Estamos en 1848. Stephen Foster, un compositor musical no muy conocido escribe en un papel -que luego será legendario- una canción del tipo minstrel de solo 17 compases y cuya duración es de unos treinta segundos. En las interpretaciones habituales tiene tres estrofas, las que, cantadas y añadida una cuarta ronda instrumental, superan apenas los dos minutos sin llegar a los tres.
“Oh, Susana”, que así se llama la canción, se convierte en la partitura más vendida de la historia hasta ese momento, superando las cien mil copias, cuando en aquella época las partituras que eran verdaderos éxitos solo llegaban a las cinco mil. Ha nacido el “single”.
La canción de Foster se convirtió en el himno de los Forty-Niners, los vaqueros que colonizaron el Oeste estadounidense en la búsqueda de oro, se reversionó una innumerable cantidad de veces y es con toda seguridad la canción pop(ular) más importante de los Estados Unidos.
En similar época en Italia también aparecen los primeros “singles”, canciones cantadas por los emigrantes que abandonaban la península en busca de mejor vida, desde el puerto de Nápoles. Los temas que interpretan saben al terruño perdido:
Sul mare luccica l’astro d’argento.
Placida è l’onda, prospero è il vento.
Sul mare luccica l’astro d’argento.
Placida è l’onda, prospero è il vento.
Venite all’agile barchetta mia,
Santa Lucia! Santa Lucia!
Venite all’agile barchetta mia,
Santa Lucia! Santa Lucia!(“Santa Lucía”, Teodoro Cottrau, 1848).
Cuando Thomas Alva Edison patentó el gramófono, algunas décadas más tarde, convirtiéndolo en la primera forma de reproducir música tal como había sido interpretada originalmente, determinó que los discos que se pondrían en las aún no victrolas tendrían 10 pulgadas de diámetro, básicamente porque no era posible grabar música como la gente en tamaños mayores. Estos discos giraban rápidamente a 78 vueltas por minuto (RPM) y pemitían almacenar canciones de solo tres. Con ello la industria discográfica se vio obligada a concentrarse en el tipo de canciones que en su día había creado Foster y en su día habían creado los compositores napolitanos y en su día habían creado los tangueros de la “Vieja Guardia” en Argentina o los creadores de cuplés en España o los cantores de Montmartre en París.
El modelo duró prácticamente hasta los años sesenta, en que los recién aparecidos LPs permitieron vender discos de mayor diámetro (y a mayor precio). Los Beatles fueron los grandes responsables de que el modelo LP funcionara, y el resto es historia conocida. Las discográficas agotaron todos sus petardos en hypear el LP y la natural aparición de “discos conceptuales” no tardó mucho.
Ahora estamos en 2000.
“El 21 de marzo de 2000, Jive Records lanzó “No Strings Attached”, el segundo y muy esperado álbum de NSync. El álbum debutó fuerte. Se vendieron 1,1 millones de copias de su primer día y 2,4 millones en la primera semana, convirtiéndose en el álbum más rápidamente vendido de la historia. La grabación alcanzó la cima de las listas de éxitos durante ocho semanas, pasando los 10 millones de ejemplares a finales de año. La industria de la música había crackeado el código del éxito comercial. Con NSync, una boy-band liderada por el carismático Justin Timberlake, Jive había perfeccionado una fórmula difícil de alcanzar para fabricar un éxito. En retrospectiva, era súper obvio: lo que funcionó para los Monkees ahora podría ser replicado a escala industrial. Se trataba de personalidades y un guión. La música en sí, que fue subcontratada a un pequeño ejército de profesionales (hay 60 personas acreditadas con la creación de “No Strings Attached”), poco importaba” (Chris Anderson, “The Rise and Fall of the Hit”, Wired, 2006).
Pero ese momento, como en las obras literarias del modernismo, fue no la cima, sino que el inicio del fin.
“No existe mejor ejemplo de la crisis económica sufrida por los grandes sellos discográficos que la desaceleración de las ventas de álbumes desde 2000. En 2000,el número total de álbumes vendidos fue de 785,1 millones que incluye tanto álbumes digitales y CDs. En 2006, este número se redujo a 588,2 millones en álbumes vendidos. La caída libre de las ventas continuó en 2007, con sólo 500,2 millones en álbumes vendidos, lo que fue equivalente a una disminución del 9,5% de las ventas en un solo un año. En 2008, el número de ventas descenció muy por debajo de la marca de 500 millones de dólares ya que las ventas totales alcanzaron 428 millones en discos vendidos, que correspondía a un hundimiento del 14% a partir de 2007. Para el tercer trimestre de 2009 las ventas habían caído a 368,5 millones, un 13,9% de disminución desde 2008. Esta caída en las ventas no tiene favoritos, o sea, afectó a casi todos los géneros de la música a través de la industria” (Nestor, 2010, “Notice: Albums Are Dead – Sell Singles”).
Hasta ahora, esto es historia conocida.
Pero hay una historia que no es tan conocida y que es el origen de este posteo.
Acabo de encontrar en la Wikipedia un listado comprensivo de los “singles” más vendidos de la historia. Todos los que han rebasado las cinco millones de copias vendidas, son un poco más de dos centenares (227, para ser exactos). ¿Cuántos de ellos han sido producidos después de “la caída del hit”? ¡¡¡108!!! Con ventas totales de poco más de 792 millones de copias. Todos los singles exitosos del siglo XX, desde “The Prisoner’s Song” de Vernon Dalhart que cortó seis millones de copias en 1924, hasta “Aserejé” de Las Ketchup, lanzado el 29 de julio del 2002 y el último hit radial en “átomos”, suman un poco más de 1000 millones de copias vendidas. En los trece años que van de este tercer milenio, se han vendido, en singles de éxito, ya el 79% de todo el siglo XX.
Observemos el gráfico que representa el total de singles superventas por década.
En 2008 los singles digitales lograron superar la barrera mágica de los mil millones de dólares de ingresos anuales. Una industria floreciente donde el álbum salió a pérdida. Solo como ejemplo de esto: Flo Rida uno de los superhéroes musicales de la presente década ha vendido más de diez millones de singles y solo 500 mil álbumes en sus ventas en Internet.
“El artista con más singles (incluyendo canciones en colaboración) destacados en esta lista es Rihanna, con ocho entradas. Katy Perry y Elvis Presley son los siguientes en la lista, con siete y seis entradas, respectivamente. Lady Gaga, Beyoncé, Flo Rida y Michael Jackson (que aparece dos veces como miembro principal de The Jackson 5) cada uno aparecen cinco veces” (Wikipedia).
Nótese que Rihana, Katy Perry, Lady Gaga, Beyondé y Flo Rida, son todos ídolos digitales, post-2002.
La conclusión es simple, tal como indica Brian P. Nestor en un artículo para “The Journal of Business, Entrepreneurship & the Law”: “Albums Are Dead – Sell Singles” (“el LP ha fallecido, vendamos singles).
En eso, la memoria de Stephen Foster y su incombustible “Oh, Susana”, algo puede ayudar.