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“WHITE… WHALE… HOLY.. GRAIL !!!” …  LOL !!!

A propósito de la interesante conversación que sostuvimos via twitcam con algunos de nuestros amigos de Twitter, sobre literatura, cine y cognición, aquí va lo prometido: rescatamos un texto escrito hace varios años para el sitio Linkteratura de Ciudad Virtual, en los albores de Internet en Chile… la info no está actualizada, y algunos links probablemente no funcionen, pero es un buen analisis de la obra y de su importante legado. Buen provecho!

Agosto de 1819: Owen Chase joven marino se embarca en el ballenero “Essex” de Nantucket a cargo del capitán Pollard para iniciar un viaje de dos años cazando ballenas.

Quince meses más tarde, cuando el ballenero se disponía a dar cuenta de un banco de cachalotes al sur de las Galápagos, un enorme ejemplar se las vio con la nave a la cual, con dos certeras embestidas, hizo naufragar. Los sobrevivientes enfilaron en botes hacia la costa y pasaron todo tipo de penurias, incluido el canibalismo, y tras noventa días fueron rescatados cerca del archipiélago de Juan Fernández. Owen Chase publicó entonces un libro con la relación de sus aventuras: Narración del naufragio del barco ballenero Essex.

La historia de Owen sería revisitada en dos ocasiones por escritores de la época. Uno habría de ser Edgar Allan Poe que la tendría a la vista para escribir su novela Arthur Gordon Pym. El otro sería Herman Melville, que la ocuparía como modelo de su Moby Dick: o la Ballena Blanca de 1851. Curiosamente, Melville había nacido en Nueva York el día 1 del mismo mes y del mismo año en que Chase abordara el “Essex” (agosto de 1819).

Moby Dick trata de la época de oro de la caza de ballenas desde su capital, la isla de Nantucket (48 kilómetros al sur de Cabo Cod en Massachusets), donde llegó a haber 125 barcos balleneros que cazaron en 70 años 225.000 cachalotes, cuyo aceite era el único combustible que se podía usar para encender lámparas en muchas partes del mundo. Moby Dick trata asimismo de la historia de la norteamérica del siglo XIX y trata también de Chile. Además del amargo relato de Owen Chase, que concluye con el rescate en costas nacionales, está el hecho de que uno de los miembros de la tripulación del “Pequod” era chileno (como bien hace notar Jorge Teillier en La Invención de Chile): “¡Mira al chileno aquel!. Sólo de pensarlo bufa”, Capítulo 35.

Pero, por supuesto que las palmas se las lleva la mismísima Moby Dick.

Mayo de 1839: el Knickerbocker Magazine de Nueva York publica un artículo firmado por Jeremiah Reynolds y titulado “Mocha Dick: o la Ballena Blanca del Pacífico”.

Se trataba de un gigantesco cachalote (physeter macrocephalus) albino , caracterizado por una inusual inquina contra los barcos balleneros. Se dice que durante su existencia, Mocha Dick libró unas 100 batallas contra arponeros de todo el mundo y mató a cerca de treinta personas. Entre los barcos que se le enfrentaron figuran el “Desmond”, el “Serepta”, el “John Day”, el “Crieff”, el “Dudley” y el “Yanquee” (estos últimos tres en un memorable combate en octubre de 1842). Mocha Dick había sido avistado por vez primera en 1810 en las inmediaciones de la isla Mocha (38º 28’ sur) en nuestra octava región, de ahí el nombre. El apellido corresponde a un uso común de los balleneros de la época que daban a los más peligrosos cetáceos títulos como: “Timor Tom” o “New Zealand Jack”. Melville sólo modificó un poco el nombre, pero su origen está aquí.

Este insólito homenaje a nuestro país nos reserva entonces el ser la patria de los dos mayores monstruos marinos de la literatura universal (pues el Gran Kthulhu también yace frente a nuestras costas como señaláramos en su debida ocasión).

El último registro que se conserva acerca de Mocha Dick es de agosto de 1859, cuando un ballenero de bandera sueca aseguró haberle dado al fin caza en los bancos de Brasil. Curiosamente, el día 27 del mismo mismo mes y del mismo año (agosto 1859), Edwin Drake, ex conductor de tren de Connecticut, culminó una perforación de 21 metros de profundidad en Titusville, Pennsylvania, para encontrar una substancia negra que sería simultáneamente el inicio de la era del petróleo y el fin de la era de la caza de ballenas.

DE QUE SE TRATA

MOBY DICK: NO LA BALLENA BLANCA

Como ya habrán notado en la introducción Moby Dick no era una ballena, sino un cachalote.

Los cachalotes son los mayores cetáceos dentados, y por ello probablemente los más peligrosos. Llegan a medir unos 18 metros y pesar 50 toneladas (aunque existen excepciones, como Moby Dick que superaba los 20 metros y las 60 toneladas). Clasificados como “sopladores de cabeza grande” (physeter macrocephalus) por Lineo habitan en todos los océanos conviviendo en grupos de 10 a 20 individuos y alimentándose del calamar gigante (architeutis) que mora en las profundidades (más de 3000 metros bajo el mar), aunque con la competencia de los humanos ha debido variar su dieta. Alcanzan los 70 años y fueron muy cotizados en el pasado a causa de su aceite (que se extraía de la capa de grasa y de un órgano llamado “spermaceti”), y también de una extraña sustancia que se formaba en su interior cuando enfermaban producto de su alimentación, el ámbar gris, que era precioso para los perfumeros en razón de su extraordinario aroma. El que su aceite sirviera como esperma llevó a que en inglés fueran conocidos también como “sperm whale”, incorrectamente traducido al español como “ballena espermática”, origen del error de traducción en el título de la novela de Melville.

Es muy probable que Herman Melville haya visto muchos cachalotes durante los dos años (1841-1843) que navegó a bordo del “Acushnet” primero y luego del “Lucy Ann” y del “Charles & Henry”, siempre como miembro de la tripulación y eventualmente como arponero. Lo importante es que estos viajes, así como otros previos y posteriores, incluidas recaladas de largo aliento en islas polinésicas, fueron el humus de la mayoría de sus novelas de la primera época. Como Typee u Omoo, que fueran un gran éxito en una Norteamérica ávida de aventura, paisajes exóticos y hombres de hierro. También fue en estos viajes que conoció al hijo de Owen Chase y pudo encontrarse con el relato de la tragedia del “Essex” (como hace explícito en el mismo cuerpo de la novela de 1851, Capítulo 44). Aunque era reconocido por el público nunca llegó a recuperar el nivel que tuviera su familia antes del desastre económico que los arruinara años antes y llevara a su padre a morir recluido en un manicomio.

