Ha fallecido Noboru Ishiguro, el creador de Super Dimension Fortress Macross que fue conocida en Chile como la primera generación de Robotech. Si bien ya hemos hecho referencia a la importancia de la animación japonesa para la infancia latinoamericana desde inicios de los setentas en nuestro posteo sobre Osamu Tezuka; este triste acontecimiento nos puede permitir volver sobre un par de tópicos que nos parecen dignos de compartir.
Mi vida en Internet ha tenidos momentos memorables, desde la descarga de las lyrics del Misplaced Chilhood de Marillion desde los computadores de la U en 1989, hasta el descubrimiento de las bases de datos de grupos indiepop Twee.Net en 2006, pasando por el hallazgo de Két félidő a pokolban (“Mediotiempo en el Infierno”), la película del cineasta húngaro Zoltán Fábri que inspiró Fuga a la Victoria de John Houston y la serie de viñetas de Fontanarrosa “El Fútbol es Sagrado” en 2002. No menor, entre dichos hallazgos fue una página y un artículo particular el año 2000. Se trataba de QuitaDimension, una de las primeras web latinoamericanas dedicadas a ñoñerías, manejada desde Argentina con mano de hierro por un grupo de nerds de los buenos, de los antiguos. El artículo se llamaba “Robotech: el invento del siglo” y era firmado por Pedro Medraza, se los recomiendo vivamente. En él, el autor revelaba lo siguiente:
“Imaginemos que un productor toma tres series animadas diferentes (todas japonesas), modifica un poco los nombres de los personajes y reorganiza un poco los episodios para hacernos creer que en realidad se trata de una única serie. Ese fue el curioso origen de Robotech, la serie mas exitosa de los años ochenta”.
Ya es sabido por todos (yo lo aprendí con QuintaDimensión), pero, no está de mas recordarlo. Robotech, fue una “invención” de Carl Macek de la estadounidense Harmony Gold, que unió los 36 episodios de Super Dimension Fortress Macross con los 23 de Super Dimension Cavalry of the Southern Cross y los 25 de Genesis Climber Mospeada (¡todas seriales animé diferentes!), para generar 84 episodios que con la traducción y el hábil recurso de intercalar un capítulo en medio de la segunda generación donde (a puro recorte) aparecían imágenes de la primera en los recuerdos de Dana Sterling, tenían una solución de continuidad y se convirtieron en el fenómeno de monitos animados de la década de los ochenta.
Robotech, de este modo es un caso singular de lo que García Canclini (2001) ha denominado desterritorialización cultural (“pérdida de la relación “natural” de la cultura con los territorios geográficos y sociales”, cf. Cobos, 2010:16). Lo es, porque su importación hacia los Estados Unidos (particularmente de la “primera parte”, Macross) supuso transformaciones que anglonorteamericanizaron la historia:
a) modificación de los guiones originales para dar entrada a la linea argumental principal, la protocultura, que aunque se fundaba en un concepto del animé original, se extiende por toda la saga,
b) anglificación de los personajes, como Rick Hunter a partir de Hikaru Ichijyo, Lisa Hayes a partir de Hayase Misa, y
c) descafeinización de los aspectos más adultos de la versión japonesa, como ciertas escenas de violencia o sexo.
Gran parte del debate acerca de la díada Robotech/Macross que hemos observado hoy en los twiteos chilenos descansan sobre estas y otras divergencias entre el producto cultural japonés y el yanqui. Una suerte de versión con dibujos de Lost in Translation.
Pero hay más. En su estudio “Animación japonesa y globalización: la latinización y la subcultura otaku en América Latina”, Tania Lucía Cobos (2010) sostiene que existe otro tipo de desterritorialización/reterritorialización que han sufrido los animés, la latinoamericana, y en especial la mexicana. Según la autora, citando a Papalini (2006:42):
“La promesa de beneficios incentiva la integración de las historias niponas a la oferta occidental. Se agregan además algunas razones propias de la globalización de las industrias culturales: un ritmo de producción crecientemente veloz que obliga a producir material de manera continua y un público amplio y diverso, exigen recolectar material de todos los territorios y de todas las culturas”.
