A veces los papers se publican con un error de timing. Justo cuando se hacen públicos, el contexto en el que fueron escritos ha cambiado tanto que sus resultados no parecen tan abarcadores. Es este el caso de “Political Institutions and Street Protests in Latin America” (Machado et al, 2011), que fue editado por una de nuestras revistas regalonas, el Journal of Conflict Resolution (que fue donde Robert Axelrod lanzó originalmente su genial modelo de la diseminación de la cultura con MAS; cf. No Vote por Mí, episodio de nuestra segunda temporada del podcast). El texto de Machado parte con un abstract suculento:
“En este artículo, los autores sostienen que cuando las instituciones son fuertes, los actores son más propensos a participar en el proceso político a través de escenarios institucionalizados, mientras que cuando son débiles, las protestas y otros medios no convencionales de participación se hacen cada vez más atractivos. Los autores exploran esta relación empíricamente mediante la combinación de medidas a nivel nacional de fortalecimiento institucional, y a nivel individual con información sobre la participación en protestas en diecisiete países de América Latina. Los autores encuentran evidencia de que las instituciones políticas más débiles están asociadas con una mayor propensión a utilizar medios alternativos para expresar preferencias, es decir, para protestar”.
El modelo desarrollado por los autores del paper supone dos medios para la participación ciudadana:
- Medios institucionalizados: votar en las elecciones, escribir a los representantes, diseño de plataformas, formación de partidos políticos, negociación en el Congreso, y financiación de los think tanks.
- Tecnologías Políticas Alternativas: bloqueo de carreteras, quema de neumáticos, piquetes, y amenazas de acciones violentas.
Las variables consideradas por los investigadores incluyeron:
- Participación reportada en protestas, de acuerdo con el Latin American Public Opinion Project (LAPOP).
- Contactos con los congresistas (LAPOP).
- Respeto a las instituciones (LAPOP).
- Sensación de ser representado por los partidos (LAPOP).
- Intención de votar por la oposición (LAPOP).
- Interés por la política (literatura general).
- Comprensión de la política (autorreporte).
- Confianza interpersonal.
- Participación en reuniones grupales (asistencia a ceremonias religiosas, las reuniones de comunidades locales, asociaciones profesionales, sindicales, y manifestaciones de los partidos políticos).
- Experiencia de la corrupción (literatura general).
- Nivel educacional.
- Ingresos.
- Edad.
- Género.
Los resultados del estudio son muy esclarecedores, como el de este gráfico, en que se observa claramente una correlación inversa entre la fortaleza institucional y la participación en protestas:
O este otro, donde se ilustran coeficientes de correlación entre asuntos como el respeto a las instituciones, la confianza interpersonal o la comprensión de la política, con las actividades en las calles en Argentina, Bolivia, Brasil, Colombia, Costa Rica, República Dominicana, El Salvador, Ecuador, Guatemala, Honduras, México, Nicaragua, Panamá, Paraguay, Perú, Uruguay y Venezuela.
Nótese que los tres factores más relevantes que correlacionan con las protestas son la participación en reuniones grupales, el interés por la política, y ¡¡¡la educación!!! (mientras mayor es el nivel de escolaridad, mayor es la participación en protestas).
Bueno, ahora se preguntarán porque hablamos al principio de que este estudio tuvo una falla de timing. Es por lo siguiente. El estudio bien dice:
“En América Latina, las protestas y otras estrategias contenciosas eran comunes y desempeñaron un papel importante en la democratización [años setentas y ochentas], declinando posteriormente. La última década, sin embargo, ha sido testigo de un resurgimiento de la actividad de protesta, pero en diversos grados de intensidad y relevancia política entre los países”.
No obstante, el texto indica algunas apreciaciones sobre Chile como: “En otros casos, como Chile (…), las protestas son más esporádicas y menos relevantes para la formulación de políticas en general” o “Chile (…) es un país en el que las políticas que se debaten ampliamente tanto entre los miembros de la rama ejecutiva como en el Congreso, con la valiosa aportación de la burocracia, los órganos consultivos y grupos de reflexión, por lo general afiliados a partidos políticos”; que evidentemente no dan cuenta del estado actual de la cuestión a fines de agosto 2011 (ver el detalle de la Wikipedia para el llamado “Invierno Chileno”). Un segundo problema, aún mayor, es que el estudio no considera a nuestro país en los datos.
Queda entonces, al menos, dos opciones: ¿las protestas actuales correlacionan con un desfortalecimiento de nuestra institucionalidad?, ¿o son otras las relaciones que hay que hacer?
Y, una canción ad hoc…
4 comments
Carlos Balboa says:
Ago 29, 2011
He escuchado que lo que desencadenó las manifestaciones sociales de este año fue la llegada de un gobierno de derecha, heredero de las leyes que precisamente se discuten; la ambivalencia de la Concertación mantuvo en un relativo control dichas manifestaciones. Bueno, somos hispanoamericanos de todas formas, así que lo que ocurre en los países estudiados, facilmente se presentaría en el nuestro.
Ricardo Martinez says:
Ago 29, 2011
Gracias!!!! Buen punto.
Claudio Cortés says:
Ago 30, 2011
La instituciones pueden ser fuertes o débiles, sin embargo el dilema ya antiguo “en que se diferencia la ciudad de Dios de una banda de ladrones” es algo que los sistemas políticos no resuelven de una vez y para siempre.
Pareciera que las instituciones políticas en el último tiempo han funcionado como un ente formalizado “puesto” desde afuera, algo lejano, sin mucho contenido, algo que ha servido para gestionar u organizar el cumplimiento de metas que han sido soluciones de compromiso entre operadores políticos a espaldas y en 4 paredes, revestidas esas soluciones de muchos símbolos, ritos y mitos algunos bastantes torticeros y mendaces.
En ese contexto es altamente probable que las instituciones al ser tan fuertes terminen legitimando situaciones de abuso que llevan hacia una protesta ciudadana.
La Constitución es una institución fuerte en Chile cuyos quorum hacen practicamente imposible las reformas sociales en eduación.
Habría que hacer otras correlaciones¡¡
Ricardo Martinez says:
Ago 31, 2011
Muy buena aclaración. Gracias!!!!