Fue después de conocer a Nathaniel Hawthorne en 1850 que, fuertemente influenciado por la figura del autor de Twice Told Tales, se lanzó en la monomanía de escribir su obra suprema. La monumental novela sólo le tomó un año y fue publicada primero el 18 de octubre por Richard Bentley en Londres y un mes más tarde, el 14 de noviembre por Harper & Brothers en Nueva York. Por un error de imprenta la edición inglesa carecía del último capítulo que era donde el “Rachel” rescataba a Ismael, por lo que algunos críticos la vapulearon aduciendo su falta de lógica (parecía una novela narrada en primera persona por un muerto). No fue todo, a la fría recepción de la crítica se sumó un rechazo del gran público que antes lo había enaltecido. Moby Dick no era la típica novela de aventuras pues incluía reflexiones filosóficas, conocimiento y desarrollo enciclopédico, pasaba del tono de un cuento a la monumentalidad de una obra de teatro y de ahí a un ejercicio didáctico.

Melville nunca se recuperó como escritor de esta derrota, pero, aún así fue capaz de escribir dos clásicos más: Bartleby o el Escribiente (aka “el pequeño escribiente neoyorquino”), considerado por muchos como el más inmediato antecedente de Kafka en ese desarrollo inigualable de una personalidad “burocrática”, en 1853; y Benito Cereno en 1855 que es para muchos el mejor relato corto escrito en lengua inglesa y que trata de manera magistral el problema de la comprensión del mundo. Tras su muerte en 1891 tuvieron que pasar tres largas décadas hasta que alguien se diera cuenta del tremendo monumento literario que había legado. T. E. Lawrence (Lawrence de Arabia) le llamó una de las obras titánicas del siglo XIX.

Otra razón, y quizá la más importante del fracaso de Moby Dick fue su visión pesimista, trágica del destino y las empresas humanas. Melville parece ser el primer crítico de la odisea norteamericana, y sólo cuando esa crítica empezó a cundir en mayor medida, Moby Dick comenzó su reflote desde las profundidades del olvido. En esta línea podemos emparentarla sin más con todos los monstruos que en el cine, por ejemplo, han servido como símbolos del temor a las crisis sociales (como King Kong en el crash de los 30, o Tiburón en la crisis del petróleo en los 70).

Opera Melvilliana

1846 Typee: a Peep al Polynesian Life

1847 Omoo: A Narrative o Adventures in the South Seas

1849 Mardi and a Voya e Tither

1849 Redburn. His First Voyage

1850 White-Jacket; o The World in a Man-of-War

1851 Moby Dick; o The Whale

1852 Pierre; o The Ambiguities

1855 Israel Potter:His Fifty Years of Exile

1856 Other Stories sketches and journals. The Piazza Tales.

1857 The Confidence Man: His Masquerade

Póstumos

1922 The Apple Tree Table and 0ther Sketches

1924 Billy Budd and Other Prose Pieces

1976 Family Correspondence Of Herman Melville

1991 Enter Isabel: The Herman Melville Correspondence Of Clare Spark And Paul Metcalf

1993 Collected Poems

1997 The Complete Shorter Fiction

PISTAS: ÚNICA, GRANDE, NUESTRA

Siempre que se habla de América debemos hacer una pausa y pensar a qué se refiere esto. Unas veces se trata de Norteamérica, otras de Latinoamérica.

Esto es particularmente fuerte en relación con la literatura. Particularmente fuerte, porque además de las barreras norte/sur tan manoseadas, hay una separación idiomática. La literatura norteamericana es literatura en inglés, anglosajona. La latinoamericana es en español o portugués, neolatina. Así es que cuando alguien hace una consulta como: ¿Cuál es la gran novela americana? La respuesta es otra pregunta: ¿A qué se refiere con “americana”?.

Durante años pensé que esta separación era total, absoluta, no sólo en términos de las formas, sino que de los contenidos. Uno leía y leía novelas latinoamericanas que se concentraban en la lucha del hombre con el entorno hostil del suelo americano y su derrota (La Vorágine, Horacio Quiroga), y por otro lado veía el permanente dominio del mundo de los yanquis. No había más que pensar que norteamérica era otro mundo, otra América.

Varios eventos hicieron que me replanteara esta perspectiva, quizá el mayor fue la idea de Carlos Fuentes respecto de la existencia de un continente llamado Mexamérica, desarrollado en dos libros: Cristobal Nonato y La Frontera de Cristal. Le siguió en importancia y efecto una entrevista que le hice a otro mexicano, Sergio Pitol, que me comentaba que para él había sido una fuerte influencia William Faulkner: “El mundo que él describía era muy parecido al que a mí me había tocado vivir. Esas familias destruidas, ese paisaje.” Comprendí entonces que el paisaje de norteamérica no es distinto, es prácticamente el mismo que el de México, y latinoamérica; que hasta ese momento había puesto una barrera mental, una frontera de cristal allí donde no necesariamente la había.

Por eso cuando ahora me preguntan cuál es a mi juicio la mayor novela americana respondo Moby Dick. Trataré de mostrar porqué aún siendo universal, Moby Dick es profundamente americana:

1.- Tragedia

La primera característica especial de Moby Dick es que se trata de una obra trágica. Tenemos el asunto del destino inflexible y de un hombre, el capitán Ahab que trata de rebelarse contra ese destino y perece (el molde clásico es evidente). Lo interesante es que la tragedia “a la clásica” es profundamente antimoderna, no cree en el progreso ni es optimista.