Si bien son los Estados Unidos quienes llevan el pandero en esta línea, con Viz Media a la cabeza y sin olvidar el acuerdo de 1996 entre Disney y Ghibli, latinoamérica ha operado en paralelo, como ya comentábamos en el artículo anterior ya mencionado. Cobos sostiene que la desterritorialización del animé latinoamericana pasa por los siguientes elementos:
a) el doblaje, donde México ha ido adelantado al resto del subcontinente y una de las características principales es el esfuerzo por seguir la mímica de los movimientos de la boca de los dibujos, así como las entonaciones, timbres y estados de ánimo, a través de un doblaje neutral que pueda ser comprendido en todos los países de habla hispana; en este proceso suele ocurrir que la traducción viene desde la versión en inglés, se busca voces que tengan identidades sonoras similares a las originales, latinización de las inflecciones de voz, búsqueda de latinización de los contenidos de los diálogos para que resuenen en el público latino.
b) alteración del video, principalmente a través de la censura de desnudos y violencia, modificación de los openings y los endings, traducción de las canciones temáticas (donde “nuestro” Capitán Memo jugó un rol crucial por décadas),
c) el criterio de la audiencia, donde series orientadas a un público adolescente en su versión japonesa, se convierten en objeto de culto infantil.
Considero sumanente válido el debate Robotech/Macross llevado a cabo por los fanáticos del animé y el manga a raíz del fallecimiento de Ishiguro, pero me parece que lo que plantea Cobos añade un tercer factor: nuestra experiencia del animé está doblemente mediada, tiene dos Lost in Translation, la primera en la traducción desde el Japón hacia los Estados Unidos, la segunda desde los Estados Unidos hacia latinoamérica. Como niños o infantoadolescentes que nos enamoramos de Minmay y de Lisa (o de una de ellas dos solamente), que soñamos con pilotear un Veritech, que lloramos la muerte de Roy Focker, en realidad no era tan importante si la historia era japonesa, norteamericana o latina, porque finalmente esa historia se terminó convirtiendo en una historia universal.
9 comments
Natalie says:
Mar 21, 2012
Genial articulo chicos, gracias por recordarlo como se merece.:)
Felipe Berrios Ayala says:
Mar 22, 2012
Rebuscado final, pero buen artículo de todos modos. Salu2.-
Ikaruss says:
Mar 22, 2012
Hay algo en lo que no estoy deacuerdo, y es que no todo producto japones hace la transición japón-estados unidos-latinoamerica.
Hoy en día, gracias a un Internet mas fuerte y poderoso que nunca, se logra que los productos de animación japonesa, lleguen de japón a latinoamerica a través de fansubs.
Cabe rescatar también que gracias a los fansubs, es que se logran apreciar los elementos originales de Macross, que de otra forma mas “oficial”, no se podría.
Uno de los problemas que genero la masificación de Robotech, es que se consigue en casi cualquier lado, de manera mas “legal” (con derechos de “autor” y todo eso) mientras la serie origina de Macross, esta difícil de conseguir de forma mas oficial.
Ni hablemos de las otras series que componían Robotech (Southern Cross y Mospeada).
En todo caso, seria bueno explayarse en el articulo, o crear uno nuevo sobre el fenómeno de los fansubs.
Por lo demás, excelente informe.
Y que en paz descanse, Ishiguro-san…
Ricardo Martinez says:
Mar 22, 2012
Extraordiario aporte. Me permite citar un texto de Bisama (2012, en prensa):
“De este modo, si en términos geográficos la élite freak sigue circulando en los mismos lugares de Providencia y asistiendo con buena o mala suerte a eventos como la Comicom de la Estación Mapocho, en el espacio virtual ha terminado reconfigurándose más allá de los efectos de los blogs y páginas del hype. Por lo mismo, lo más interesante volvía a suceder en los bordes donde se cuestionaba aún más ciertos principios ya asentados como la propiedad intelectual y el uso y abuso de imágenes y obras ajenas. Quizás ahí está la nueva cultura del fanzine, del freak de los 90. El fenómeno del fan-sub es horizontal: espectadores y lectores que trabajan de manera anómina para traducir y subtitular películas, series de televisión, cómics, mangas, libros y animés. En cierto modo, suponen una actualización de la idea del fanático, al hacer suyo el proceso de edición (desde la maqueta de los libros y los cómics) hasta el de distribución (portales como Taringa, novenadimension.com o komiqueros.blogspot.com donde se cuelgan los enlaces de descarga de las obras) y saltarse con ello la espera de meses o años que lleva la edición española y su subsecuente retraso en la distribución latinoamericana.
