Una noticia aparecida hace poco más de un mes en Gizmodo, anuncia que “Sony Kills The Cassette Walkman On The iPod’s Birthday”:

Después de 30 años, Sony ha anunciado que dejará de fabricar y vender el venerable Walkman. En un giro poético, la muerte oficial del Walkman ocurre en el noveno aniversario del iPod.

Jacqueline Nelson (2010, Canadian Business) recuerda que el primer Walkman de Sony (el TPS-L2, que vemos arriba -¡yo tuve uno!) salió a la venta el primero de julio de 1979 por un precio de doscientos dólares de la época, tras un pedido de diseño del jefe de la compañía, Akio Morita, y tras barajarse varios nombres menos catchies, como Pressman, Stowaway, Soundabout y Freestyle. Para nosotros que fuimos niños y adolescentes en Los 80, el cassette fue uno de nuestros compañeros de la vida: la rebobinada con el lápiz bic, las cintas que se enredaban y que se apretaban y que había que desapretarlas con golpecitos contra la mesa, adelantar con cuidado para que no se nos acabaran las pilas, pero, por sobre todas las cosas, el mixtape, ese notable arte de armar compilados durante tardes completas tratando de ocupar al máximo los 30, 45 y hasta 60!!! minutos por lado (todos teníamos un corpus de canciones cortas para ubicar al final del lado para que el cassette quedara llenito) y que tan bien sintetiza Rob Fleming en Alta Fidelidad:

The making of a great compilation tape, like breaking up, is hard to do and takes ages longer than it might seem. You gotta kick off with a killer, to grab attention. Then you got to take it up a notch, but you don’t wanna blow your wad, so then you got to cool it off a notch. There are a lot of rules (…) Now, the making of a good compilation tape is a very subtle art. Many do’s and don’ts. First of all you’re using someone else’s poetry to express how you feel. This is a delicate thing.


(entreparéntesis, Natasha Gregson Wagner es exquisita!!!)

Casi todos los prohombres del Nerd-Set, han escrito ya algo sobre los cassettes, a mí, en particular, me gustó muchísimo la entrada del blog de Rodrigo de la Paz “El Cassette y Yo”, de la que no puedo no citar algunos extractos notables:

Mi primera experiencia con un cassette fue en 1984, el año de Los Cazafantasmas, “We are the world”, Los Pitufos y de Reagan vs. Andropov. En la radiograbadora de un tío que hacía compilados de Devo supe qué significaban “play”, “rec”, “ffwd”, “rew” y “pause”. Y todo un mundo se abrió para mí (…)

Como a mediados de los ochenta las radios con doble casetera no eran masivas, tenía que hacer unas verdaderas obras de ingeniería electrónica para copiar cassettes. Conectaba la salida de audífono de mi Samsung a la entrada auxiliar del muy setentero equipo Blaupunkt de mi papá y tenía que estar constantemente pendiente de nivelar los volúmenes y los niveles de grabación. Ahí supe lo que era “audio saturado”. Usaba la misma técnica para grabar temas de programas de televisión (desde chico he sido fanático de la música de películas), pero cambiando la Samsung por la tele Antú blanco y negro de mi pieza y estando muy alerta a cuando los temas empezaban y terminaban. Al principio era entretenidísimo y hasta vanguardista, pero dejé de hacerlo porque terminó siendo demasiado engorroso y porque como la Samsung y la Antú eran mono, la grabación se hacía por una sola pista. O sea, todo se escuchaba por un solo parlante.

En la era del cassette aprendí muchas cosas, como que los más rascas eran los Sony, los Maxell eran promedio y los mejores eran los TDK; creé una técnica para dejar en blanco cintas usadas y así tenerlas listas para grabar más música; volteaba las cintas para buscar mensajes satánicos (sí, también lo hice con Xuxa); me diseñaba mis propias etiquetas y carátulas; me di cuenta de que para reemplazar una lengüeta que se había sacado para impedir la grabación era mucho mejor usar cinta adhesiva que un papel doblado; supe que la forma más rasca de escribir el nombre del artefacto era “caset”, y pensé que un cassette gringo supuestamente era más top porque los nombres de las canciones venían impresos en la carcasa en vez de venir en una etiqueta pegada.

Los cassettes y los Walkmans (sí, ese es el plural, Pinker dixit), no solo fueron compañeros de correrías de los jóvenes ochenteros, además llegaron a crear una cultura:

I’ve got Falling and Laughing – the original Postcard version/I’ve got all the Sky Saxon solo albums on tape!’ (The PoohSticks).

La cultura del cassette (Manuel, 1993), es definida por la Wikipedia así:

La cultura de casete se refiere a la comercialización de cintas de audio caseros, generalmente de rock o música alternativa. La cultura es, en parte, una rama del movimiento de arte electrónico de la década de 1970 y 1980. Tanto en los Estados Unidos como el Reino Unido, surgió de la ética DIY del punk. La cultura del cassette en el Reino Unido estaba en su apogeo en lo que se conoce como el período de post-punk, 1978-1984, mientras que en los EE.UU., amplía su actividad a través de los años 80 y hasta los años 90. Estuvo en gran parte de basada en el correo (aunque hubo algunos outlets, tales como Rough Trade en el Reino Unido) con los artistas vendiendo o, lo más probable, intercambiando música en casetes compactos de audio a través de una red de artistas y lectores de fanzine.

Varios factores hicieron que ocurriera el boom del cassette. Es evidente que el formato de grabación de la cinta de cassette fue importante. Más significativo, sin embargo, fue el hecho de que para las bandas no era necesario entrar más en caros estudios de grabación. Del mismo modo, los equipos de grabación multi-pista se estaban convirtiendo asequibles, portátiles y de calidad bastante alta durante la década de 1980. Uno podía comprar una grabadora de cassette de cuatro pistas y conseguir un sonido razonable en casa. Por lo tanto, debido al bajo costo el registro y la facilidad de duplicar la cinta produjo un incremento de los artistas que grababan sus propias piezas. Hay que añadir a esto el hecho de que las college radios, venía en ascenso. Si bien desde muchos años antes existían estaciones universitarias no comerciales de radio, ahora había una nueva libertad que se encontraba en el formato. Con la llegada de la nueva música desde otras fuentes que las grandes compañías discográficas y el medio cuasi-major de las radios universitarias para apoyar el boom estaba en marcha.

Cerramos con una cita sobre el Canto Nuevo de nuestro curso Clásicos AM, sobre la Canción de Protesta (the very chilean cultura del cassette, como olvidar las canciones bootlegs de Silvio):

Bueno, eso es, Walkman, cassette, aprendimos mucho de ustedes, los echaremos de menos.