2.- Descensus ad Inferos

Un segundo tópico clásico que atraviesa la novela es el del descenso al infierno (como Ulises, Eneas, Orfeo, Dante). La metáfora de la ballena tiene otros ejemplos como el de Jonás o el de Pinocho (el vientre de la ballena es el infierno). El tópico representa el encuentro del hombre con sus zonas más oscuras y desconocidas y su asunción permite volver a la superficie transformado (como Dante que puede entonces subir al cielo, Pinocho que se convierte en “hombre”, Jonás que puede concluir su misión profética). Hay eso sí casos trágicos en que no ocurre el regreso o éste es fallido, como Orfeo, que pierde a su amada al voltearse. Este es el caso de Ahab, su encuentro con la ballena será su muerte. La ballena representa aquí lo femenino en oposición a lo masculino, y es significativo que Moby haya cortado la pierna al capitán: “castración”. Sin embargo, no hay que olvidar que Ismael sí sobrevive. Aunque creo que lo hace sólo para no violar la lógica del relato (¿sería la edición inglesa carente de este final el “corte del autor” como se dice ahora?). Hay en esta línea un interesante estudio de Somerset Maugham que pretende leer en la novela una manifestación de la lucha de Melville contra su homosexualidad.

3.- El esquema bíblico

Otro modelo es el de la Biblia. Muchos de los nombres vienen de allí y tienen un significado intertextual. Ismael, el narrador, evoca al hijo “bastardo” de Abraham que luego se pierde y funda otro pueblo. Ahab es un rey impío de la época monárquica. Raquel es el nombre de la esposa de Jacob. Acá Melville entronca con una tradición norteamericana profunda (que encuentra su culminación en Joshua Smith), que es la idea de que norteamérica es el paraíso perdido y sus habitantes las nuevas tribus de Israel. En sencillo se puede decir que en su locura Ahab pierde a su pueblo (Israel), pero aún así sobrevive un bastardo (Ismael), que es cobijado en el seno de la esposa de Jacob (Israel), esto es, Ismael-Norteamérica es “adoptada” como nuevo pueblo de Dios. El esquema es explícito desde la primera línea: “Llamadme Ismael” hasta la última: “Era el Rachel que seguía vagando, siempre a la búsqueda de los hijos perdidos, y encontraba ahora tan sólo un huérfano”.

4.- La Profecía

Más específicamente está la clave de profecía de la obra, que se realza en el discurso de “Elías”, respecto del fatídico fin del viaje. Recordemos que los profetas eran aquellos que denunciaban las irregularidades de las empresas de los reyes de Israel y Judá y su consecuente destrucción. Moby Dick es entonces también una profecía.

5.- El Pequod

Pequod, el nombre del barco que naufragará, es también el nombre de una antigua etnia que habitó el este norteamericano y se extinguió. Razones más que suficientes para no haber subido al barco.

6.- La naturaleza

La noción básica del libro es la persecución de la ballena, una tarea guiada por un hombre enloquecido. Es una representación de la lucha del hombre contra la naturaleza por medio del “progreso”. De aquí es que Moby Dick es propiamente americana, ya que en ninguna literatura europea existe este modelo. Lo más cercano es la que tiene que ver con viajes y aventuras. Pero allí las obras se centran fuera de Europa. Moby Dick, en cambio, es una obra que, aunque transita miles de millas, se queda siempre con el corazón en América. La derrota del Pequod es una derrota en el mundo americano. La mejor dicotomía es comparar el fin del Pequod con el fin de Robinson Crusoe.

Plus: Sobre la Profecía

Siempre se da la imagen de Walt Withman como el profeta norteamericano, el profeta del progreso. Según el modelo clásico de profecía, en ella debe haber una “denuncia”. Es por esto que, según dicho modelo, mucho más profeta es un Allen Ginsberg. Ese Allen Ginsberg profeta es descendiente directo de Herman Melville.

VINCULANDO

MOBY DICK PA’ LANTE

Sólo se han hecho tres versiones de Moby Dick en el cine.

La primera corresponde a 1930 y fue dirigida por Lloyd Bacon. Según el comentario que adjunta IMDB: “insulta a la audiencia y a los amantes de la gran literatura”. La última es en realidad una adaptación para la TV como miniserie, fue dirigida por Franc Roddam (La Prometida, 1985) y cuenta con el guión adaptado por Anton Diether (ambos se repetirán el plato con la Cleopatra de 1999 con “nuestra” Leonor Varela).

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Pero sin duda que la versión más importante es la de John Huston que realizó en 1956 con Gregory Peck en el papel de Ahab. No es para nada raro lo de Houston, pues tendría al menos otras cuatro adaptaciones de clásicos de la literatura: El Halcón Maltés (1941, sobre el texto de Dashiel Hammet), Casino Royale (1967, sobre el texto de Ian Flemming), Bajo el Volcán (1984, sobre el de Malcolm Lowry) y Dublineses (1987, sobre el cuento final del libro homónimo, “El Muerto” de James Joyce), sin contar la Biblia. Otra cosa importante es que el adaptador de la novela de Melville fue ¡Ray Bradbury!. Ah, Gregory Peck también actúa en la versión de 1999, pero pasa a ser otro personaje. Una Tormenta Perfecta (Wolfgang Petersen, 2000), que trata del hundimiento del “Andrea Gail” de Gloucester (en el extremo norte del mismo estado de Massachusets) tiene un par de elementos mobydickianos, uno es el “tipo” del barco y los personajes, otro una bella y triste escena de las inscripciones de los marinos muertos en el mar (igual que las de la capilla de New Bedford). Además tenemos una serie de dibujos animados llamada “Moby Dick & the Mighty Mightor”, transmitida entre 1967 y 1969 y producida por Hanna y Barbera (aka “Ana y Bárbara”, hasta hace poco creí que eran mujeres). En los mismos dibujos animados deberíamos repetir la mención a la ballena de Pinocho (segundo largometraje de Walt Disney en 1940), el nombre del marino de las revistas Pinsel, “Boty Dick”, y también podríamos hacer entrar a la bizarra ballena “Josefina” (Ashi Productions, Kujira no Josephina, 1979).

Y por supuesto, si seguimos así debemos reconsiderar los King Kong de Shoedsack y Cooper, de 1933; y sobre todo Tiburón de Steven Spielberg de 1975, llamado por más de alguno, el Moby Dick moderno (¿no será como mucho?).

