La Tercera Guerra Mundial ha comenzado. No se libra, como predijera Einstein, con dispositivos bélicos de alta tecnología, tampoco con “palos y piedras”: se trata de poder blando. La cultura y no la fuerza militar o industrial. Y Estados Unidos va ganando. Fréderic Martel, un sociólogo, escritor y periodista francés, ha escrito quizá el libro definitivo sobre el tema: Cultura Mainstream (Taurus, 2011), un paseo de 458 páginas que consigna y compila el trabajo de cinco años, centenares de entrevistas y varias vueltas alrededor del mundo (visitó treinta países), en que paso a paso y con extraordinario rigor despliega la estructura de producción, creación, difusión y consumo que constituyen los fenómenos de masas de alcance global.
“¿Por qué triunfan Avatar, Shakira, Spielberg, Mujeres desesperadas, Slumdog Millionaire, Disney, Michael Jackson o MTV? ¿Cómo se fabrican los best sellers, los discos superventas y los grandes éxitos de taquilla? ¿A qué se debe el predominio de la cultura estadounidense y por qué está ausente Europa de esta gigantesca batalla cultural a escala mundial?” (Martel, 2011:contraportada).
La respuesta se encuentra en modo passim a lo largo del volumen, y se puede sintetizar más o menos así:
“En la actualidad, cada día se inaugura de promedio una nueva pantalla de multicine en China, en India y en México. Y más de la mitad de los abonados a la televisión de pago se hallan ahora ya en Asia. A medida que aparecen nuevos gigantes en la economía mundial -China, India, Brasil, pero también Indonesia, Egipto, México y Rusia-, su producción de entretenimiento y de información aumenta. Está emergiendo la cultura de los países emergentes. Frente al entertainment estadounidense y a la cultura europea, esos nuevos flujos mundiales de contenidos empiezan a tener su peso. Se está dibujando una nueva cartografía de los intercambios culturales” (Martel, 2011: 17).
Álvaro Bisama me regaló el libro para Navidad hace un par de semanas y lo devoré: realmente se trata de una de las lecturas más refrescantes e iluminadoras que se puede tener este verano. Martel repasa cómo se genera la cultura de corriente principal, a la que evita llamar “industria cultural”, prefiriendo el rótulo de “industrias creativas”, trasladándose -a velocidad de párrafo a párrafo- desde Hollywood a Bollywood, pasando por Nollywood (la extraordinaria y pujante industria cinematográfica de Nigeria, que produce más películas que la India y solo unas pocas menos que Estados Unidos); desde los estudios de TV Globo en Brasil hasta los de Al Yazeera en el mundo árabe; desde la capital exógena de la música latinoamericana en Miami, hasta el corazón del K-Pop y el J-Pop en el extremo oriente; se concentra en los héroes del dominio estadounidense del campo, como Jack Valenti (el mayor lobista político del cine norteamericano), Berry Gordy (el fundador del sello discográfico Motown e “inventor del pop”) y Pauline Kael (la crítica de cine de The New Yorker en los setentas, responsable en gran medida de la disolución de la dicotomía alta cultura vs. cultura popular). También queda espacio para lo indie, así que, del mismo modo que cubre a Pixar, investiga los modos de trabajo de Producciones Apatow, o la estética de Wong Kar-wai, para descubrir que el indie no existe: en cine, los estudios grandes poseen estudios pequeños o independientes (Warner, por ejemplo, con New Line Cinema), en música, los Big Four (Universal, Sony, Warner y EMI) controlan decenas de sellos menores, en la industria editorial las grandes editoriales manejan imprints, en el teatro hay vasos comunicantes entre Broadway (500 asientos o más), el Off-Broadway (entre 100 y 499 asientos) y el Off-Off-Broadway (menos de 100 asientos).
El viaje de Martel desenmascara las oscuridades de la industria del entretenimiento con una gracia que no es para nada menor: nunca deja que su propia postura ideológica se ponga por delante de la narración: es como un teoríco del No-Logo o de la sociedad del espectáculo o de Para leer al Pato Donald “operado de los nervios” y eso se agradece sobremanera. Tampoco se deja engrupir por la idea de que el predominio cultural global de los Estados Unidos sea algo irreversible: aunque conversa con Samuel Huntington en las primeras páginas, su análisis resulta más sutil que el del Choque de las Civilizaciones: descubre posicionamientos globales cruzados como el BRIC (Brasil, Rusia, India, China) o Chináfrica (la penetración de la República Popular China en el mundo africano, abandonado por Europa y los Estados Unidos).
