La Angelito siempre me reta por la música que escucho… llevo ya cinco años en que del tracklist de mi reproductor de MP3 casi solo sale indiepop. Hace ya un lustro que en mi blog personal ya fallecido publiqué lo que a esa fecha había aprendido. Cuatro situaciones del último tiempo me llevan a republicarlo aca: a) la aparición en la revista Popular Music de Cambridge del primer artículo académico ISI sobre el tema, b) el anuncio del documental sobre el sello emblema del género (Sarah Records), c) (hoy) la publicación en el blog de psicogeek de una entrada sobre el asunto y d) los veinticinco años del lanzamiento del C86. Acá va (y sí, probablemente sea mi posteo más shúper de la historia xD).
¿Qué es el indiepop?
Para un fanático de Belle & Sebastian, el indiepop es un universo al que se llega de viejo. Las canciones nunca se tocan en las radios comerciales. Los nombres de los grupos que lo componen son tan desconocidos como Talulah Gosh, Tiger Trap o Les Ondes Martenot. Sus exponentes no son estrellas que se anden paseando por el mundo -por MTV- dando entrevistas, -más- se les conocen por sus nombres propios: “Amelia”, “Calvin”. En general no publican discos long play, sino casi solamente singles: estos, editados sin mucho trabajo de producción casi -o sí- en el garage de la casa (Lo-Fi), no se pueden encontrar en las disquerías. Y, sin embargo, suenan endemoniadamente melódicas. ¿Cómo circulan entonces?, ¿cómo se les conoce? Por el comentario de boca en boca, por el casette de mano en mano, y hoy -en 2006-, por el peer-to-peer.
El inicio del movimiento indie está datado en el oeste de Londres en 1976, en la tienda Rough Trade de Geoff Travis, un sucucho donde se podía comprar música, y que un par de años más tarde empezó a editar sus propios discos. Estos discos eran cubiertos generalmente por la revista New Musical Express (NME, o enemy), que en 1981, reconociendo la trayectoria de cinco años del sello, grabó un casette llamado C81, jugando con el año de aparición y la nomenclatura de las cintas de esa época, que solían decir C60 ó C90, a raíz de su duración.
C81 era un disco absolutamente ecléctico, sus temas iban desde el jazz (James Blood Ulmer) hasta la poesía (John Cooper Clarke), pasando por varias bandas que luego serían míticas: Aztec Camera, Josef K, Orange Juice (todos, Postcard Records) o The Buzzcocks (a estos últimos se les sindica como los iniciadores del movimiento MadChester -si le hacemos caso al Tony Wilson de 24 Hour Party People- en el mismo 1976 -el cuatro de julio- cuando llevaron a tocar al Lesser Free Trade Hall a los Sex Pistols). Años del dominio del Punk o el Post-Punk o el New Wave, todo muy indie… aunque debajo de esta horneada indie había otro indie: el indiepop.
El sonido de Orange Juice y The Buzzcocks, unos de Glasgow, los otros de Manchester, se salía de los cánones de lo que debía ser el punk bien punkeado, sus musicalizaciones no eran tan agresivas como las de los Pistols, ni tan elaboradas como las de los Clash, pero eran melódicas: apostaban por melodías sencillas, sin perder del todo la fuerza del movimiento. Para un montón de adolescentes de la época, que no veían en la estética del ropero y el peluquero punkie su propia estética, bien por ser demasiado tímidos, bien por no tener la actitud punketa clásica; este sonido vino de perillas. Pensémoslo bien: soy adolescente, me gusta la música, quiero ser alternativo, pero, no me atrevo a, o no quiero, ser punk, además, no toco ni tan bien la guitarra, ¿qué me queda? Lo más probable -parafraseando a Nitsuh Abebe de Pitchfork- es que me llame Dan Tracy y forme un grupo que se llame Television Personalities, y que grabe mi primer disco, … And Don’t the Kids Just Love It, en 1981. La clave: no tocamos tan bien la guitarra, nuestras canciones derivan rápidamente en un sha-la-la y, lo más importante de todo: cantamos con voces de cabros chicos, los mismos que no pueden en inglés decir Sweet y pronuncian Twee.
1986. NME edita un disco que ahora es un homenaje al C81 y a los diez años de Rough Trade, su nombre, bueno, es obvio: C86. No tan alternativo como el C81, el C86 abarcaba dos estilos bien definidos, un rock independiente que en la década que vino se llamaría “Alternativo” o “Indie Rock” o “Grunge”, y el de un conjunto de temas de grupos como Primal Scream, The Soup Dragons -pre MadChester-, The Bodines, The Pastels, Shop Assistants, McCarthy -que luego mutaría en Stereolab- o The Wedding Present. La historia bautizó este segundo sonido como C86.