En comics hay dos cosiacas (y muestro mi perpetuo agradecimiento al Calumnista que me sopló no sólo este dato, sino varios más). Uno es un Leviathan en clave de ciencia ficción del cual no sabemos nada más. Otro es la adaptación que hiciera Will Eisner (“The Spirit”) con bastante reconocimiento. Uf, casi se me pasa, está “Mampato y las Ballenas” y su secuela “Corre el Sedal”, dibujados por Themo y publicados en el segundo y cuarto trimestre de 1975 por la mítica revista. Mampato y Ogú están a un tris de abordar el Pequod en Nantucket, pero el Seagull tiene mejor comida. Aquí también aparece un chileno que es arponero y Ogú cae al interior de un cachalote justo donde se encuentra el ámbar gris. Esto era durante la administración di Girolamo, otro administrador, Renzo Pecchenino, en su “Verdadero Mapa de la Provincia de Valparaíso” que aparece en Apuntes Porteños dibuja una cruz al oeste de la fantasmagórica isla Podestá y anota: “Por aquí empezaron a comerse unos a otros los náufragos del Essex en 1820”

En música está por cierto el tataranieto de Melville, Richard Melville, Moby, que hoy por hoy parece ser de lo más popular (Marcelo Contreras ya lo alabó bastante al lado en “Sonar”). Aparte de eso, hay un disco de 1999 de la Laurie Anderson que estaba desaparecida y que se titula como la novela. Otro es un grupo de heavy metal español que se llama también Moby Dick. Y, por supuesto, el tema “Moby Dick” de Led Zeppelin en su segundo disco de 1969.

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Muchas obras de teatro se han hecho también sobre la base del libro y aquí citamos dos. Una es la versión de Orson Welles (sí, también hizo teatro), otra es una de un grupo de teatro argentino llamado “Rayuela” que parece ser de la misma onda que acá lo es “La Troppa”.

En el corazón del mar de Nathaniel Philbrick es un trabajo histórico de reconstrucción de la tragedia del “Essex” que da nuevas luces sobre el origen de la novela.

Por cierto que hay muchos autores posteriores que se consideran herederos y deudos de Herman Melville, algunos (que en general tienen textos referentes) son Somerset Maugham, Cesare Pavese, Paul Auster, Paul Ford y Jim Esch (que han creado un Moby Dick virtual), Ray Bradbury, Tenesee Williams, por sólo dar una lista básica.

Para cerrar, uno de los barcos prominentes de la flota de Greenpeace es el “Moby Dick”.

MOBY DICK PA TRA

Quién o qué influenció al Melville que escribió Moby Dick. Por cierto las dos referencias básicas ya hartas veces nombradas (el relato de Owen Chase y el artículo de Reynolds). Pero, además está la Biblia (y ahora citaremos tal cual se cita al principio de Moby Dick por un erudito que debe de ser Bartleby) que habla del misterioso monstruo Leviathan que habita en las profundidades del mar y que directa o indirectamente es mencionado en: Génesis, Job, Jonás, Salmos e Isaías. Plutarco, Plinio, Luciano, Montaigne, Rabelais, Stowe, Lord Bacon, Shakespeare (en Hamlet), Browne, y evidentemente Hobbes (que usa la imagen del Leviathan para referirse a la Commonwealth), Darwin (que concluyó su viaje en el “Beagle” un lustro antes del embarque de Melville), Milton, etc.

Sin embargo, la influencia decisiva debe ser Nathaniel Hawthorne. Es en la escritura de éste (a quien por lo demás Melville dedica su Moby Dick) donde se hallan algunas de las estructuras literarias que Melville llevará a buen recaudo (quizá no tanto con Moby como con Bartleby o Benito Cereno). Es cosa de ver la capacidad de Hawthorne de poner a los personajes en situaciones que colindan con lo fantástico sin serlo (al contrario de Poe, donde lo fantástico sí irrumpe en la realidad), para encontrarse con las semillas de lo que hará Melville por la literatura. En este entendido, no podemos evitar el sentir que el Wakefield hawthorniano es un pariente próximo del Bartleby melvilliano.

MOBY DICK PAL LAO

Por fin llegamos al relato especular de Moby Dick: Arthur Gordon Pym de Edgar Allan Poe, inspirado también por el Essex, que coge eso sí la vertiente de la locura post naufragio, el canibalismo y la derrota ante la naturaleza desde otro flanco. En el relato de Melville, el Pequod se lanza en una carrera contra el destino. En Poe, el destino parece enseñorearse desde el principio. La postura de Poe es más pesimista que la de Melville, pero si uno se fija bien en realidad lo que ocurre es algo bien diferente: el héroe de Melville es trágico, el de Poe es un antihéroe.

SACAR A CIEN: VOY Y VUELVO

Le llaman el Voy y Vuelvo porque cuando sale a la “choca” pone un cartelito que reza así en la puerta de su librería.

Se ubica en el alcurnioso grupo San Diego 119. Tiene no uno, sino dos locales: el 26 y 27. Nunca ha comprado un libro nuevo por lo que es un vendedor de libros viejos de pura cepa, y (sorry por seguir en la onda de la semana pasada) tiene “del año que le pidan”. Aquí te encontrarás con Moby Dick en ediciones del puerto de Nantucket mismo. Apolillados volúmenes firmados con pluma de cóndor con el Vesubio de tintero (que eran los desvaríos de Melville en los días previos a cerrar su obra en 1851). Una cosa es segura: pasarán otros 150 años, otro sesquicentenario y el “Voy y Vuelvo” seguirá en su misma rutina, y aún habrá aquí y allá algunos libracos viejos para vender y comprar. Baste decir que en esta misma librería compré hace tanto el libro Filo de la Navaja del amigo de Melville, William Somerset Maugham.

WWW: BALLENEROS DEL WEB

Contrario a lo que se pensaría no hay taaantas páginas acerca de Moby Dick.

Herman Melville oficial.

http://www.melville.org

Otra de la Maga.

http://www.lamaga.com.ar/www/area2/pg_nota.asp?online=1&id_nota=255

Uno de Usenet acerca de Mocha Dick.

http://groups.google.com/groups?q=%22mocha+dick%22&hl=es&lr=&safe=off&rnum=1&ic=1&selm=5o9jv5%24io0%40q.seanet.com

El Lenguaje es una Ballena de Laurie Anderson (juego de palabras con “Languaje is a Virus”).

http://www.pagina12.com.ar/1999/99-11/99-11-02/pag27.htm

Sobre Maugham y Melville de La Tercera.

http://www.pagina12.com.ar/2000/suple/libros/00-09/00-09-10/nota3.htm

[youtube=http://www.youtube.com/watch?v=dy8NdJTOR9E]

MOBY DICK:

SI ES CHILENO ES BUENO

Agosto de 1819: Owen Chase joven marino se embarca en el ballenero “Essex” de Nantucket a cargo del capitán Pollard para iniciar un viaje de dos años cazando ballenas.