Y en el centro de todo, están los datos freaks, el libro abunda en ellos, y es claro que luego de su lectura uno dispone de una batería de cuentos por contar: como que en el corazón de la industria cinematográfica se encuentra la venta de palomitas de maíz (que generan un margen de 90%). Sí, las palomitas que se compran en el multicine por dos lucas, le dejan 1800 pesos a la empresa -negocio redondo.
Fréderic Martel ha elaborado, con Cultura Mainstream, un trabajo de una ambición y alcance similares a los de Jared Diamond con Armas, Gérmenes y Acero. Pero, mientras este último resulta un relato omnicomprensivo acerca del hard power (el poder militar e industrial, o, como lo llama el mismo profesor Diamond: el cargo), en el volumen del francés lo que domina es el soft power: se cambian las armas por las películas, los gérmenes por los virales, el acero por el pop corn.
6 comments
Daniel says:
Ene 14, 2012
Ricardo, nuevamente yendo por los derroteros del mainstream más mainstream.
Noto claramente en tu reseña que, como asumo que eres un buen lector, te has quedado con un autor bastante “primermundocéntrico” y le compraste todo. Primero, que diga que el indie no existe es un chiste de muy mal gusto. Es cierto que hay productoras y estudios menores que poseen los grandes estudios, y que las grandes disqueras poseen peñqueñas, pero eso no implica el que indie no exista. También es cierto que la distribución depende de los grandes estudios, claro, pero es como si dijeramos que the clinic no es independiente porque el diario se imprime en la tercera. No mezclar peras con manzanas.
En segundo lugar, que digas que “nunca deja que su propia postura ideológica se ponga por delante de la narración” aunque no haya leído el libro, es super discutible, es decir, que se pase el indie por cierta parte y que diga además que hay una “fórmula” para los best seller (película, libro, música , etc), contraviene ,todos los estudios que se han venido haciendo en torno a lo que que es la cultura en general, y la cultura de masas en específico, en los últimos quince años. Por lo tanto, el autor, solo con esas dos cuestiones, denota una de dos cosas: o que sí hay una postura ideológica super clara o que su metodología sumamente descuidada.
Insisto, no he leído el libro y es una referencia que tengo que leer para mi tesis, pero según lo que leo en el post, me parece que esto termina siendo una recopilación de información más que un buen análisis.
Carlos Balboa says:
Ene 14, 2012
el libro lo he visto en librerías y me interesa muchísimo… espero tb la respuesta de Ricardo al comentario anterior
bisama says:
Ene 15, 2012
En general, qué es ¿el indie en latinoamérica?¿existe el mainstream? ¿existe una industria de cine en Chile, por ejemplo? Tercera Cultura lo entiende así: fuera de esos rótulos, lee desde otro lugar.. Por eso la leo siempre. Creo que este cómic de Clowes, que era un dibujante leído como “alternativo” e “indie” leyendo a Bagge da cuenta del asunto. Todo lo que se dice en este cómic sobre la cultura de la década del 90 es aplicable a Latinoamérica hoy. Por lo menos a mí me lo explica por un rato. Es como decir que Alvaro Peña es indie: la categoría se queda corta, tanto para la obra como para los lectores.
http://crashbisama.tumblr.com/post/15864124173/bagge-por-clowes
Danilo says:
Ene 19, 2012
Con que nombre podríamos designar aquel umbral que está más allá de lo indie sin decir marginal…
Nolly does Nollywood | TerceraCultura.cl says:
Feb 9, 2012
[…] Martel cuenta, en Cultura Mainstream (2011), una situación vivida en Dsachang (Camerún), donde el alcalde de la ciudad reprende a uno de los […]
Francisco says:
Mar 2, 2012
Super dato el de las cabritas, considerando ademas que EUA es el mayor productor mundial de maiz (pero no todas las variedades sirven para cabritas, aca en Chile le decimos curahua al edecuado). Y que el modelo cine+cabritas esta predominando en todo el mundo.