La estación fantasma del metro de Nueva York City Hall; probablemente la más famosa de todas. En Santiago también tenemos!!!

Hoy ha aparecido una noticia en que el Gobierno ha anunciado el inicio de la construcción de dos nuevas líneas de la red del Metro de Santiago (la 3 y la 6).

Haciendo memoria recordé un artículo que nunca llegó a publicarse en una revista fantasma que nunca existió. Acá se los dejo actualizado.

Fantasmas en el Metro de Santiago

por Felipe Pumarino

Uno de mis solitarios pasatiempos en 1990 fue recorrer de cabo a rabo la red del Metro de Santiago. Acaso lo que más me llamaba la atención era un par de escaleras inútiles en el extremo oriente de la Estación Baquedano: podías subir a un “puente” que cruzaba hacia el otro andén y comprobar que replicaba la plataforma del frente (donde aún se emplazan las boleterías). Al explorar con detención descubrías dos pórticos mal disimulados en las paredes norte y sur. Todo apuntaba a que detrás de los mosaicos se escondía una estación olvidada.

A mediados de los noventa ese espacio fue ocupado por los accesos de la Línea 5. Misterio resuelto y el tema podía quedar hasta ahí: eso sólo si nuestro tren subterráneo no ocultara otras estaciones perdidas.

Promo MOP 1975. Folleto promocional lanzado por el MOP poco antes de la inauguración del primer tramo de la Línea 1. Se advierten los añorados “rombos negros” con los logos de cada estación, incluso de algunas que jamás se construirían.

Los abortos

Cuando el Metro de Santiago fue diseñado en los años sesenta se proyectaron cinco líneas bastante diferentes a las que existen hoy. La ciudad era más pequeña y sus necesidades se intentaban adivinar confiando en las políticas de planificación urbana. Según ese patrón se trazaron las primeras dos líneas y se habilitaron las obras necesarias para acomodar sus expansiones.

Al ritmo de las erradicaciones militares, sin embargo, en las décadas sucesivas la capital creció caóticamente: en las fértiles tierras agrícolas del sur santiaguino se instalaron cientos de miles de familias. El viejo trazado del Metro, que soñaba con repoblar el casco histórico vecino al centro, quedó obsoleto.

35 años después de que el primer tren circulara bajo Santiago, todavía podemos vislumbrar lo que debió haber sido la red tal como la pensaron sus creadores. Resulta fácil advertir que sin razón aparente existen estaciones más grandes que el resto: es probable que al erigirlas se planeara recibir a las futuras combinaciones.

Un caso obvio es la enorme Estación Central, eje de una relegada Línea 4 que llegaría hasta San Bernardo a través de la franja ferroviaria: bajo el terminal de EFE existe un túnel sellado por el que cruzaría el Metro hasta llegar a Carrascal (precisamente en Matucana también pervive una tenebrosa vía semisubterránea aún usada por trenes de carga).

Otro ejemplo menos evidente es Franklin, donde subsisten pasillos sin destino y accesos tapiados. Por ahí habría de pasar la descartada Línea 5 original, que correría desde Maipú hacia Quilicura (!) atravesando el centro en Plaza Italia… esta es la verdadera explicación para las antiguas escaleras sin rumbo de Baquedano.

Hasta aquí hablamos de obras truncas; el término “fantasmas” les queda algo grande. En estricto rigor, existen estaciones aún más espectrales pues nunca llegaron a ver la luz. Es el caso de Torres de Tajamar, Mercado de Providencia y La Portada de Vitacura, que alcanzaron a ser bautizadas así en planos oficiales previos a la inauguración de la Línea 1. Un postrer rediseño de la ruta obligó a descartarlas antes de ser construidas.

Un folleto informativo distribuido en 1975 por la Dirección General del Metro puede servir para aclarar este enredo y conjeturar cómo se anticipaba el desarrollo de la red. Las estaciones fantasmas abundan: la Línea 2 contemplaba hacia el norte una extensión vía Independencia que hoy resucita en la Línea 3; por el sur el trazado y los nombres previstos para las estaciones recuerdan a la actual Línea 4A. Aunque la Línea 1 se había ordenado en Providencia, el curso del Metro se proyectaba hacia el oriente por Vitacura y al poniente por San Pablo: nada de eso pasó.