Quince meses más tarde, cuando el ballenero se disponía a dar cuenta de un banco de cachalotes al sur de las Galápagos, un enorme ejemplar se las vio con la nave a la cual, con dos certeras embestidas, hizo naufragar. Los sobrevivientes enfilaron en botes hacia la costa y pasaron todo tipo de penurias, incluido el canibalismo, y tras noventa días fueron rescatados cerca del archipiélago de Juan Fernández. Owen Chase publicó entonces un libro con la relación de sus aventuras: Narración del naufragio del barco ballenero Essex.

La historia de Owen sería revisitada en dos ocasiones por escritores de la época. Uno habría de ser Edgar Allan Poe que la tendría a la vista para escribir su novela Arthur Gordon Pym. El otro sería Herman Melville, que la ocuparía como modelo de su Moby Dick: o la Ballena Blanca de 1851. Curiosamente, Melville había nacido en Nueva York el día 1 del mismo mes y del mismo año en que Chase abordara el “Essex” (agosto de 1819).

Moby Dick trata de la época de oro de la caza de ballenas desde su capital, la isla de Nantucket (48 kilómetros al sur de Cabo Cod en Massachusets), donde llegó a haber 125 barcos balleneros que cazaron en 70 años 225.000 cachalotes, cuyo aceite era el único combustible que se podía usar para encender lámparas en muchas partes del mundo. Moby Dick trata asimismo de la historia de la norteamérica del siglo XIX y trata también de Chile. Además del amargo relato de Owen Chase, que concluye con el rescate en costas nacionales, está el hecho de que uno de los miembros de la tripulación del “Pequod” era chileno (como bien hace notar Jorge Teillier en La Invención de Chile): “¡Mira al chileno aquel!. Sólo de pensarlo bufa”, Capítulo 35.

Pero, por supuesto que las palmas se las lleva la mismísima Moby Dick.

Mayo de 1839: el Knickerbocker Magazine de Nueva York publica un artículo firmado por Jeremiah Reynolds y titulado “Mocha Dick: o la Ballena Blanca del Pacífico”.

Se trataba de un gigantesco cachalote (physeter macrocephalus) albino , caracterizado por una inusual inquina contra los barcos balleneros. Se dice que durante su existencia, Mocha Dick libró unas 100 batallas contra arponeros de todo el mundo y mató a cerca de treinta personas. Entre los barcos que se le enfrentaron figuran el “Desmond”, el “Serepta”, el “John Day”, el “Crieff”, el “Dudley” y el “Yanquee” (estos últimos tres en un memorable combate en octubre de 1842). Mocha Dick había sido avistado por vez primera en 1810 en las inmediaciones de la isla Mocha (38º 28’ sur) en nuestra octava región, de ahí el nombre. El apellido corresponde a un uso común de los balleneros de la época que daban a los más peligrosos cetáceos títulos como: “Timor Tom” o “New Zealand Jack”. Melville sólo modificó un poco el nombre, pero su origen está aquí.

Este insólito homenaje a nuestro país nos reserva entonces el ser la patria de los dos mayores monstruos marinos de la literatura universal (pues el Gran Kthulhu también yace frente a nuestras costas como señaláramos en su debida ocasión).

El último registro que se conserva acerca de Mocha Dick es de agosto de 1859, cuando un ballenero de bandera sueca aseguró haberle dado al fin caza en los bancos de Brasil. Curiosamente, el día 27 del mismo mismo mes y del mismo año (agosto 1859), Edwin Drake, ex conductor de tren de Connecticut, culminó una perforación de 21 metros de profundidad en Titusville, Pennsylvania, para encontrar una substancia negra que sería simultáneamente el inicio de la era del petróleo y el fin de la era de la caza de ballenas.

DE QUE SE TRATA

MOBY DICK: NO LA BALLENA BLANCA

Como ya habrán notado en la introducción Moby Dick no era una ballena, sino un cachalote.

Los cachalotes son los mayores cetáceos dentados, y por ello probablemente los más peligrosos. Llegan a medir unos 18 metros y pesar 50 toneladas (aunque existen excepciones, como Moby Dick que superaba los 20 metros y las 60 toneladas). Clasificados como “sopladores de cabeza grande” (physeter macrocephalus) por Lineo habitan en todos los océanos conviviendo en grupos de 10 a 20 individuos y alimentándose del calamar gigante (architeutis) que mora en las profundidades (más de 3000 metros bajo el mar), aunque con la competencia de los humanos ha debido variar su dieta. Alcanzan los 70 años y fueron muy cotizados en el pasado a causa de su aceite (que se extraía de la capa de grasa y de un órgano llamado “spermaceti”), y también de una extraña sustancia que se formaba en su interior cuando enfermaban producto de su alimentación, el ámbar gris, que era precioso para los perfumeros en razón de su extraordinario aroma. El que su aceite sirviera como esperma llevó a que en inglés fueran conocidos también como “sperm whale”, incorrectamente traducido al español como “ballena espermática”, origen del error de traducción en el título de la novela de Melville.

Es muy probable que Herman Melville haya visto muchos cachalotes durante los dos años (1841-1843) que navegó a bordo del “Acushnet” primero y luego del “Lucy Ann” y del “Charles & Henry”, siempre como miembro de la tripulación y eventualmente como arponero. Lo importante es que estos viajes, así como otros previos y posteriores, incluidas recaladas de largo aliento en islas polinésicas, fueron el humus de la mayoría de sus novelas de la primera época. Como Typee u Omoo, que fueran un gran éxito en una Norteamérica ávida de aventura, paisajes exóticos y hombres de hierro. También fue en estos viajes que conoció al hijo de Owen Chase y pudo encontrarse con el relato de la tragedia del “Essex” (como hace explícito en el mismo cuerpo de la novela de 1851, Capítulo 44). Aunque era reconocido por el público nunca llegó a recuperar el nivel que tuviera su familia antes del desastre económico que los arruinara años antes y llevara a su padre a morir recluido en un manicomio.

