Este 24 de junio se cumplen dos importantes aniversarios. Setenta y cinco años de la muerte de Charles Romuald Gardés (Gardel), y setenta y cinco años del natalicio de Jorge Teillier. Tercera Cultura celebra estas dos conmemoraciones, rescatando y armando un recocido de diversos textos escritos en el pasado. Más un regalo de antología, realmente de antología.

Jorge Teillier vino al mundo el 24 de junio de 1935. ¿Le suena la fecha? Por cierto: en primer lugar porque es la fiesta de San Juan. En segundo porque ese es el día en que los pueblos originarios del hemisferio sur tienden a celebrar el año nuevo (es el equivalente al 24 de diciembre en el hemisferio norte: el solsticio de invierno), en particular los mapuches (We Tripantu). En tercero, porque en esa misma fecha, en Medellín, Colombia, un avión F-31 embiste a otro cuando intenta despegar y el incendio subsecuente cobra la vida de Carlos Romualdo Gardel, “el Morocho del Abasto”, “el Zorzal Criollo”. Desde ese entonces no se puede pronunciar su inolvidable nombre sin adjuntar alguna frase que prevenga de la desgracia (decir Carlos Gardel a secas es yeta), y a los apelativos que hemos mencionado se suma este otro: “cada día canta mejor”, así que siempre que algún incauto o primerizo dice “Carlos Gardel…”, los con más experiencia no dejan pasar un tris para terciar “…cada día canta mejor”.

Pero volvamos al poeta. Jorge Teillier nació en Lautaro, provincia de Cautín, 9ª región de la Araucanía. Que en la actualidad cuenta con una superficie de 901 km2 y una población de 32.218 habitantes de los cuales el 42,7% pertenece al sector rural, en su mayoría del pueblo mapuche. En ese pequeño pueblito de Frontera transcurrió su infancia. Un pueblo perdido en el sur de Chile en la época en que el único contacto con el “mundo” era el paso del Expreso de Puerto Montt (que entonces se llamaba Flecha del Sur, la locomotora 245). Bajo la lluvia que lo anegaba todo dias y días, los muchachos no tenían otra cosa que quedarse encerrados en las casas leyendo: el Peneca de Coré, libros de aventuras como La Isla del Tesoro, o de Julio Verne, o de Knut Hamsun. Luego venía el viaje al liceo en Victoria, un chiquitito más al norte. Allí Teillier recuerda haber escrito sus primeros poemas, los que luego serían Para Ángeles y Gorriones. En 1953 realiza el viaje iniciático a la city (Santiago -¿?), dónde estudiará Historia en el Instituto Pedagógico de la Universidad de Chile. Como poeta deberá responder al influjo avasallador de Neruda en toda su generación. Impelido a escribir esa poesía combativa y “social”, simplemente tendrá que responder encogiéndose de hombros: “yo era incapaz de escribirla”.

En el tiempo que sigue se desempañará como redactor y director del Boletín de la Universidad de Chile, desplegará sus principios poéticos en los más diversos medios (Las Últimas Noticias, La Nación, El Plan, El Siglo), publicando un nuevo libro de poemas cada dos o tres años. La década de los setenta se verá ensombrecida por su separación del Boletín de la Universidad de Chile (1973) Y su separación de su segunda esposa: Beatriz Ortiz de Zárate (que fue por quien casi se batió a duelo con Enrique Lihn, como cuenta una de las leyendas clásicas de la poesía nacional). Tales sombras redundarán en el alcoholismo del poeta y su cada vez mayor alejamiento del mainstream poético y literario.

Jorge Teillier siempre repitió que creía firmemente que todos sus libros formaban un solo libro, con la excepción de la Crónica del Forastero. En ese libro único había una particular lucha con la muerte, con lo perecedero. En ella se trataba no sólo de la recuperación de la infancia perdida, sino, del paraíso perdido; porque, “el poeta es el guardián del mito hasta que vengan tiempos mejores”. Vencido por un mundo que terminó por minar sus fuerzas, aunque nunca rendido (“porque a cada derrumbe de pruebas el poeta responde con una salva por el porvenir”), llegó a sus últimos días viviendo en el Molino del Ingenio, en la Ligua, junto a un Molino y una Higuera igual que el René Char que es autor de la cita anterior.

Está más joven la muchacha que amanece sonriendo
frente al canto del canario cada vez más joven.
Está más joven en la portada de la revista
sobre la mesa de nogal cada vez más joven
el retrato de los Campeones Mundiales del año 30.

Está más joven la mujer que se despierta para lavar
ropa ajena en la artesa rústica.
Están más jóvenes quienes en la plaza hablan
de sus amigos desaparecidos o asesinados.
Está más joven la flor guardada entre las páginas
de Fermina Márquez,
está más joven el rugoso pescador que bebe
su aguardiente frente al temporal recién nacido.
Está más joven el guijarro que espera ser
recogido por un niño,
tras ser pulido por una ola que cada viaje hace
cada vez más joven.

Sólo yo he envejecido.