Mismo 1986. Yendo un poco a contrapelo de lo que se estilaba en la escena independiente de sellos británicos, Matt Haynes, de Bristol -antes de que Bristol fuera Bristol, o sea Massive Attack, Portishead o Tricky -, vociferaba contra la vendida al sistema de lo alternativo en su fanzine Are You Scared To Get Happy?, que venía con flexidiscs de un solo tema por lado, grabados con el vuelto del pan, con canciones de Talulah Gosh o Razorcuts, el sello casero se autodenominaba, imitando las melodías de sus grupos: Sha-La-La. A unas cuadras de allí lo mismo hacía Clare Wadd con el fanzine Kvatch. En 1987 dijéronse, dejémonos de leseras y, hazlo tu mismo, do it yourself, hagámoslo nosotros mismos, hagamos un sello, pero un sello de verdad, entre los dos. Nada de editar discos conceptuales de noventa minutos. Singles directos a la oreja, pero no por eso comerciales.
Cuando se revisa la historia de los noventa y nueve números que Sarah Records llegó a editar -que así se llamaba el sello conjunto de Matt y Clare- entre ese 1987 y 1995 con una histórica fiesta final: se revisa la historia del indiepop. Desde Pristine Christine de Sea Urchins hasta Toulouse de Blueboy, la mayoría de las canciones son lo que en un anglicismo intraducible se dice jangly, ¿chinchineante quizá?, nada del chan chan del punk: chin chin. El recordado John Peel llamó a esto “shambling”. ¿De qué hablan estas canciones? De corazones destrozados, de pernos con onda… pero sin onda. De los que caminan sin doblar las manos, como descubrirán un par de lustros más tarde Belle & Sebastian. De la ideología del movimiento. Su tercer single es un flexidisc de una sola cara que tiene uno de los cuatro o cinco himnos del sello y del movimiento: Anorak City de Another Sunny Day. El séptimo, de la misma banda, traía el título más indiepop, más twee de la historia: I’m In Love With A Girl Who Doesn’t Know I Exist. Pero, es el doce el que contiene el sonido más Sarah (porque Sarah, antes que nada, fue un sonido) de todos: The Field Mice – Emma’s House (“is empty, but why do I still calling it Emma’s house?”), una secreta conexión existe entre el ritmo de este tema y el ritmo de Joy Division, pero mientras Joy Division y todo el goth son depresivos, el indiepop es solamente triste.
En Sarah Records se encuentra todo lo que el indiepop puede ofrecer, arrestos cuasi grunge como los de Boyracer, influencias del shoegazing como en Secret Shine o Ivy, temas chamber pop como los de Brighter o The Sweetest Ache, por supuesto, el TweePop de Heavenly (ex-Talulah Gosh) o Blueboy y -como siempre se dice- el logro del objetivo final del movimiento: canciones pop perfectas en tres minutos, como Getting Faster de Even As We Speak, canciones que hacen sentir que en el mundo ideal las radios solamente tocarían esta música. En un mundo en el que los oximorones fueran la lógica de verdad, en un mundo posible: en el que es posible ser indie y pop a la vez.
Bonus Tracks
El Teaser del Documental:
http://www.youtube.com/watch?v=of-KfBFsUiI
La llamada del documentalista para enviar memorabilia: http://www.anorakforum.com/viewtopic.php?f=6&t=3850
Emma’s House de The Field Mice:
I’m In Love With A Girl who doesn’t now I exist – Another Sunny Day:
Pristine Christine – The Sea Urchins:
La lista de temas
3 comments
Marcela Arancibia says:
Mar 21, 2011
Excelente artículo.
Y buena selección de videos.
Otro día te vuelvo a leer.
LuchaLibro Interview: Ricardo Martinez de TERCERACULTURA.CL [linguista] says:
Jun 11, 2012
[…] Tercera Cultura es una plataforma (web, podcast, “journal”) que nos gusta y -sentimos- nos acompaña por el candente mundo de la cultura popular y el conocimiento. Desde cómo sacarse un siete sin haber leído la novela hasta por qué los argentinos siempre nos ganan, pasando por el misterio de “Someone like you” de Adele, la influencia del acto de orinar en la toma de decisiones o el debate sobre si las personas de derecha son más tontas, todo esto es analizado por el filósofo Remis Ramos y el lingüista Ricardo Martínez. Además, con una mano en el corazón… ¿Dónde más iba a hacer eco nuestro estudio sobre “(500) days of Summer” o publicar un artículo escrito con verdadero amor sobre Sarah Records? […]
“Tween”, la infantilización de la música pop | TerceraCultura.cl says:
Dic 28, 2012
[…] de consumo musical menos proclive a irse al lado oscuro de la fuerza (la “cola larga” o el indie), dado que: “en el período 2005-2009, cuando surgió la industria de la música […]