Fue después de conocer a Nathaniel Hawthorne en 1850 que, fuertemente influenciado por la figura del autor de Twice Told Tales, se lanzó en la monomanía de escribir su obra suprema. La monumental novela sólo le tomó un año y fue publicada primero el 18 de octubre por Richard Bentley en Londres y un mes más tarde, el 14 de noviembre por Harper & Brothers en Nueva York. Por un error de imprenta la edición inglesa carecía del último capítulo que era donde el “Rachel” rescataba a Ismael, por lo que algunos críticos la vapulearon aduciendo su falta de lógica (parecía una novela narrada en primera persona por un muerto). No fue todo, a la fría recepción de la crítica se sumó un rechazo del gran público que antes lo había enaltecido. Moby Dick no era la típica novela de aventuras pues incluía reflexiones filosóficas, conocimiento y desarrollo enciclopédico, pasaba del tono de un cuento a la monumentalidad de una obra de teatro y de ahí a un ejercicio didáctico.

Melville nunca se recuperó como escritor de esta derrota, pero, aún así fue capaz de escribir dos clásicos más: Bartleby o el Escribiente (aka “el pequeño escribiente neoyorquino”), considerado por muchos como el más inmediato antecedente de Kafka en ese desarrollo inigualable de una personalidad “burocrática”, en 1853; y Benito Cereno en 1855 que es para muchos el mejor relato corto escrito en lengua inglesa y que trata de manera magistral el problema de la comprensión del mundo. Tras su muerte en 1891 tuvieron que pasar tres largas décadas hasta que alguien se diera cuenta del tremendo monumento literario que había legado. T. E. Lawrence (Lawrence de Arabia) le llamó una de las obras titánicas del siglo XIX.

Otra razón, y quizá la más importante del fracaso de Moby Dick fue su visión pesimista, trágica del destino y las empresas humanas. Melville parece ser el primer crítico de la odisea norteamericana, y sólo cuando esa crítica empezó a cundir en mayor medida, Moby Dick comenzó su reflote desde las profundidades del olvido. En esta línea podemos emparentarla sin más con todos los monstruos que en el cine, por ejemplo, han servido como símbolos del temor a las crisis sociales (como King Kong en el crash de los 30, o Tiburón en la crisis del petróleo en los 70).

Opera Melvilliana

1846 Typee: a Peep al Polynesian Life

1847 Omoo: A Narrative o Adventures in the South Seas

1849 Mardi and a Voya e Tither

1849 Redburn. His First Voyage

1850 White-Jacket; o The World in a Man-of-War

1851 Moby Dick; o The Whale

1852 Pierre; o The Ambiguities

1855 Israel Potter:His Fifty Years of Exile

1856 Other Stories sketches and journals. The Piazza Tales.

1857 The Confidence Man: His Masquerade

Póstumos

1922 The Apple Tree Table and 0ther Sketches

1924 Billy Budd and Other Prose Pieces

1976 Family Correspondence Of Herman Melville

1991 Enter Isabel: The Herman Melville Correspondence Of Clare Spark And Paul Metcalf

1993 Collected Poems

1997 The Complete Shorter Fiction

PISTAS

ÚNICA, GRANDE, NUESTRA

Siempre que se habla de América debemos hacer una pausa y pensar a qué se refiere esto. Unas veces se trata de Norteamérica, otras de Latinoamérica.

Esto es particularmente fuerte en relación con la literatura. Particularmente fuerte, porque además de las barreras norte/sur tan manoseadas, hay una separación idiomática. La literatura norteamericana es literatura en inglés, anglosajona. La latinoamericana es en español o portugués, neolatina. Así es que cuando alguien hace una consulta como: ¿Cuál es la gran novela americana? La respuesta es otra pregunta: ¿A qué se refiere con “americana”?.

Durante años pensé que esta separación era total, absoluta, no sólo en términos de las formas, sino que de los contenidos. Uno leía y leía novelas latinoamericanas que se concentraban en la lucha del hombre con el entorno hostil del suelo americano y su derrota (La Vorágine, Horacio Quiroga), y por otro lado veía el permanente dominio del mundo de los yanquis. No había más que pensar que norteamérica era otro mundo, otra América.

Varios eventos hicieron que me replanteara esta perspectiva, quizá el mayor fue la idea de Carlos Fuentes respecto de la existencia de un continente llamado Mexamérica, desarrollado en dos libros: Cristobal Nonato y La Frontera de Cristal. Le siguió en importancia y efecto una entrevista que le hice a otro mexicano, Sergio Pitol, que me comentaba que para él había sido una fuerte influencia William Faulkner: “El mundo que él describía era muy parecido al que a mí me había tocado vivir. Esas familias destruidas, ese paisaje.” Comprendí entonces que el paisaje de norteamérica no es distinto, es prácticamente el mismo que el de México, y latinoamérica; que hasta ese momento había puesto una barrera mental, una frontera de cristal allí donde no necesariamente la había.

Por eso cuando ahora me preguntan cuál es a mi juicio la mayor novela americana respondo Moby Dick. Trataré de mostrar porqué aún siendo universal, Moby Dick es profundamente americana:

1.- Tragedia

La primera característica especial de Moby Dick es que se trata de una obra trágica. Tenemos el asunto del destino inflexible y de un hombre, el capitán Ahab que trata de rebelarse contra ese destino y perece (el molde clásico es evidente). Lo interesante es que la tragedia “a la clásica” es profundamente antimoderna, no cree en el progreso ni es optimista.