“Después de la fiesta”, en Cartas para Reinas de Otras Primaveras, 1985.

Veré nuevos rostros
Veré nuevos días
Seré olvidado
Tendré recuerdos
Veré salir el sol cuando sale el sol
Veré caer la lluvia cuando llueve
Me pasearé sin asunto
De un lado a otro
Aburriré a medio mundo
Contando la misma historia
Me sentaré a escribir una carta
Que no me interesa enviar
O a mirar a los niños
En los parques de juego.

Siempre llegaré al mismo puente
A mirar el mismo río
Iré a ver películas tontas
Abriré los brazos para abrazar el vacío
Tomaré vino sí me ofrecen vino
Tomaré agua si me ofrecen agua
Y me engañaré diciendo:
“Vendrán nuevos rostros
Vendrán nuevos días”.

“Blue”, en Para un Pueblo Fantasma, 1971.

***

Gardel, por su parte, es el padre de la Nueva Guardia, el tango de la era de las grabaciones fonográficas que desplaza al tango arrabalero y prostibulario de las décadas anteriores hacia mediados de los diez del siglo veinte. Tres historias permiten confirmarlo:

Primera:

La Cumparsita puede ser sindicada como la última melodía de la Vieja Guardia, tanto por sus orígenes como por su temprana difusión. Siguiendo a Gobello (1967), el tango se originó como una marcha para la peña “La Cumparsa” de los Estudiantes del Uruguay en 1914. Gerardo Hernán Matos Rodríguez (de solo 17 años) la tocó al piano ganando gran aceptación de sus pares. Dos años más tarde, Matos Rodríguez se la presentó a Roberto Firpo que triunfaba en el café Giralda. Él la transformó en tango.

En 1924, “La cumparsita” era un tema olvidado, pero ocurrió un hecho que vuelve a ponerla en circulación. Sin la autorización de su compositor, Pascual Contursi y Enrique Pedro Maroni, le pusieron versos y un nuevo nombre: “Si supieras”. Esto causó la furia de Matos Rodríguez, originando un juicio que recién se resolvió en el año 1948. (García 2008).

Por supuesto, la primera versión de La Cumparsita con letra de Contrsi y Maroni, la cantó Carlos Gardel.

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Segunda:

Así como es un tema con el que guarda relación Pascual Contursi el que, a nuestro juicio, cierra la Vieja Guardia. Es un tema con el que guarda relación Pascual Contursi el que abre la Nueva Guardia a mediados de la década del diez del siglo XX: “Mi Noche Triste (sobre la melodía “Lita” de Samuel Castriota).

Mi Noche Triste inaugurará lo que posteriormente será el tango-canción (Romay 2000), que hace pasar la música “de los pies a los labios” (Discépolo). Su importancia no se agota en el “descubrimiento” de Contursi:

Fue registrado (con el sistema acústico) por Carlos Gardel con la guitarra de Jose Ricardo en el sello Odeón (1917).

Mi Noche Triste es simultáneamente el origen del tango-canción, de Gardel (y los cantantes de tango) y de la amplia difusión del tango en formato discográfico.

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Tercera:

Aunque fue Contursi el inciador de los tangos de abandono y rencor, el probable culminador del género fue Celedonio Esteban Flores. En 1919 el diario Última Hora solicitaba de sus lectores colaboraciones en lunfardo. Un día se publicó un poema llamado “Por la pinta” con los versos “Desde lejos se embroca, / pelandruna abacanada, / que naciste en la mugre / de un cuartucho de arrabal”, firmados por “Cele”. Gardel, Razzano y Ricardo se encantaron con el tema y le pusieron música. Luego de publicar un disco con la melodía se encontró a “Cele” y lo presentaron a Gardel que se sorprendió tanto con que “Cele” fuera un joven de algo como veinte años, bajito y regordete, que en principio no le creyó. “Cele” le dijo: “Yo soy el que escribió esos versos, señor Gardel. Aquí le traigo estos otros, a ver si le gustan”. Los “otros” versos eran “Mano a Mano (Gobello 1967:63).

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Para conmemorar los setenta y cinco años de la vida y muerte de estos dos grandes de la historia cultural latinoamericana, les dejamos los siguientes regalos:

Teillier

La entrada de Teillier en Memoria Chilena.

Para Ángeles y Gorriones, 1953-1956, su primer libro.

Poemas Secretos, 1966, un compilado de poemas de fines de los sesenta.

Gardel

La Megacolección Carlos Gardel. Hasta donde sabemos, el compilado más completo sobre el autor, no disponible casi en ninguna parte (recopilación realizada por nuestro amigo Steve Fishboy, Octubre de 2004).

  • ¡442 temas de Carlos Gardel en formato mp3!
  • Las letras completas de todos los temas, con indicaciones de tiempo (timestamps)
  • 66 partituras
  • 45 etiquetas de discos 78
  • Metadatos hasta por los codos
  • El software que necesitarás para disfrutar cabalmente de la Megacolección
  • Replaygain para todos los archivos

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