunidad de investigación es necesaria también”.