2.- Descensus ad Inferos

Un segundo tópico clásico que atraviesa la novela es el del descenso al infierno (como Ulises, Eneas, Orfeo, Dante). La metáfora de la ballena tiene otros ejemplos como el de Jonás o el de Pinocho (el vientre de la ballena es el infierno). El tópico representa el encuentro del hombre con sus zonas más oscuras y desconocidas y su asunción permite volver a la superficie transformado (como Dante que puede entonces subir al cielo, Pinocho que se convierte en “hombre”, Jonás que puede concluir su misión profética). Hay eso sí casos trágicos en que no ocurre el regreso o éste es fallido, como Orfeo, que pierde a su amada al voltearse. Este es el caso de Ahab, su encuentro con la ballena será su muerte. La ballena representa aquí lo femenino en oposición a lo masculino, y es significativo que Moby haya cortado la pierna al capitán: “castración”. Sin embargo, no hay que olvidar que Ismael sí sobrevive. Aunque creo que lo hace sólo para no violar la lógica del relato (¿sería la edición inglesa carente de este final el “corte del autor” como se dice ahora?). Hay en esta línea un interesante estudio de Somerset Maugham que pretende leer en la novela una manifestación de la lucha de Melville contra su homosexualidad.

3.- El esquema bíblico

Otro modelo es el de la Biblia. Muchos de los nombres vienen de allí y tienen un significado intertextual. Ismael, el narrador, evoca al hijo “bastardo” de Abraham que luego se pierde y funda otro pueblo. Ahab es un rey impío de la época monárquica. Raquel es el nombre de la esposa de Jacob. Acá Melville entronca con una tradición norteamericana profunda (que encuentra su culminación en Joshua Smith), que es la idea de que norteamérica es el paraíso perdido y sus habitantes las nuevas tribus de Israel. En sencillo se puede decir que en su locura Ahab pierde a su pueblo (Israel), pero aún así sobrevive un bastardo (Ismael), que es cobijado en el seno de la esposa de Jacob (Israel), esto es, Ismael-Norteamérica es “adoptada” como nuevo pueblo de Dios. El esquema es explícito desde la primera línea: “Llamadme Ismael” hasta la última: “Era el Rachel que seguía vagando, siempre a la búsqueda de los hijos perdidos, y encontraba ahora tan sólo un huérfano”.

4.- La Profecía

Más específicamente está la clave de profecía de la obra, que se realza en el discurso de “Elías”, respecto del fatídico fin del viaje. Recordemos que los profetas eran aquellos que denunciaban las irregularidades de las empresas de los reyes de Israel y Judá y su consecuente destrucción. Moby Dick es entonces también una profecía.

5.- El Pequod

Pequod, el nombre del barco que naufragará, es también el nombre de una antigua etnia que habitó el este norteamericano y se extinguió. Razones más que suficientes para no haber subido al barco.

6.- La naturaleza

La noción básica del libro es la persecución de la ballena, una tarea guiada por un hombre enloquecido. Es una representación de la lucha del hombre contra la naturaleza por medio del “progreso”. De aquí es que Moby Dick es propiamente americana, ya que en ninguna literatura europea existe este modelo. Lo más cercano es la que tiene que ver con viajes y aventuras. Pero allí las obras se centran fuera de Europa. Moby Dick, en cambio, es una obra que, aunque transita miles de millas, se queda siempre con el corazón en América. La derrota del Pequod es una derrota en el mundo americano. La mejor dicotomía es comparar el fin del Pequod con el fin de Robinson Crusoe.

Plus: Sobre la Profecía

Siempre se da la imagen de Walt Withman como el profeta norteamericano, el profeta del progreso. Según el modelo clásico de profecía, en ella debe haber una “denuncia”. Es por esto que, según dicho modelo, mucho más profeta es un Allen Ginsberg. Ese Allen Ginsberg profeta es descendiente directo de Herman Melville.

VINCULANDO

MOBY DICK PA’ LANTE

Sólo se han hecho tres versiones de Moby Dick en el cine.

La primera corresponde a 1930 y fue dirigida por Lloyd Bacon. Según el comentario que adjunta IMDB: “insulta a la audiencia y a los amantes de la gran literatura”. La última es en realidad una adaptación para la TV como miniserie, fue dirigida por Franc Roddam (La Prometida, 1985) y cuenta con el guión adaptado por Anton Diether (ambos se repetirán el plato con la Cleopatra de 1999 con “nuestra” Leonor Varela).

Pero sin duda que la versión más importante es la de John Huston que realizó en 1956 con Gregory Peck en el papel de Ahab. No es para nada raro lo de Houston, pues tendría al menos otras cuatro adaptaciones de clásicos de la literatura: El Halcón Maltés (1941, sobre el texto de Dashiel Hammet), Casino Royale (1967, sobre el texto de Ian Flemming), Bajo el Volcán (1984, sobre el de Malcolm Lowry) y Dublineses (1987, sobre el cuento final del libro homónimo, “El Muerto” de James Joyce), sin contar la Biblia. Otra cosa importante es que el adaptador de la novela de Melville fue ¡Ray Bradbury!. Ah, Gregory Peck también actúa en la versión de 1999, pero pasa a ser otro personaje. Una Tormenta Perfecta (Wolfgang Petersen, 2000), que trata del hundimiento del “Andrea Gail” de Gloucester (en el extremo norte del mismo estado de Massachusets) tiene un par de elementos mobydickianos, uno es el “tipo” del barco y los personajes, otro una bella y triste escena de las inscripciones de los marinos muertos en el mar (igual que las de la capilla de New Bedford). Además tenemos una serie de dibujos animados llamada “Moby Dick & the Mighty Mightor”, transmitida entre 1967 y 1969 y producida por Hanna y Barbera (aka “Ana y Bárbara”, hasta hace poco creí que eran mujeres). En los mismos dibujos animados deberíamos repetir la mención a la ballena de Pinocho (segundo largometraje de Walt Disney en 1940), el nombre del marino de las revistas Pinsel, “Boty Dick”, y también podríamos hacer entrar a la bizarra ballena “Josefina” (Ashi Productions, Kujira no Josephina, 1979).

Y por supuesto, si seguimos así debemos reconsiderar los King Kong de Shoedsack y Cooper, de 1933; y sobre todo Tiburón de Steven Spielberg de 1975, llamado por más de alguno, el Moby Dick moderno (¿no será como mucho?).