Aquel hecho no es menor porque el trabajo de subtitulado y edición no solo supone un ejercicio de consumo sino también casi siempre un trabajo colaborativo que funciona de modo opuesto al mercado. Ahí, la distancia se acorta pero también cambia la relación del público con la obra pues es el fan quien la interviene directamente, participa de ella, opera como un eslabón en la cadena de mediaciones antes que las editoriales, las cadenas de cine o televisión. Lo mismo sucede con la fan fiction. Así, al lado de los lectores que traducen en red obras de J.K. Rowling o las novelas de vampiros de Charlaine Harris nos topamos con los autores que son capaces de lanzar ediciones completas dedicadas a relatos ambientados en el universo de Transformers (como las entregas sucesivas del e-zine Transfiguraciones de Sergio Amira) o Harry Potter (la larguísima novela Harry Potter y el ocaso de los altos elfos, de Francisca Solar). De hecho, ahí importa poco la calidad literaria de las obras. Lo que pesa es justamente la ausencia de jerarquía: la intervención inmediata del público en la construcción de la mitología de la obra. “
Carlos Balboa says:
Mar 22, 2012
harto extensa la cita de Bisama (2012) 😛
Aldo says:
Mar 28, 2012
Es muy interesante hacer el ejercicio de escuchar los audios originales vs los de otros territorios en las pelis dvd, blueray y etc.
también los Ost originales vs los que se montaron en estados unidos.
En ese sentido los gringos sacaron mucha ventaja, osea ese opening orquestado?
no tiene igual!
y los temas electronicos de los invids y la cancion tema de rick hunter, muy buenos.
Ahora sobre el doblaje, hay algo que los gringos les costo salir por mucho tiempo, culpa quizas de Mel blanc, de recrear tantas voces posibles y todas distintas entre si, pero todas con un aire de … Toon. Recrear un dialogo normal, es increíblemente difícil, pero en gringolandia no se esfuerzan en ello demasiado, vs las voces latinoamericanas. Digamos un ejemplo mas a mano, la voz del comandante global o la voz latina de lex luthor. o los diferentres papeles que hace el señor Burns, x files, o mi favorita la voz de Scar XD.
Los personajes anglos tienen un perfil hummm demasiado demasiado estereotipado hoy en dia, osea la voz de villano tiene que tener un toque de estricto, desinteresado y … England! or French !
no se si sera por un asunto personal de estados unidos …
pero algunos apostarian que si.
Volviendo a robotech, hay algo que la combinacion latina estadounidense hicieron mejor que los japos, y fue resaltar el toque de la desesperanza,
http://www.youtube.com/watch?v=SGtNX6hgwgE
estados unidos en los intrumentos y america latina en las voces hacian una mezcla perfecta.
fin
Jorge says:
Abr 1, 2012
Muy interesante la nota!!!
Encuentro bastante curioso que cuando se habla de la creacion de Robotech siempre se le acredita a Carl Macek mas sin embargo, Robotech nacio de las manos de Revell junto con la idea de llevar a Macross a la TV junto con otras producciones japonesas bajo el nombre de Robotech.
MITO says:
Abr 13, 2012
Lo que me queda claro es que si en Robotech Mimei era un soquete, en Macross la mina era insufrible: inmadura, egocentrista, etc.
Jorge says:
Abr 19, 2012
El fallecido Noboru Ishiguro no fue el creador, sino el director. La creación paso por otras manos y destaca el padre de esta serie: Shoji Kawamori