Red Metro Santiago 1975. Roosevelt, Mercado Persa, La Bandera, Cuauthemoc y otra docena de estaciones fantasmas.

Un aborto reciente es el de la misteriosa “Estación sin Nombre” que aparecía en los primeros mapas de la Línea 5. Al cabo, la Estación San Eugenio -entre Irarrázaval y Ñuble- nunca se levantó dada la baja densidad poblacional del barrio Lo Encalada. Esa estrambótica franja está ocupada ahora por grandes talleres del Metro.

Fantasmas que penan

A la vez, en Santiago hay estaciones que sí se construyeron y no se usan. En sistemas de Metro centenarios -Nueva York, Londres, Madrid, Buenos Aires- es un fenómeno habitual. Se traza una nueva línea y una estación queda demasiado cerca de otra: la más vieja se clausura. Sorprende, empero, que un tren subterráneo que aún esboza su red ya tenga estaciones fantasmas en todo el sentido del término.

La más famosa de todas es la estación Libertad. Se ubica en la Línea 5, entre las estaciones Cumming y Quinta Normal. Está lista para funcionar: posee andenes, boleterías y escaleras hasta la superficie. Mientras el carro pasa sin detenerse es posible divisar sus instalaciones ocultas por paneles de madera. En el exterior, incluso, una plaza enrejada evita que los niños jueguen donde deberían emerger los accesos. ¿Por qué no se abre? La dirección del Metro estima que en el Barrio Yungay no existe una masa crítica de usuarios que justifique su entrada en operaciones. Paradójicamente, constructoras que han comprado terrenos en la zona aguardan a que se inaugure la estación antes de comenzar a edificar.

Libertad, estación virgen.

Una estación fantasma algo más rasquita es Echeverría, en la Línea 4A entre La Cisterna y San Ramón. Aunque se levantaron andenes y pasarelas no se ha completado la obra gruesa. La empresa también está a la espera de que la demanda justifique su habilitación. Lo mismo cabía para la estación San José de La Estrella de la Línea 4, entre Trinidad y Los Quillayes: al principio ahí sólo se erigieron pilares y vigas; luego la presión popular obligó a su apertura.

Y hay más. Oculta por tabiques metálicos en Cal y Canto existe una estación homónima, gemela y fantasma. El enorme cubículo -al norte de las instalaciones hoy en uso- alberga andenes, escaleras y el viaducto por donde van los rieles de una línea que cruzaría el río Mapocho hacia el norte.

El terremoto de 1985 impidió que la expansión del Metro continuara según el plan original: cuando veinte años atrás se decidió construir una nueva línea, las autoridades desecharon la red trazada en los ‘60 y optaron por disparar ramales hacia la periferia. Recién hoy confirmamos que la subutilizada Estación Irarrázaval será enlace para la redimida Línea 3 (que correrá entre Independencia y Peñalolén, cruzando precisamente por Cal y Canto, Plaza de Armas y Universidad de Chile; su color distintivo sería el café).

La dirección del Metro es muy suspicaz a la hora de permitir visitas a su infraestructura ociosa; sólo fotógrafos furtivos han podido recorrer estos sitios abandonados para rescatarlos de la leyenda urbana. De todos modos, si alguien desea conocer una estación fantasma le bastará pasear por el segundo nivel de la Estación Universidad de Chile. Con algo de imaginación -obviando los locales comerciales y centros de pago- podrá distinguir con claridad los andenes y plataformas por los que quizá en futuro cercano pasarán los carros de la Línea 3: al menos esa era la idea cuando se inauguró este enorme complejo subterráneo en 1975.

P.S.: a los “metrófilos” del alma les recomiendo matar neuronas con este eterno thread iniciado por un maniático, quien por cierto es chofer del Metro y sabe del tema mil veces más que yo.