En comics hay dos cosiacas (y muestro mi perpetuo agradecimiento al Calumnista que me sopló no sólo este dato, sino varios más). Uno es un Leviathan en clave de ciencia ficción del cual no sabemos nada más. Otro es la adaptación que hiciera Will Eisner (“The Spirit”) con bastante reconocimiento. Uf, casi se me pasa, está “Mampato y las Ballenas” y su secuela “Corre el Sedal”, dibujados por Themo y publicados en el segundo y cuarto trimestre de 1975 por la mítica revista. Mampato y Ogú están a un tris de abordar el Pequod en Nantucket, pero el Seagull tiene mejor comida. Aquí también aparece un chileno que es arponero y Ogú cae al interior de un cachalote justo donde se encuentra el ámbar gris. Esto era durante la administración di Girolamo, otro administrador, Renzo Pecchenino, en su “Verdadero Mapa de la Provincia de Valparaíso” que aparece en Apuntes Porteños dibuja una cruz al oeste de la fantasmagórica isla Podestá y anota: “Por aquí empezaron a comerse unos a otros los náufragos del Essex en 1820”

En música está por cierto el tataranieto de Melville, Richard Melville, Moby, que hoy por hoy parece ser de lo más popular (Marcelo Contreras ya lo alabó bastante al lado en “Sonar”). Aparte de eso, hay un disco de 1999 de la Laurie Anderson que estaba desaparecida y que se titula como la novela. Otro es un grupo de heavy metal español que se llama también Moby Dick. Y, por supuesto, el tema “Moby Dick” de Led Zeppelin en su segundo disco de 1969.

Muchas obras de teatro se han hecho también sobre la base del libro y aquí citamos dos. Una es la versión de Orson Welles (sí, también hizo teatro), otra es una de un grupo de teatro argentino llamado “Rayuela” que parece ser de la misma onda que acá lo es “La Troppa”.

En el corazón del mar de Nathaniel Philbrick es un trabajo histórico de reconstrucción de la tragedia del “Essex” que da nuevas luces sobre el origen de la novela.

Por cierto que hay muchos autores posteriores que se consideran herederos y deudos de Herman Melville, algunos (que en general tienen textos referentes) son Somerset Maugham, Cesare Pavese, Paul Auster, Paul Ford y Jim Esch (que han creado un Moby Dick virtual), Ray Bradbury, Tenesee Williams, por sólo dar una lista básica.

Para cerrar, uno de los barcos prominentes de la flota de Greenpeace es el “Moby Dick”.

MOBY DICK PA TRA

Quién o qué influenció al Melville que escribió Moby Dick. Por cierto las dos referencias básicas ya hartas veces nombradas (el relato de Owen Chase y el artículo de Reynolds). Pero, además está la Biblia (y ahora citaremos tal cual se cita al principio de Moby Dick por un erudito que debe de ser Bartleby) que habla del misterioso monstruo Leviathan que habita en las profundidades del mar y que directa o indirectamente es mencionado en: Génesis, Job, Jonás, Salmos e Isaías. Plutarco, Plinio, Luciano, Montaigne, Rabelais, Stowe, Lord Bacon, Shakespeare (en Hamlet), Browne, y evidentemente Hobbes (que usa la imagen del Leviathan para referirse a la Commonwealth), Darwin (que concluyó su viaje en el “Beagle” un lustro antes del embarque de Melville), Milton, etc.

Sin embargo, la influencia decisiva debe ser Nathaniel Hawthorne. Es en la escritura de éste (a quien por lo demás Melville dedica su Moby Dick) donde se hallan algunas de las estructuras literarias que Melville llevará a buen recaudo (quizá no tanto con Moby como con Bartleby o Benito Cereno). Es cosa de ver la capacidad de Hawthorne de poner a los personajes en situaciones que colindan con lo fantástico sin serlo (al contrario de Poe, donde lo fantástico sí irrumpe en la realidad), para encontrarse con las semillas de lo que hará Melville por la literatura. En este entendido, no podemos evitar el sentir que el Wakefield hawthorniano es un pariente próximo del Bartleby melvilliano.

MOBY DICK PAL LAO

Por fin llegamos al relato especular de Moby Dick: Arthur Gordon Pym de Edgar Allan Poe, inspirado también por el Essex, que coge eso sí la vertiente de la locura post naufragio, el canibalismo y la derrota ante la naturaleza desde otro flanco. En el relato de Melville, el Pequod se lanza en una carrera contra el destino. En Poe, el destino parece enseñorearse desde el principio. La postura de Poe es más pesimista que la de Melville, pero si uno se fija bien en realidad lo que ocurre es algo bien diferente: el héroe de Melville es trágico, el de Poe es un antihéroe.

SACAR A CIEN

VOY Y VUELVO

Le llaman el Voy y Vuelvo porque cuando sale a la “choca” pone un cartelito que reza así en la puerta de su librería.

Se ubica en el alcurnioso grupo San Diego 119. Tiene no uno, sino dos locales: el 26 y 27. Nunca ha comprado un libro nuevo por lo que es un vendedor de libros viejos de pura cepa, y (sorry por seguir en la onda de la semana pasada) tiene “del año que le pidan”. Aquí te encontrarás con Moby Dick en ediciones del puerto de Nantucket mismo. Apolillados volúmenes firmados con pluma de cóndor con el Vesubio de tintero (que eran los desvaríos de Melville en los días previos a cerrar su obra en 1851). Una cosa es segura: pasarán otros 150 años, otro sesquicentenario y el “Voy y Vuelvo” seguirá en su misma rutina, y aún habrá aquí y allá algunos libracos viejos para vender y comprar. Baste decir que en esta misma librería compré hace tanto el libro Filo de la Navaja del amigo de Melville, William Somerset Maugham.

WWW

BALLENEROS DEL WEB

Contrario a lo que se pensaría no hay taaantas páginas acerca de Moby Dick.

Herman Melville oficial.

http://www.melville.org

Otra de la Maga.

http://www.lamaga.com.ar/www/area2/pg_nota.asp?online=1&id_nota=255

Uno de Usenet acerca de Mocha Dick.

http://groups.google.com/groups?q=%22mocha+dick%22&hl=es&lr=&safe=off&rnum=1&ic=1&selm=5o9jv5%24io0%40q.seanet.com

El Lenguaje es una Ballena de Laurie Anderson (juego de palabras con “Languaje is a Virus”).

http://www.pagina12.com.ar/1999/99-11/99-11-02/pag27.htm

Sobre Maugham y Melville de La Tercera.

http://www.pagina12.com.ar/2000/suple/libros/00-09/00-09-10/nota3.htm